Por Franco Augusto Fogliata (*)
Brasil siempre es noticia en el mundo del azúcar y el alcohol. Aunque a veces las cosas no salen como lo había planificado porque surgen factores imponderables ajenos del manejo del hombre, por ejemplo el clima, que en la zafra 2011 alteraron el esquema productivo referido al etanol. Por primera vez, Brasil se vio obligado a importar un millón de metros cúbicos de etanol para la mezcla de combustibles por la sequía -y en parte por heladas-, que afectó la producción en un 19%. Por ello, en el ciclo actual tuvieron que rebajar la mezcla con las naftas desde un 25 a un 20%.
En Argentina la mezcla es de un 5% por Ley Nacional al efecto, pero nuestras destilerías aun no pudieron cubrir la demanda de aquella cifra, que en el mejor de los casos harían falta 300.000 metros cúbicos.
El impacto de la baja productividad en Brasil fue importante para el sector, pues tuvieron que hacer la importación del etanol producido del maíz desde los Estados Unidos, su principal competidor en el liderazgo mundial de este alcohol. Actualmente está en EEUU la mayor producción alcoholera del mundo, con un producto netamente subsidiado por una razón de estrategia política (ver libros del autor titulados “Los subsidios agrícolas: el drama de los países en desarrollo, edición 2006 y “Biocombustibles” edición 2009). El empleo masivo del etanol mezcla con combustible en EEUU, tuvo recientemente un empujón formidable, originado en la Agencia de Protección al Medio Ambiente mediante la aprobación en 2011 de una Ley Federal que obliga al uso del etanol con la gasolina, pues hasta ahora estaba circunscripta solo en algunos Estados.
Así prevén que para 2022 van a necesitar importar 15 millones de m3 para cubrir la demanda de un 10% de mezcla habida cuenta de las necesidades del maíz con otros fines industriales y de exportación, entre otras.
En este momento el país del norte produce unos 35 millones de m3 y con la importación podrán llegar a 50 millones de m3 para aquel 10% en un consumo de naftas de 540 millones de m3. Frente a este panorama, el sector sucro-alcoholero del Brasil ya comenzó a planificar su estrategia de crecimiento apuntando a dos objetivos: la mayor demanda que tendrá el propio país hacia 2020 y por otro lado, a la señalada demanda futura de EEUU y también de la Unión Europea.
Respecto a EEUU, dicha circunstancia se vio favorecida porque durante el primer trimestre de este año, este país y Brasil llegaron a un acuerdo comercial en el sentido que el primero eliminó las fuertes barreras proteccionistas arancelarias que venia aplicando desde 2003 a la importación del etanol brasileño, protegiendo así su propia producción de etanol de maíz. El arancel era de U$S 0,142/l , pero a su vez tenia un incentivo fiscal de U$S 0.133/l, que es un 43% de sus costos.
Ahora ambos países analizan la conveniencia de hacer un commodity global con el etanol. Entre 2003 y 2012, dicha situación obligó a la industria brasileña a un enorme esfuerzo económico para introducir etanol a Estados Unidos, instalando columnas de destilación para alcohol anhidro en la isla de Trinidad, ya que este territorio del Caribe contaba con un sistema de preferencias impositivas pues los productos que salían de allí, no pagaban aranceles de importación para entrar en los EEUU.
El alcohol del 96% se embarcaba en los puertos del noreste de Brasil hacia Trinidad y al recorrido se lo conocía como la “ruta del alcohol brasileño a USA”, según lo definió el New York Times. Hoy, esa situación ha desaparecido y entonces la agitación de las poderosas industrias metalúrgicas y sucro-alcoholeras paulistas ha comenzado y con razón. Las estadísticas brasileñas actuales señalan que de una producción de 25.600 millones de litros, deberán pasar a 55.000 millones en 2020 para atender el mercado interno y a su vez apuntan a ser proveedores de los EEUU y la UE.
En el sector sucro-alcoholero del centro y sur de Brasil estiman que para los próximos 8 y 10 años van a necesitar incrementar la molienda en 65 millones de ton/caña/año, obtenidas de 6,1 millones de hectáreas y que harían falta 172 nuevos ingenios con sus destilerías, lo cual llevaría aparejado una inversión de casi U$S 80.000 millones ( fuente Unica). El azúcar producido pasaría de la 39 millones de toneladas actuales a 56 millones. La magnitud de las cifras hizo que el sector solicite a su gobierno reglas más claras para producir y exportar etanol y en su conjunto a una matriz energética más viable atento a los programas de co- generación ya en marcha. Para 2015, el gobierno brasileño negoció con los ingenios pagar por una energía eléctrica proveniente de biomasa de la caña de azúcar, 103,06 reales por MWh (un real por $ 2,22), lo que trajo alguna disconformidad porque señalan que ese precio no ayudará a instalar alta tecnología de punta (fuente: Idea-News – abril 2012). La industria azucarera de Tucumán también ha comenzado a co- generar energía eléctrica para la red pública con cifras no oficiales que llegan a 152 MW por día.
Podemos ver así las enormes posibilidades mundiales de este sub-producto derivado de la caña de azúcar, dado que no existe un cultivo que sea más eficiente conversor de productos energéticos. Debemos sumar otro signo para EEUU, ya que las necesidades que tendrá la UE, que para un consumo de naftas de unos 200 millones de m3 la mezcla de un 10% requerirá 20 millones de m3 etanol/año, y solo llegarán a producir el 50% de esa cifra.
Los precios del etanol en Brasil en surtidor son de 1,70/l reales y la nafta de 2,30/l (un 74%). En Argentina los precios con IVA, serian $ 5,47 y $ 6,50 (súper), respectivamente, o sea el 84%.
(*) Ingeniero Agrónomo
Región Norte Grande