Por Elsa Bruzzone.- La atención de todos los problemas generados por el deterioro de la calidad del agua, su escasez, la contaminación y el estado deficitario de los servicios sanitarios en extensas regiones del país, con sus perjudiciales secuelas en la salud de la población, las sequías, inundaciones, hace que las obras a desarrollar deban extenderse a todas las zonas del país para asegurar el acceso al agua potable, es decir a agua buena, dulce, pura y sana y a los servicios sanitarios a todos los habitantes del país, pues esto garantiza salud y vida. La acción debe estar dirigida tanto a los núcleos urbanos como a las poblaciones rurales. En las ciudades se deben ampliar y modernizar las instalaciones y realizar las obras fundamentales que reclama el desarrollo demográfico y urbanístico. En las poblaciones rurales deben atenderse los requerimientos en materia de desagües cloacales y provisión de agua. El mayor beneficio debe corresponder a los sectores de menores ingresos, distribuidos en las áreas marginales de los grandes centros urbanos y en las poblaciones pequeñas y medianas del interior del país.
Un recurso vital como el agua, determina la necesidad de asegurar disponibilidades hídricas compatibles con sus utilizaciones actuales y futuras. Por lo tanto se hace necesaria la articulación y coordinación de las organizaciones intergubernamentales y gubernamentales y de la sociedad civil con responsabilidades e intereses en la gestión, uso y protección de los recursos hídricos.
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Realidad Económica