Nicolás Gandini.- Quienes los vieron esta semana lo notaron un tanto pálido, con el semblante algo caído, pero con la fuerza intacta. Estaba preparado para seguir. Y hasta se ilusionaba con lograr que las mineras suscriban, en las próximas semanas, un Bono Argentino para el Desarrollo Económico (Baade) para traer, en conjunto, más de US$ 300 millones a la Argentina. Había enviado, en esa dirección, una planilla a las compañías del sector para que cada una especifique la cantidad de divisas que iba a ingresar bajo ese esquema (ver facsímil). Unos días atrás le había asegurado a Carlos Bulgheroni, propietario de la petrolera Bridas, que la tan mentada flexibilización del Baade sería una realidad antes de fin de año.
También había prometido a los estacioneros que monitorearía el establecimiento de una Tasa Vial a los combustibles en diferentes localidades de la provincia, con la promesa de no permitir el incremento de la carga impositiva sobre los dueños de las bocas de expendio. Y tenía pendiente la decisión sobre la extensión de los precios tope a las naftas y gasoil, que caducan la semana próxima.
Sin embargo, ninguna de esas carpetas sumará un nuevo folio. Su vigencia prescribió el 19 de noviembre de 2013. Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior y hombre fuerte del gabinete económico durante los últimos años, dejó su cargo ayer por la tarde y generó el cismo político más importante de los gobiernos kirchneristas por la salida de un funcionario público.
Facsímil. La nota que envío Moreno a las mineras por el Baade
Si bien no eran sus áreas específicas de competencia, los últimos días de Moreno estuvieron marcados por la agenda minera y energética. Confiaba en convencer a los productores metalíferos -por lo general compañías de origen canadiense y europeo- de apuntalar el nuevo Baade, pensado por él como herramienta para palear la sangría de reservas del BCRA. También quería sumar a algunas petroleras y empresas energéticas.
Desde mediados de la presidencia de Néstor Kirchner, el ahora ex secretario de Comercio Interior actuó sobre el sector energético de forma tangencial, pero su participación rara vez pasó desapercibida.Como cuando en 2004, todavía a cargo de la Secretaría de Comunicaciones, le sugirió al ex mandatario la creación de una empresa estatal de energía, que unos meses más tarde se materializaría en la fundación de Enarsa. Lamentablemente para sus intereses, el control de la compañía recayó sobre Julio De Vido, ministro de Planificación, un adversario interno dentro del gabinete, para la idea original le pertenece.
Por lo general, las decisiones de Moreno con injerencia en el sector petrolero estuvieron acompañadas de polémica. A fines de 2007, por caso, fue el autor intelectual de la resolución 394 del Ministerio de Economía, que incrementó significativamente las retenciones a la exportación de petróleo y derivados y, de manera indirecta, fijó en 42 dólares el precio interno tope del crudo. La norma fue cuestionada duramente no solo por las petroleras,que desde ese entonces desaceleraron inversiones en la producción del hidrocarburo, sino también por hombres cercanos a De Vido y al secretario de Energía, Daniel Cameron.
Juan José Aranguren, presidente de Shell, suele decir que Moreno logró imponerle a la industria petrolera las retenciones que no pudo implementar sobre el sector agropecuario por el voto no positivo de Julio Cobos. El directivo de la petrolera angloholandesa entabló una fuerte pelea dialéctica con el ex secretario que desembocó en la Justicia. Desde el boicot contra Shell ordenado por Néstor Kirchner en 2005, Moreno le inició decenas de causas penales por el presunto incumplimiento de la normativa vigente de precios, aunque en la enorme mayoría de esos litigios la Justicia respaldó la posición de la petrolera.
Tampoco estuvo ajeno al manejo operativo del sistema eléctrico. Su vehemencia discursiva y sus formas alejadas de todo protocolo no estuvieron ausentes. Técnicos de Cammesa y de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas del Comahue, la entidad encargada de operar las represas hidroeléctricas de esa región, todavía recuerdan las amenazas de Moreno de aplicar la Ley de Abastecimiento en abril de 2008 si los directivos no turbinaban reservas de agua por debajo del mínimo técnico de las centrales.
Los llamados telefónicos a industriales para exigirles que bajen la carga de su consumo eléctrico o gasífero durante los inviernos fueron otra constante, siempre evitando recurrir -salvo en casos excepcionales- a escribas para notificar sus decisiones. Su verba, tan conocido por empresarios y hombres de negocios, fue, sin embargo, todo un enigma para los medios de comunicación, que rara vez pudieron extraerle alguna declaración.