La empresa Transportadora de Gas del Norte (TGN) del grupo Techint, trazó en una nota a La Bolsa un panorama desolador del presente y futuro de la economía argentina. Habló de un alto riesgo de devaluación, de la incapacidad de sumar inversiones por las estatizaciones de YPF y las AFJP, del crecimiento del déficit y la imposibilidad de acceder al crédito. Y alertó sobre el “deterioro de la situación económica y política de Argentina”.
La multinacional argentina que lidera Paolo Rocca parece decidida a retomar el camino d ela confrontación con la administración de Cristina Kirchner, con la que mantiene una relación zigzagueante con picos de tensión.
En una extensa comunicación de 213 hojas girada ayer a la Bolsa de Buenos Aires para informar sobre el canje de sus Obligaciones Negociables, Transportadora de Gas del Norte (TGN) una compañía que integra el grupo Techint, trazó un minucioso y desolador panorama de la economía argentina, que se extendió sobre temas que hasta ahora eran tabú para los empresarios como la manipulación del Indec, el costo en materia de inversión de intervenir empresas privadas y el aislamiento internacional creciente que vive el país.
“Si bien la economía Argentina experimentó una importante recuperación continúa la incertidumbre en cuanto a si el reciente crecimiento es sustentable. Inicialmente, la recuperación dependió en gran medida, de los tipos de cambio favorables, los altos precios de las materias primas y la excesiva capacidad, pero generó inflación y aumentó la necesidad de invertir en infraestructura”, comienza el análisis de TGN que respalda en toda la línea la idea del “viento de cola” como explicación del crecimiento económico que se vivió en el ciclo kirchnerista.
TGN se encarga además de alertar que el crecimiento de años atrás se vio interrumpido por la crisis económica mundial de 2008 (que) provocó, en 2009, una repentina desaceleración de la economía argentina, acompañada de un descontento político y social, presiones inflacionarias y devaluación del Peso y falta de confianza de los consumidores e inversores”.
Y alerta que “la situación económica y política en Argentina podría empeorar”, al señalar que “la recuperación económica y el crecimiento de Argentina generaron inflación y la necesidad de contar con inversiones de capital en varios sectores de su economía aumentó, particularmente en el sector energético, que actualmente está operando prácticamente a su máxima capacidad instalada”.
“La menor demanda internacional de productos argentinos, la inestabilidad y falta de competitividad del Peso frente a otras monedas, la mayor desconfianza de los consumidores e inversores locales y extranjeros, el mayor índice de inflación e incertidumbres políticas futuras, incluyendo, como resultado de ello, la intervención del gobierno en el sector privado, podrían, entre otros factores, afectar el desarrollo de la economía argentina. La economía argentina continúa siendo frágil”, sentencia el informe lapidario.
Y luego de reiterar que “la recuperación económica ha dependido de los altos precios de las materias primas, que son volátiles y están fuera del control del gobierno de Argentina”, enumera implacable todas las patas flojas del actual modelo.
• El Peso continúo devaluándose;
• la inflación ha crecido y amenaza con seguir creciendo;
• la actual situación fiscal empeoró y corre el riesgo de deteriorarse aún más;
• el gobierno tuvo una fuerte intervención en el sector privado, incluyendo la expropiación de YPF, la principal empresa de petróleo y gas del país;
• el entorno regulatorio continúa siendo incierto y ha experimentado frecuentes cambios;
• el acceso de Argentina a financiamiento internacional es limitado;
• los créditos a largo plazo y tasa fija escasean; y
• las inversiones como un porcentaje del PBI continúan siendo bajas.
El problema de la inflación
Luego la firma de Techint advierte sobre los efectos nocivos que causarían en la economía una eventual devaluación y el perjuicio que ocasiona el contexto de alta inflación.
“Una depreciación importante del peso frente al dólar estadounidense podría afectar la situación financiera de empresas argentinas, al igual que nuestra capacidad para honrar nuestras obligaciones de deuda”, señala TGN.
