A ocho años del boicot presidencial, el presidente de Shell dice que hay que dejar de lado el miedo y hablar en voz alta.
Por Diego Cabot
No es necesario presentarlo demasiado. Juan José Aranguren es presidente de Shell Argentina desde hace poco más de diez años. Hace ocho, la empresa sufrió con un boicot que lanzó el presidente Néstor Kirchner, y hace siete, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, pidió su prisión en 54 causas penales.
El hombre sigue ahí, en el mismo despacho que tomó el 1° de enero de 2003. Más vale, escucharlo.
-¿Cómo recuerda el boicot?
-Seguimos haciendo negocios en el país. Hubo un impacto de corto plazo, se perdieron ventas, pero se recuperaron. En esas semanas siguientes perdimos 30% de las ventas.
-¿Perdieron plata?
-La verdad es que en esa época, cuando las retenciones no eran tan altas como hoy, convenía exportar naftas. Y eso es lo que hicimos. Las que vendían menos fueron las estaciones de servicio de Shell que no son de la compañía.
-¿Cómo fue el peregrinar judicial de usted y de Shell en los últimos años?
-Desde 2006 o 2007 la oferta de combustibles no alcanza para satisfacer la demanda. Entonces, el secretario de Comercio Interior [Guillermo Moreno] tomó decisiones, a nuestro entender contrarias al marco legal vigente. Nos impuso 92 multas, de las cuales en 54 pidió mi prisión. A ocho años, en todos los casos fuimos beneficiados con una Justicia que falló conforme a derecho. En las 54 causas penales he sido absuelto; de las 92 multas, en 37 hubo una decisión de 1a instancia, en 29 a favor de la compañía, que fueron apeladas por Moreno. En ocho, la multa de un millón la bajaron a 10.000 pesos, en dos casos a 100.000 y en otro a 80.000. Apelamos y de las que están apeladas, en 25 casos la CSJN falló a favor de la compañía. Debo decir que hemos tenido éxito en defender nuestro derecho en la Argentina.
-Desde 2008 los combustibles suben 20% por año en promedio…
-En 2007, se tomó una decisión cuyo resultado fue el contrario a lo que se quería hacer. Las retenciones pusieron tope al precio del combustible que se exportaba, lo que se cobraba por encima iba al fisco. Antes de esas retenciones, el mercado externo, que daba ganancias, subsidiaba al mercado interno. Al ponerle un precio bajo, el mercado externo pasó a trabajar a pérdida, no quedó otra que aumentar los precios del mercado interno. Se logró lo contrario de lo que se quería.
-¿Así nadie invierte?
-No se puede invertir en estas condiciones. Es un momento en el que necesitamos invertir. La factura energética para importar se tornó prohibitiva porque no tenemos los dólares suficientes como para pagarla. Por eso los controles de precios, el cepo cambiario, etcétera.
-¿Usted cree que ésa es la causa del cepo cambiario?
-Es uno de los factores. La inversión para reemplazar la importación no llega porque no están dadas las condiciones para invertir.
-El ingreso de Eskenazi, ¿no tuvo nada que ver con la suba?
-No lo veo así. Es una consecuencia de una política que manda dos señales al mercado. Al consumidor le dice: “Lo que le ofrezco es barato, consuma”. Y a la oferta se le dice: “No están dadas las condiciones como para que usted tenga rentabilidad; entonces, no invierta”. Tarde o temprano eso produce desabastecimiento, por falta de inversión o por falta de oferta.
-¿Shell se quedará?
-Sí. Consideramos que es un mercado importante y que tarde o temprano va a restablecer los valores en referencia con el mercado internacional, sino con el regional
-¿Alguien invierte en refinería?
-Si las reservas están, las inversiones van a llegar. A medida que haya un mejor horizonte de reservas, las empresas van a invertir.
-¿La producción está al máximo?
-Una cuarta parte de la demanda argentina de gasoil se importa. En la nafta es marginal, pero, por ejemplo, cuando una refinería se para, no se recupera. Hay que reemplazarla por importación.
-¿Cómo ve a los nuevos colegas petroleros?
-El empresario argentino contrariamente a lo que dicen es muy poco corporativo. Para una empresa no es relevante cómo son los pares; es importante el consumidor.
-¿Y las cámaras empresarias?
-No tienen un rol preponderante en la discusión pública.
-¿Qué opina de YPF?
-Creo no ser inocente cuando digo esto: el Gobierno esperaba encontrarse otra cosa. Estando en YPF pueden tomar conciencia si el sector está para tirar manteca al techo o si se tienen que tomar decisiones de inversión. Hubo una mejor valoración de cuál es el estado del sector.
-¿Les interesaría una asociación con YPF?
-YPF tiene una cantidad de activos que son atractivos para cualquier empresa petrolera y hay varias, Shell incluida, que están interesadas en compartir su tecnología, en invertir. Obviamente, en la medida que se generen condiciones como para hacerlo con rentabilidad.
-Si hay petróleo, ¿qué falta para que lleguen las inversiones?
-Falta reconocer una realidad. Para hacer frente a inversiones billonarias, hay que dar rentabilidad, libre disponibilidad de los excedentes después de abastecer el mercado interno, que se pueda remitir dividendos, y no hablo del 90% como se hizo en una compañía [YPF desde 2008], sino de una renta común.
-¿Cómo repasa estos años en los que quedó prácticamente solo en el mundo empresario?
-Es un sentimiento encontrado. El rol de un dirigente está vinculado con cumplir con sus obligaciones, pero también con exigir que se respeten sus derechos. Eso es lo que intentó Shell, defender sus derechos cuando nos decían que estaban avasallados.
