Por Shakuntala Makhijani.- Con los precios del petróleo nuevamente al alza y la agitación política que tiene lugar en algunas de las principales regiones petroleras, muchos países recurren a nuevas fuentes de crudo, con frecuencia perjudiciales para el ambiente.
Entre ellas, las arenas alquitranadas, las perforaciones en alta mar y el combustible pesado.
En Estados Unidos, la presión política debida a las continuas dificultades económicas y a la carestía del petróleo llevó a una renovada puja por las perforaciones en aguas del Golfo de México y en el norteño estado estadounidense de Alaska.
Esta expansión, que incluye más operaciones de este tipo en alta mar, sobreviene pese a investigaciones, demandas y reformas regulatorias posteriores a la explosión, en abril de 2010, de la plataforma de exploración Deepwater Horizon, que British Petroleum arrendaba a la firma suiza Transocean. Sólo en julio de ese año se pudo detener el derrame de crudo en el Golfo de México.
A causa de la menor producción a partir de las existentes reservas en alta mar, se espera que las perforaciones en esas aguas contribuyan con una cuota cada vez mayor de la elaboración mundial de petróleo, pese a sus demostrados riesgos para el ambiente y los seres humanos.
La controversia en torno al desarrollo de otra fuente petrolera dañina para el ambiente -las arenas alquitranadas de Canadá- estalló el año pasado. Organizaciones ecologistas lideraron las protestas contra el propuesto oleoducto Keystone XL. De concretarse, este transportará el petróleo desde el norte de Canadá hasta la costa estadounidense del Golfo de México.
Las preocupaciones en torno a la posible contaminación de las vitales napas subterráneas en el acuífero de Ogallala y la alteración de la delicada región de Sandhills, en el central estado estadounidense de Nebraska, hicieron que el gobierno de Barack Obama rechazara la ruta del ducto originalmente propuesta por la firma TransCanada. Pero el Departamento de Estado (cancillería) revisa actualmente esa ruta.
Sin embargo, la revisión de la ruta no abordará preocupaciones ambientales clave sobre la explotación de las arenas empetroladas. Entre ellas, los impactos climáticos que conlleva, el hecho de que requiere grandes cantidades de agua, los riesgos de derrames de crudo a lo largo de la cañería, y la alteración del paisaje y corrientes de desechos tóxicos derivados de esas operaciones.
Otra fuente de combustible en desarrollo que genera importantes preocupaciones climáticas y ecológicas es el petróleo pesado del cinturón del Orinoco, en Venezuela, que casi duplica las grandes reservas de crudo de ese país.
Aunque Estados Unidos y Canadá asumen importantes riesgos ambientales para expandir la producción petrolera, el aumento en la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) superó el de los estados que no integran esa entidad, principalmente gracias a la gran expansión de Arabia Saudita en 2011.
Medio Oriente sigue siendo la mayor región exportadora de crudo, capturando una cuota cada vez mayor del mercado mundial. Pese a los grandes esfuerzos de Estados Unidos por impulsar las exportaciones petroleras, en 2011 el país todavía representó una porción relativamente menor de ese mercado.
Estos esfuerzos de expansión tuvieron lugar pese a la desaceleración del consumo mundial de petróleo, pautado por un menor consumo en el mundo industrializado, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, en parte a consecuencia del aumento de precios.
Mientras, el consumo petrolero se incrementó rápidamente en China y en los países que conformaron otroa la hoy disuelta Unión Soviética. La brecha de consumo entre los países ricos y pobres se está volviendo más estrecha. El año pasado, países que no integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) representaron casi la mitad del consumo mundial de crudo.
También en 2011, el petróleo constituyó un tercio del consumo primario mundial de energía, todavía la mayor fracción de cualquier fuente energética. Sin embargo, esta cuota sigue en declive, dado que la producción de carbón y de gas natural sobrepasan el crecimiento de la producción petrolera.
En todo el mundo, la generación de energía a partir de fuentes renovables como el viento y el sol continúan aumentando más rápidamente que la derivada de los combustibles fósiles, lo que contribuye con una mayor porción del consumo energético final.
No obstante, los esfuerzos por expandir la extracción de combustibles fósiles de recursos potencialmente dañinos para el ambiente en muchos países industrializados -incluido el desarrollo de las arenas alquitranadas y la producción de gas de esquisto- señalan una falta de voluntad política para acelerar la muy necesaria transición hacia una economía mundial basada en las energías renovables.
Países industrializados como Estados Unidos y Canadá deberían estar liderando el camino hacia un futuro de energías renovables, bajo en carbono, en vez de invertir recursos en la explotación de petróleo en alta mar y de las arenas alquitranadas.
Aunque la merma del consumo petrolero de la OCDE es promisoria, se necesita un viraje mucho más rápido hacia fuentes de energía renovable para evitar el catastrófico cambio climático y los efectos perjudiciales para el ambiente y la salud humana de una economía que continúe basandose en los combustibles fósiles.
*Shakuntala Makhijani es investigador adjunto del equipo de Clima y Energía del Worldwatch Institute.
IPS