El cambio climático es uno de los mayores desafíos a que deberá responder la humanidad en los próximos años. Incremento de las temperaturas, deshielo de los glaciares, multiplicación de las sequías y de las inundaciones: todo apunta a que el cambio climático ha comenzado
Por Cristian Frers
Los riesgos son inmensos para el planeta y las generaciones futuras, lo que nos obliga a actuar de forma urgente. Ya que este calentamiento global no pone en situación de riesgo solo a los osos polares y a los glaciares, sino también a nosotros, los humanos. La escasez de agua potable, el hambre por sequías y las epidemias, conforman el pronóstico consensuado por la mayoría de los científicos, escenario que comienza a vislumbrarse a través de claras señales.
El Cambio Climático Global es una modificación que le es atribuido directa o indirectamente a las actividades humanas que alteran la composición global atmosférica, agregada a la variabilidad climática natural observada en periodos comparables de tiempo.
El principal cambio climático a la fecha ha sido en la atmósfera, Hemos cambiado y continuamos cambiando, el balance de gases que forman la atmósfera. Esto es especialmente notorio en gases invernadero claves como el CO2, Metano (CH4) y óxido nitroso (N2O). Estos gases naturales son menos de una décima de un 1% del total de gases de la atmósfera, pero son vitales pues actúan como una frazada alrededor de la Tierra. Sin esta capa la temperatura mundial sería 30°C más baja.
En los últimos tiempos, los 10 años más calientes registrados han ocurrido desde 1983, y los 7 años más calientes han ocurrido desde 1990. El año 1998 fue el mas caluroso de la historia, le siguen el año 2002, 2003 y este año, 2010, será el más caluroso jamás registrado de los últimos tiempos.
Las consecuencias en las actividades económicas, la población y los ecosistemas son significativas y, en muchos casos, irreversibles. El reto de adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y participar, simultáneamente, en una estrategia internacional de mitigación supone costos económicos de tal magnitud que hacen del cambio climático un factor condicionante esencial de las características y opciones de desarrollo económico en las próximas décadas. Sin embargo, en lo relativo a las políticas de cambio climático, la cruda realidad es que ningún país estará dispuesto a sacrificar su economía para resolver el problema.
Abordar el cambio climático es fundamental para el desarrollo y la reducción de la pobreza. Los países más pobres son los que sufrirán en primer lugar la mayoría de los efectos de este fenómeno.
Una respuesta efectiva para enfrentarlo deberá combinar actividades de mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para evitar lo inmanejable y de adaptación a nivel local, regional y nacional para manejar lo inevitable.
No se puede permitir que este problema detenga o disminuya el crecimiento económico de los países en desarrollo. El desafío es doble: reducir las emisiones de carbono y satisfacer la demanda de energía y de crecimiento sostenible de los más pobres del planeta.
Sea como sea, el cambio climático es una realidad que se está manifestando con más rapidez y contundencia de lo que se ha previsto hasta ahora y cuyas consecuencias estamos empezando a sufrir todos los seres vivos en forma de sequías, inundaciones, entre otros problemas, los países subdesarrollados estarán más expuestos a los fenómenos climáticos severos que los países desarrollados.
Sin medidas a tiempo para frenar al cambio climático, más de 1.000 millones de habitantes de Bangladesh y de otros países del sudeste asiático sufrirán daños irreparables.
En América Latina y el Caribe se están produciendo fenómenos como el retroceso glaciar, la desertificación, la posible intensificación de los fenómenos de El Niño y La Niña y en general la exacerbación de eventos climáticos extremos, que podrían incidir sobremanera en el crecimiento económico de los países de la región.
En caso de no haber un acuerdo internacional para mitigar los efectos del cambio climático, el costo para América Latina y el Caribe podría equivaler hasta 137% del PIB regional actual para 2100. La región podría sufrir pérdidas importantes en el sector agrícola y en la biodiversidad, fuertes presiones sobre la infraestructura y aumento en la intensidad de eventos extremos, que se acumularían hasta representar cifras importantes del PIB actual. Las estimaciones se basan en cálculos de 15 países: Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.
Hoy, en Argentina es un problema de planificación, y lamentablemente, como en el resto de la región, no tenemos planes a mediano ni a largo plazo para enfrentar los efectos del cambio climático. Medir lo que está ocurriendo es responsabilidad de cada país y nuestros gobiernos no lo están haciendo. No disponemos de información de estudios progresivos de seguimiento climático e hidrológico y no sabemos siquiera, por ejemplo, dónde se sembrará mañana, y si queremos defender la capacidad de producción ya deberíamos estar pensando adónde trasladaremos los cultivos que afectará el aumento de la temperatura.
En el país hay más de 60.000.000 de hectáreas sujetas a un proceso erosivo, esto equivale a las superficies sumadas de las provincias de Córdoba, Santa Fé, Entre Ríos y Corrientes. Cada año se agregan 650.000 hectáreas, con distintos grados de erosión. Esta situación es particularmente aguda y crítica en las zonas áridas y semiáridas, que componen el 75% del territorio nacional, donde la pérdida de productividad se traduce en el consiguiente deterioro de las condiciones de vida y expulsión de la población. La desaparición del monte para pasar al cultivo de soja afecta al suelo que posee poca riqueza orgánica.
Se plantea una cuestión básica. Ante los peligros se hace fundamental la reconstrucción y fortalecimiento del Estado proveedor de bienes públicos fundamentales como son: la educación, la seguridad, apoyo al desarrollo científico-tecnológico, la lucha contra la pobreza, posibilitando una mayor cohesión social, cuya falta es fuente de fracturas sociales y debilidad nacional.
Es ya patente que el mal uso que estamos haciendo del planeta nos pasa factura, de que tomemos conciencia de ello, depende el futuro de miles de seres vivos y nuestra propia supervivencia. En esta tarea han de implicarse los gobiernos de todas las naciones, pero también hemos de implicarnos todos y cada uno de los ciudadanos del planeta, es una labor de todos y aún estamos a tiempo.
Sun Tzu en el “Arte de la guerra y la estrategia” escribió que la vulnerabilidad del enemigo depende de él, nuestra propia invulnerabilidad depende de nosotros mismos. El mayor peligro paradójicamente, tan riesgoso como el cambio climático, comparable con la mayor de las sequías, con la peor de las inundaciones, los fríos más extremos o los calores más perjudiciales, es la profunda decadencia que afecta a la provisión de estos bienes básicos. La corrupción y la desidia son las verdaderas catástrofes climáticas.
Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social – E-mail: cristianfrers@hotmail.com
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