El acertijo del petróleo iraquí
Por Michael Schwartz (Tomdispatch.com).- Cómo han caído los poderosos. Apenas hace unos años, un más que confiado gobierno de Bush esperaba derrocar al dictador iraquí Sadam Husein, pacificar el país, instalar un gobierno clientelista y obediente, privatizar la economía y establecer en Iraq el cuartel general político y militar de la presencia dominante de EE.UU. en Oriente Próximo. Se esperaba que tales éxitos, a su vez, allanasen el camino a los ambiciosos objetivos consagrados en el informe del secreto grupo de trabajo del vicepresidente Dick Cheney sobre energía, de 2001. Ese informe se centraba en la explotación de las enormes reservas de energía que en gran medida están aún sin explorar en Iraq —mayores que las de cualquier otro país que no sea Arabia Saudí o Irán [1]— incluyendo el cuádruple de la capacidad de Iraq para bombear petróleo y en la privatización del proceso de producción.
El sueño en aquellos lejanos días era quitar a la OPEP —el cártel integrado por los principales exportadores de petróleo del planeta— el poder de controlar el suministro de petróleo y su precio en el mercado mundial. Como recompensa por expandir ampliamente la producción iraquí y por liberalizar su distribución fuera del control de la OPEP, figuras clave de la Administración Bush se imaginaron que EE.UU. podría separar una pequeña proporción de esa incrementada producción petrolera para compensar el costo de los 40 mil millones de dólares previstos para la invasión y ocupación del país. Todo ello en un año o dos.
La ambición constante atenuada por el fracaso político y militar
Casi siete años después, parecerá sorprendente que las cosas en Iraq acabaran costando un poco más de lo esperado y que no funcionasen exactamente como se había imaginado. Aunque la invasión de marzo de 2003 rápidamente derrocó a Sadam Husein, el resto de la ambiciosa agenda de la Administración Bush sigue estando en gran medida sin cumplirse.
En lugar de pacificar rápidamente una nación agradecida y después de retirar las tropas estadounidenses a excepción de unas 30.000 ó 40.000 [2] (que iban a ser estacionadas en enormes bases lejos de las zonas urbanas de Iraq), la ocupación ha disparado la insurgencia tanto suní como shi’í mientras que las operaciones de contrainsurgencia estadounidenses han conducido a una matanza masiva, a una guerra civil sectaria, a la limpieza étnica de Bagdad, a una crisis humanitaria que ha ocasionado cientos de miles de muertos, cuatro millones de refugiados internos y externos [3], y una tasa de desempleo que se ha mantenido siempre por encima del 50% con todo el hambre, la enfermedad y la miseria que se pudiera esperar.
Mientras tanto, el gobierno shi’í del primer ministro Nuri al Maliki, fervientemente apoyado por la Administración Bush y considerado por Transparencia Internacional [4] como el quinto más corrupto del mundo, se ha transformado en un régimen clientelista cada vez menos fiable. A pesar de los dictados y los deseos estadounidenses, ha logrado establecer cordiales relaciones políticas y económicas con Irán, retardar el proceso de privatización económica lanzado por los administradores neocon enviados a Bagdad en 2003 y se ha restablecido como principal empleador del país. Incluso periódicamente parece resistirse a su designado papel como posible anfitrión a largo plazo de una fuerza de ataque militar estadounidense en Oriente Próximo.
Esta resistencia se expresó con mayor fuerza cuando al Maliki hizo palanca a la Administración Bush en la firma de un acuerdo sobre el estatuto de las fuerzas (SOFA) en 2008, que incluía la retirada militar completa de EE.UU. a finales de 2011. Al Maliki llegó a pedir incluso —y recibió— la promesa de desalojar las cinco grandes bases militares “permanentes” [5] que el Pentágono había construido, con sus esmeradas instalaciones, pobladas por decenas de miles de personas y prácticamente sin presencia alguna del ejército iraquí, ni siquiera entre los miles de trabajadores no cualificados que hacen el trabajo sucio necesario para mantener funcionando a estas “ciudades estadounidenses” [6].
A pesar de estos reveses, la Administración Bush no abandonó la idea de que Iraq podría seguir siendo la futura sede de una presencia de EE.UU. en la región ni lo hizo en las elecciones presidenciales de 2008 el candidato Barack Obama [7]. Éste, de hecho, insistió repetidamente en que el gobierno iraquí debería de ser un importante aliado de EEUU [e Iraq] quien albergase más probablemente la fuerza militar de 50.000 efectivos que permitiría “a nuestras fuerzas atacar directamente a al Qaeda donde quiera que exista y demostrar a las organizaciones terroristas internacionales que no nos han expulsado de la región”.
Desde su acceso al Despacho Oval, Obama no ha dudado ante el compromiso de hacer de Iraq un aliado clave en Oriente Próximo y ha prometido en su discurso sobre el estado de la Unión [8] que EE.UU. “seguirá colaborando con el pueblo iraquí” en un futuro indefinido. En la misma comparecencia, sin embargo, el presidente prometió que “todos nuestros soldados están regresando a casa”, aparentemente señalando el abandono de los planes militares del gobierno de Bush. El secretario de Defensa, Robert Gates, por otra parte, ha expresado recientemente una visión contraria al insinuar la posibilidad de que los iraquíes puedan estar interesados en negociar una vía sobre el acuerdo SOFA que permita a las fuerzas estadounidenses permanecer en el país hasta 2011[9].