Y explica que “En los últimos años la política del gobierno argentino fue la de mantener una intervención limitada en los mercados cambiarios, realizando operaciones periódicas de compra o venta de Dólares Estadounidenses. No obstante, el gobierno argentino no podrá continuar con su actual política respecto del Peso, y el Peso podría depreciarse aún más o apreciarse significativamente en el futuro. La depreciación del Peso frente al Dólar Estadounidense, fue de 9,6% en 2008, 9,9% en 2009, 4,7% en 2010 y 8,2% en 2011 y 5,2% en el período de seis meses al 30 de junio de 2012”.
“La inflación podría continuar aumentando e incidir negativamente en la economía argentina”, estima TGN, para subrayar que “la inflación fue flagelo para la economía argentina y para la posibilidad del gobierno de Argentina de estimular el crecimiento económico en el pasado.
“Un retorno a un contexto de alta inflación perjudicaría la competitividad de Argentina en el exterior diluyendo los efectos de la devaluación del peso y la disponibilidad del crédito a largo plazo”, señala.
Y agrega que “el alto índice inflacionario también debilita la competitividad de la Argentina en el exterior y afecta negativamente la actividad económica, el empleo, los salarios reales, el consumo y las tasas de interés. Además, la dilución de los efectos positivos de la devaluación del peso en los sectores orientados a la exportación dentro de la economía del país redujo el nivel de actividad económica en el país”.
A su vez, advierte que “una parte de la deuda argentina se ajusta por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (“CER”), un índice que está fuertemente ligado a la inflación. Por lo tanto, cualquier aumento importante en los niveles de inflación podría resultar en un aumento de la deuda de Argentina y, en consecuencia en las obligaciones financieras del país. Un alto nivel de incertidumbre respecto de estas variables económicas, y una falta general de estabilidad respecto de la inflación, podrían provocar el acortamiento de los plazos contractuales y menoscabar la posibilidad de las empresas de planificar y tomar decisiones, pudiendo a su vez afectar significativamente la actividad económica y reducir el nivel de ingresos de los consumidores y la capacidad adquisitiva de la gente”.
El INDEC
También se explaya TGN sobre la manipulación de las estadísticas , bajo el acápite: “Existen dudas en torno a las mediciones del INDEC”.
“En enero de 2007, el INDEC modificó su metodología para calcular el índice de precios al consumidor (IPC). Al mismo tiempo, el gobierno separó de sus cargos a altos directivos del INDEC, dando lugar a quejas del personal técnico del INDEC por la interferencia del gobierno de Argentina. Sumado a ello, el Fondo Monetario Internacional (“FMI”) exigió al gobierno de Argentina aclarar sus índices inflacionarios. En junio de 2008, el INDEC publicó un nuevo índice de precios al consumidor, eliminando casi la mitad de los rubros que se habían incluido en encuestas anteriores e introduciendo ponderaciones ajustables para la fruta, vegetales y ropa, rubros que tienen variaciones de costo estacionales”, recuerda el trabajo.
Y agrega que “el nuevo índice fue objeto de críticas de economistas e inversores quienes, tras su publicación inicial, detectaron subas de precios muy por debajo de las mediciones hechas por otras entidades. Esto afectó la credibilidad del índice de precios al consumidor que publica el INDEC, al igual que la de otros índices publicados por este organismo tales como el índice de pobreza, el índice de desempleo y el PBI.
Previendo que “i se determina que es necesario corregir el índice de precios al consumidor y otros índices del INDEC, la credibilidad de la economía argentina podría verse seriamente afectada, lo que a su vez podría afectar seriamente nuestra posibilidad de acceder a créditos internacionales a tasas de mercado que nos permitan financiar nuestras operaciones y crecimiento”.
El costo de intervenir
Es probable que las políticas del gobierno argentino tengan repercusión en la economía argentina y en la industria del transporte de gas. El trabajo de la firma de Techint también alerta sobre la incertidumbre que se genera por la creciente intervención del gobierno en la actividad privada. “En estos momentos enfrentamos riesgos y desafíos que tienen que ver con la regulación e interferencia del gobierno argentino”, señala y recuerda que “el gobierno Argentino ejerció una fuerte intervención en el sector privado, incluso mediante la expropiación de YPF, la principal empresa de petróleo y gas del país”.