-¿Dejaría de hacer publicidad si un funcionario se lo pide?
-No deja de sorprenderme. La decisión empresarial de no publicitar los precios o las ofertas afecta principalmente a aquellos medios que no son beneficiados por la pauta oficial, ahogándolos financieramente. Un funcionario no debería manejarse de palabras, sino por escrito, indicando los motivos. Con el tema de la publicidad, hay que decir que si hay un acuerdo, necesariamente va contra las normas de Defensa de la Competencia.
-¿Está de acuerdo?
-Creo que estas conductas, voluntarias imagino, los debería hacer reflexionar a quienes las toman. Hay un dicho campero que dice: “La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer”. Aquellos empresarios que aceptaron no cumplieron con su rol; privilegiaron lo conveniente y no lo correcto, y tarde o temprano van a sufrir las consecuencias.
-Muchos ejecutivos de multinacionales, como es su caso, prefieren mantenerse quietos ante las corporaciones…
-Hablo por mí y no por todos los ejecutivos, pero ¿quién puede tener menor información de un país que el que fue puesto por la corporación para manejar? Hay una actitud complaciente cuando se da esa respuesta. Prefieren aceptar la imposición que tomar un camino, que puede ser un poco más tortuoso, pero más conveniente.
-¿Falta autocrítica?
-Ha llegado el momento en que el sector empresario se mire al espejo, y diga: “Qué hemos hecho, o no he hecho, para merecer esto”. Por acción u omisión, algunos empresarios terminan recibiendo lo que estuvieron favoreciendo. Y a lo mejor ahora es un poco tarde.
-¿Eso le pasó a Repsol?
-Sin dudas. Como dice la frase que le atribuyen a Bertolt Brecht, pero que es del pastor alemán Niemöller: “Hoy golpearon mi puerta y no hay nadie para defenderme”.
-¿Hay complacencia con las formas del Gobierno?
-No tengo ninguna duda de que es así. Es como a los locos, se les da la razón sabiendo que con eso no se los cura, sino que se los mantiene en su enfermedad. El dirigente tiene una responsabilidad que empieza por cumplir con sus obligaciones. Esa complacencia va a tener resultados que irán en contra del que la estuvo usufructuando.
-¿Sintió vacío?
-Hay quienes dicen que en tiempos opacos los principios se declaman en voz baja. Espero que lleguemos a tiempos brillantes en los que podamos hablar todos en voz alta, de decir lo que pensamos y no tengamos miedo.
-¿Hay miedo?
-Sí, hay miedo de expresar una opinión. No podemos tener miedo. Hay que opinar porque lo contrario a la democracia es el discurso único. Debemos fomentar el diálogo para mejorar el sector en el que estamos. Hay mucha complacencia, prefieren agachar la cabeza en vez de dar su opinión. Hay mucha complacencia.
-¿Complacencia o cobardía?
-Cada cual es dueño de sus propios actos. Con la verdad no se puede ni temer ni ofender.
-¿Tuvo miedo de quedarse sin trabajo?
-No, porque tengo 34 años en Shell. En la vida no todo es un buen sueldo, hay que mirar a los hijos sabiendo que no se hizo una macana. He sido contemporáneo con la administración Kirchner y sigo en Shell.
-Pero pidieron su cabeza…
-En algún momento, hubo un requerimiento a los que eran los embajadores inglés y holandés como para que le manifestaran a la corporación que no venían con buen agrado la conducta del presidente de Shell.
-¿Cuánto hace que no ve a De Vido o a la Presidenta?
-Al ministro [De Vido] hace tres o cuatro años, pero he tenido algún intercambio epistolar. A la Presidenta no tengo el gusto de conocerla. Sí conocí a Kirchner.
Varios cambios en los surtidores
-La petrolera venezolana Pdvsa nunca se expandió en la región ¿por qué?
-Nadie se expande en condiciones que no sean viables. No la veo expandiéndose.
-Pero hubo un anuncio…
-Sí, anunció en 2005 la instalación de 600 estaciones de servicio, pero nunca lo hizo. El discurso pasa por un lado y la realidad por otro. Mire Petrobras, una empresa muy exitosa que ahora ha salido de algunos negocios en la Argentina. Y eso no tiene nada que ver con el management, que es exitoso, sino con que por ahí no están dadas las condiciones para estar en el país.
-Se cerraron muchas estaciones de servicio…
-Lo corrijo. No sólo cerraron de los terceros, sino también de las petroleras. Nosotros pasamos de 110 en 2003 a 51 ahora. Esto sucede por un grave problema de rentabilidad.
-¿No habrá más estaciones?
-Sólo si hay rentabilidad.
-¿Qué cambió en el mercado desde el boicot?
-El único que quedó con la misma composición accionaria fue Shell. YPF primero compartió el capital con un experto en mercados regulados; luego se la expropió o confiscó. Esso vendió, y Petrobras se desprendió de una refinería y la mitad de sus estaciones. Shell consolidó su negocio. Más aún, exploramos negocios en los que no estábamos como la exploración de pozos no convencionales.
Juan José Aranguren
Presidente
Profesión: ingeniero
- Hace 34 años que trabaja en Shell y desde el 1° de enero de 2003 es el presidente de la compañía.
En marzo de 2005, el entonces presidente Néstor Kirchner convocó a la población a “no consumir ni una lata de Shell”.El ejecutivo soportó 54 causas penales por desabastecimiento que le inició el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. En todas pidió su prisión y en todas ha sido absuelto.