Mariano Beristain.- El área correspondiente al yacimiento de Vaca Muerta, que YPF explotará de forma conjunta con la firma de capitales estadounidenses Chevron, significará “a partir del quinto año” de desarrollo casi la tercera parte de la producción actual de crudo de la compañía argentina. Además, también está contemplado que esta zona común, que sólo comprende al 1,3% de este megayacimiento hidrocarburífero no convencional (Neuquén, Río Negro y Mendoza), generará el equivalente al 9% de la producción de gas actual.
Esta conclusión se desprende de un documento que circula de forma reservada en el Palacio de Hacienda y al que tuvo acceso Tiempo Argentino. El trabajo intitulado “La Recuperación de la Soberanía Energética” cuestiona además la idea de que el acuerdo con Chevron es un retroceso desde el punto de vista de la recuperación de los recursos hidrocarburíferos.
De acuerdo al plan quinquenal 2013-2017 que presentó el CEO de la compañía, Miguel Galuccio, YPF perdió entre 1999 y el 2010 el 47% de las reservas de crudo y el 63% de las de gas, producto de un proceso de vaciamiento que sufrió, principalmente, durante la gestión de Repsol.
Tras un análisis critico de lo acontecido en el mercado energético argentino a partir del proceso de desregulación y privatizaciones de los años 90, el trabajo defiende “la asociación con el capital extranjero para el desarrollo de áreas estratégicas”.
La defensa del convenio con Chevron, quien invertirá más de U$S 1200 millones en Vaca Muerta, tiene varios ejes argumentales. En primer lugar, subraya que la experiencia internacional muestra que “prácticamente no hay empresa estatal de petróleo que no este asociada con capitales extranjeros”.
Para refrendar este concepto, el informe de Economía recuerda que tanto la venezolana PDVSA como las compañías estatales petroleras rusas han establecidos distintos acuerdos con grandes firmas multinacionales de capitales privados.
Otro de los puntos que destaca el documento es la enorme masa de “inversiones y tecnología de punta” que se requieren para poner en marcha el desarrollo de recursos hidrocarburíferos no convencionales. Esto, por supuesto, fija limitaciones claras a cualquier compañía nacional que no cuente con los recursos dinerarios suficientes para poder realizar los trabajos de exploración y explotación, y establece planes de crecimiento en el mediano y largo plazo.
Con respecto al impacto que tendrá el acuerdo con Chevron, el trabajo de Economía es claro. “Si se cumplen las expectativas, la explotación de esta área (que sólo representa el 1,3% del yacimiento Vaca Muerta) va a significar un aumento muy importante en la producción de YPF”, señala. Además ofrece precisiones sobre los pronósticos iniciales porque indica que “se prevé que una vez que el proyecto alcance su máximo nivel de producción –a partir del quinto año– la producción de petróleo del proyecto representará el 32,9% de la producción actual de YPF” y también “en el caso del gas equivaldrá a un 9,3 por ciento”.
En los últimos días, desde diversos ámbitos académicos y políticos de la oposición se ha sostenido que las políticas encaradas durante el kirchnerismo han definido un nuevo proceso de extranjerización del sector. Sin embargo, la realidad parece desmentir esta teoría. Mientras en el 2003, el 89% de la producción petrolera estaba en manos de empresas de origen extranjero, este porcentaje se había reducido al 48% en 2012. En el caso de la producción gasífera, la tendencia es similar pero menos acentuada. En el 2003 el 80% de la producción correspondía a empresas de capitales foráneos y en 2012 dicha incidencia se había reducido hasta el 63 por ciento. La clave para revertir este proceso de extranjerización fue, sin lugar a dudas, la recuperación de YPF y el comienzo de una nueva etapa.