Vinculando estas políticas con “las tensiones sociales y políticas” que según su visión continúan vigentes en el país.
“Las políticas que podría llegar a implementar el gobierno argentino en el futuro para evitar o responder ante el malestar social están las de expropiación, nacionalización, renegociación forzada o renegociación de contratos existentes (incluida nuestra licencia), controles de precios, suspensión del ejercicio de derechos de acreedores, nuevas políticas tributarias, incluidos aumentos de impuestos y determinaciones tributarias retroactivas, y cambios en las leyes, normas y políticas que afecten el comercio exterior, las inversiones, y exigencias laborales y ambientales”, estima TGN.
Y advierte que estos cambios “podrían afectar seriamente el ingreso de capitales a la Argentina”, citando como ejemplo “la expropiación del del 51% de las acciones de YPF durante el primer trimestre de 2012 (que) generó una drástica caída en los precios de las acciones y títulos de deuda de empresas argentinas”.
El regreso del déficit
El trabajo de TGN también advierte sobre el regreso de un eterno problema argentino: el déficit de sus cuentas públicas. “A partir de 2005, comenzó a aumentar el gasto público más marcadamente que los ingresos públicos. Como resultado de ello, el superávit primario del sector público no financiero cayó del 3,9% del PBI de 2004 a 0,3% del PBI de 2011”, señala.
“El superávit primario podría seguir reduciéndose en el futuro si sigue aumentando el gasto público debido, entre otras cosas, a deudas provisionales, subsidios al consumo de servicios públicos, asistencia financiera a las provincias con problemas económicos más inversiones en obras públicas y la oportunidad de las elecciones políticas, o si disminuyen los ingresos del país debido, entre otras cosas, a una menor demanda mundial y la baja de los precios internacionales de las principales materias primas que exporta Argentina. La baja del superávit primario podría afectar seriamente la capacidad del gobierno argentino en el futuro de acceder a financiamiento y generar una brecha financiera que podría limitar su capacidad de instrumentar reformas o incentivar el crecimiento” evalúa el informe, que también advierte que el sistema bancario no es sólida y hasta no descarta futuras “corridas” y fugas masivas de depósitos.
Riesgos macroeconómicos
Por último TGN advierte que “una baja en los precios internacionales de las exportaciones de las principales materias primas de Argentina, o una importante apreciación real del Peso frente al Dólar Estadounidense, podría afectar la economía de Argentina”.
“La recuperación y el crecimiento de Argentina a partir de la crisis económica de 2001 y 2002, dependió en gran medida de la histórica suba en los precios de las materias primas, como ser el de la soja, que representó el 23,8% de las exportaciones de Argentina de 2011”, recuerda TGN y advierte que “si el precio de las materias primas baja, el crecimiento de la economía argentina podría verse seriamente perjudicado. Ello también repercutiría negativamente en el nivel de ingresos y, en consecuencia, en su posibilidad de implementar reformas o políticas que incentiven el crecimiento”.
“Las fluctuaciones de los precios de las materias primas exportadas por Argentina, o un importante aumento en el valor del Peso (en términos reales), podrían afectar la competitividad de Argentina y afectar las exportaciones del país. Una disminución de las exportaciones podría afectar la economía argentina, tener un efecto negativo importante en las finanzas públicas debido a la menor recaudación de impuestos y desbalancear el mercado cambiario del país, lo que a su vez podría aumentar la volatilidad de las tasas de cambio”, evalúa el informe.
Para concluir que “adicionalmente, y más importante aún en el corto plazo, una importante apreciación del peso podría reducir los ingresos del gobierno de Argentina en términos reales y afectar su capacidad de pagar sus obligaciones de deuda, ya que estos ingresos dependen en gran medida de las retenciones a las exportaciones. Esto podría empeorar la situación financiera del sector público de Argentina, aumentar el desempleo y generar un aumento de impuestos o la necesidad de expandir la base monetaria e inyectar liquidez al sistema financiero del país imprimiendo moneda, lo que podría traer aparejada inflación y afectar seriamente la economía de Argentina”.
LPO