Eduardo Calderón y Josep Fumado
Grup de Cooperació/ Campus de Terrassa
Septiembre de 2008
Si los agrocombustibles no son una alternativa… ¿Qué nos queda? Para poder responder a esta pregunta, se requiere analizar a qué alternativa se refieren aquellos que plantean que los agrocombustibles son la alternativa a los combustibles fósiles. Según los defensores de los agrocombustibles, estos pueden sustituir de manera significativa a los combustibles fósiles en el transporte de una forma “renovable”, produciendo una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y de una forma ecológica, económica y socialmente “sostenible”. Los argumentos que van asociados a estos son; reducción de gases de efecto invernadero, seguridad energética, creación de empleo y análisis coste-beneficio positivo.
Estos argumentos no se cumplen en la implantación que se está llevando a cabo y que se prevé en el futuro, y por lo tanto la pretendida “gran alternativa” no es tal. El problema está en saber cuál o cuales serían las alternativas a los agrocombustibles que podría llevar a un modelo energético de bajas emisiones basado en fuentes renovables.
Un primer enfoque se basa en buscar otras alternativas tecnológicas que pueden encaminar hacia un cambio de modelo energético. En este texto no discutiremos las bondades de estas “otras alternativas tecnológicas”, ni las compararemos con los agrocombustibles, ya que este es uno de los errores de planteamiento que tienen los agrocombustibles: el plantear una única alternativa tecnológica como si fuera la solución a un problema tan complejo como es el modelo energético actual.
Consideramos que el enfoque de un cambio de modelo energético se debería basar en aplicar una visión más integradora y más amplia de los diferentes aspectos que influyen en el consumo energético. Para poder aglutinar de una forma sencilla los diferentes aspectos, nos centraremos en lo que a nuestro modo de ver son dos de los puntos más importantes de un proceso de cambio hacia otro modelo energético; la eficiencia energética y la soberanía energética.
La soberanía energética es un término polémico que más que a una definición se debe asociar al debate sobre dónde y quién ostenta el control de los recursos energéticos, con qué intención y, sobre todo, qué papel tiene la ciudadanía (repercusión en su vida diaria y capacidad de participación en los procesos de decisión energética). Actualmente, las políticas de la mayoría de países se dirigen hacia la garantía de la seguridad energética, que se refiere a la garantía de poder seguir teniendo el suministro energético constante, bajo la estructura energética existente, en la cual los habitantes de las zonas consumidoras son clientes de la empresas de energía, y los habitantes de las zonas de producción deben garantizar la extracción de los recursos.
Publicado en el Observatorio de la Deuda en la Globalización
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