Según Néstor García, socio líder de Energía de KPMG en la Argentina
Con casi un 50% de los recursos no convencionales estimados en toda Latinoamérica, el país tiene suficiente shale como para recuperar su autoabastecimiento energético en el mediano plazo. No obstante, Néstor García, especialista de KPMG, advierte sobre los riesgos de apostar todas sus fichas al sector.
Las existencias recuperables de gas no convencional en el país superan los 21 billones de metros cúbicos (m³), mientras que las de petróleo no convencional llegan a los 26.900 millones de barriles equivalentes. Así lo indica un flamante informe de la consultora KPMG, realizado sobre la base de los últimos datos que maneja la Agencia de Información de Energía de los Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés).
Denominado “Estudio económico sobre recursos convencionales, shale oil & shale gas en la Argentina: situación actual y perspectivas”, el trabajo señala que, aunque las inversiones y los costos que deberán afrontarse para la puesta en valor del shale a nivel local son significativamente mayores que las erogaciones necesarias para la extracción tradicional, los beneficios y soluciones a futuro que representan son excesivamente tentadores. “La producción exitosa de estos hidrocarburos significaría, además de recobrar el ansiado autoabastecimiento, un mayor ingreso de divisas (a través del aumento de las exportaciones y las inversiones extranjeras) y una importante reducción del déficit energético que bien podría devolver a nuestro país su calidad de exportador neto de energía”, asegura Néstor García, autor del informe y socio líder de Energía de KPMG en la Argentina.
Sin embargo, apunta el especialista, el logro de estos objetivos no depende únicamente de la voluntad de hacer de los gobiernos y sus políticas, de los marcos normativos o de las condiciones del mercado, ya que entra también en juego la incertidumbre sobre el éxito, la factibilidad y recuperación de las reservas no convencionales (es decir, la certeza de su aprovechamiento comercial). “Por ende, es necesario crear las condiciones económicas e institucionales que se requieran para facilitar el flujo de inversiones tanto locales como extranjeras, las cuales permitan obtener información certera sobre el tamaño real de los reservorios y las posibilidades de extracción y producción”, advierte.
En paralelo, acota, sería recomendable la implementación de una estrategia de diversificación en la explotación de hidrocarburos y de la generación de energía en general.
A tomar recaudos
A decir de García, abocar todos los recursos a la explotación de los recursos no convencionales sólo redituará en un futuro. “Por otro lado, según la EIA aún quedan por explotar en la Argentina más de 2.800 millones de barriles de petróleo y cerca de 13 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas en reservorios probados convencionales, con más de 350 millones de m³ de crudo y 1.217 billones de m³ gasíferos en yacimientos por descubrir”, apunta.
En cuanto a la producción de energía renovable, sostiene que –a pesar de ser menos redituable y tener menor participación en la oferta energética local–, ésta se erige como un aporte a la diversificación de la matriz y resulta significativamente más sustentable en el tiempo que el resto de las opciones.
En su opinión, la Argen-tina se encuentra hoy ante una oportunidad clave, y las decisiones que se tomen en materia energética impactarán de lleno tanto en la oferta y la demanda futura como en el crecimiento económico esperado para los próximos años. “La ventana que se abre para la explotación y producción del shale es una que no debería cerrarse y aprovecharse. De todos modos, deben tomarse ciertos recaudos que apunten a reducir el riesgo implícito en la exploración y producción de estos hidrocarburos, y que fomenten –al mismo tiempo y a través de políticas públicas– el desarrollo continuo de los recursos convencionales y el de otras energías más sustentables y de aprovechamiento futuro, como son las renovables”, completa.
Cambio radical
De acuerdo con García, si bien el hidrocarburo no convencional no se diferencia del petróleo o gas extraído por los métodos usuales, implica un esfuerzo adicional en términos de inversiones, tecnologías y costos en los que las empresas deben incurrir para su extracción exitosa y posterior producción. “A diferencia de los petróleos y gases tradicionales, cuyos reservorios se encuentran más cercanos a la superficie y en capas significativamente más accesibles, los hidrocarburos no convencionales (o shale) residen o permanecen en lo que se conoce como roca madre o generadora”, detalla.
Según sus palabras, está claro que el shale producirá un cambio radical en el mercado internacional del petróleo y el gas, en la medida en que los países que gozan de mayores reservas vayan mejorando las técnicas de extracción, incorporando su producción tanto a los mercados domésticos como externos, elevando la oferta y equilibrando los precios. “Teniendo en cuenta que este tipo de recursos no convencionales se encuentra bien distribuido alrededor del globo (mejor aún que los convencionales), el shale oil y el shale gas aparecen como una clara extensión a recursos energéticos finitos y sustanciales para el crecimiento económico global. En ese sentido, la Argentina es una de las naciones con mayores posibilidades de producción de shale; en particular, las formaciones Vaca Muerta y Los Molles. De hecho, el país posee el tercer potencial de hidrocarburos no convencionales del mundo, sólo por detrás de China y los Estados Unidos”, resalta.