Rafael Unzcátegui.- El tecnicismo “commodities” alude a productos que poseen un rango de precios decidido internacionalmente que no requieren de tecnología avanzada para su fabricación y procesamiento. El término se está convirtiendo de uso común en la discusión de la región pues commodities son los hidrocarburos, el gas, la soja, biocombustibles y otros recursos minerales que América Latina está exportando al mercado global. La investigadora argentina Maristella Svampa, en un artículo reciente para la revista Nueva Sociedad, ha realizado aportes sobre los modelos de desarrollo presentes en la región que complejiza los análisis maniqueos que aseguran que en la región existen dos modelos enfrentados: el “neoliberal” y el progresista”. En su texto plantea que el llamado “Consenso de Washingon” ha dado paso a un “Consenso de los commodities” debido a que la creciente demanda de bienes primarios sintoniza con la revitalización de una visión “el-doradista” de una América Latina como lugar de abundantes recursos naturales, lo cual oxigena una ilusión desarrollista “que recorre, más allá de las diferencias y los matices, el conjunto de los países latinoamericanos”. Dicho consenso implementa masivamente proyectos extractivos orientados a la exportación, estableciendo un espacio de mayor flexibilización en cuanto al rol del Estado. Tanto “neoliberales” –México, Chile, Perú-, como los “progresistas” –Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil- coinciden en minimizar las consecuencias ambientales, los efectos socioeconómicos y un proceso de disciplinamiento que implica nuevas formas de coerción sobre la población.
Svampa describe como gran parte de las izquierdas del continente, así como el progresismo populista, poseen una visión productivista del desarrollo, privilegiando el diagnóstico como un conflicto entre capital y trabajo, teniendo a soslayar las luchas enfocadas en la defensa del territorio y los bienes comunes. “Como consecuencia, las problemáticas socioambientales son consideradas como una preocupación secundaria y sacrificable, en vistas de los graves problemas de pobreza y exclusión de las sociedades latinoamericanas”.
La realidad motiva así nuevas herramientas conceptuales de comprensión. No en balde el 22 de julio se celebra el Día Mundial contra la Minería, con actividades destacadas en casi todos los países del continente.