Una parálisis dinámica mantiene el petróleo iraquí en el subsuelo
El petróleo iraquí también ha sido un foco de la constante ambición de Washington atemperada por el fracaso. Mucho antes de que el costo de la guerra comenzase a dar bandazos hacia la estimación actual del Congreso de 700 mil millones de dólares [10], la idea de utilizar los ingresos del petróleo para pagar la invasión había desaparecido al igual que la idea de cuadruplicar la capacidad de producción en unos pocos años. La esperanza de hacerlo algún día, sin embargo, sigue viva. La especulación de que la producción de Iraq podría en un futuro no muy lejano superar a la de Arabia Saudí [11] puede representar aún la principal estrategia de Washington para aplazar la grave escasez de energía internacional en el futuro.
Incluso antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, el hermético grupo de trabajo de Energía presidido por el vicepresidente Cheney asignó provisionalmente varios yacimientos de petróleo de un futuro Iraq pacificado a las principales compañías petroleras internacionales [12]. Antes de la invasión de marzo de 2003, el Departamento de Estado redactó de hecho, la futura legislación de un gobierno post-Husein que habría transferido el control de los campos petrolíferos más importantes a los gigantes del petróleo extranjero. Esas empresas esperaban entonces invertir miles de millones necesarios en la desvencijada industria petrolera de Iraq para impulsar la producción a las tasas máximas.
No mucho tiempo después de que tropas de EE.UU. entraran en Bagdad, el procónsul de la Administración, L. Paul Bremer III, promulgó la legislación por decreto del Departamento de Estado [13] (y en clara violación del derecho internacional que prohíbe a las potencias ocupantes modificar las leyes fundamentales del país conquistado). Bajo la consigna de la desbaathificación —el desmantelamiento del partido de Sadam Husein— [Bremer] eliminó también a los técnicos petroleros, a los ingenieros y a los administradores dejando tras de si una esquelética tripulación de iraquíes para gestionar la producción existente (y esperar la llegada de los gigantes del petróleo con todos sus conocimientos técnicos). En poco tiempo, muchos de estos profesionales parias huyeron a otros países donde se valoran sus capacidades creando una fuga de cerebros que, durante un tiempo, casi ha incapacitado la industria petrolera iraquí. Bremer nombró entonces a un grupo de consultores y empresarios internacionales del petróleo para el Fondo de Desarrollo de Iraq de nueva creación (y sancionado por NN.UU.) que iba a supervisar [14] todos los ingresos petroleros del país.
Los administradores, técnicos y trabajadores iraquíes que quedaban organizaron pronto un determinado y eficaz multi-frente de resistencia frente a las intenciones de Bremer. Para ello, recibieron la ayuda de una creciente insurgencia. En un episodio espectacular, Bremer anunció que estaba a la espera de transferir el control del puerto de Basora (que entonces gestionaba el 80% de las exportaciones de petróleo del país) de una empresa estatal a KBR [15], entonces subsidiaria de Halliburton, la compañía que el vicepresidente Cheney había dirigido. Previendo que sus puestos de trabajo pronto desaparecerían en un mar de mano de obra importada, los trabajadores petroleros atacaron de inmediato [16]. KBR se retiró rápidamente y Bremer abandonó el intento.
En otras iniciativas de Bremer, empresas energéticas y de construcción se hicieron cargo del desarrollo, la reparación y las operaciones de los principales yacimientos de petróleo iraquíes. Los resultados han sido pocas veces suficientes y a menudo destructivos. Los contratos para la reparación o renovación de las infraestructuras eran con frecuencia una chapuza o se dejaban incompletos pues las compañías internacionales eliminaban las instalaciones que utilizaban tecnología que les era ajena y acababan instalando equipamientos incompatibles. En un caso, una reparación de un oleoducto de 5 millones de dólares se convirtió en un proyecto de “modernización” de 80 millones de dólares [17] que se hundió en inextricables cuestiones de ingeniería y que, tres años más tarde, se abandonó sin haber sido completado. En más de unos pocos casos, las comunidades locales sabotearon ese tipo de proyectos bien porque se empleaba a trabajadores y técnicos extranjeros en lugar de iraquíes o porque fueron diseñados para privar a los habitantes de lo que consideraban su “parte justa” de los ingresos del petróleo.
En los dos primeros años de la ocupación se produjeron más de 200 ataques a oleoductos y gasoductos. En 2007, se registraron 600 actos de sabotaje [18] contra oleoductos e instalaciones.
Después de un inicial frenesí de intereses, las compañías petroleras internacionales midieron los peligros y educadamente rechazaron la invitación de Bremer a arriesgar miles de millones de dólares en inversiones energéticas iraquíes.
Tras este fracaso inicial, la Administración Bush buscó una nueva estrategia [19] para avanzar en sus ambiciones de petróleo. A finales de 2004, con Bremer fuera de la foto, Washington negoció un acuerdo entre el primer ministro iraquí Iyad Allawi —respaldado por EEUU— y el Fondo Monetario Internacional. Los países de Europa se comprometieron a perdonar una cuarta parte de la deuda acumulada por Sadam Husein y los iraquíes se comprometieron a aplicar el plan de EE.UU. sobre petróleo. Pero esto no funcionó mejor que el esfuerzo de Bremer. Los continuos sabotajes de los insurgentes, la resistencia de los técnicos y los trabajadores iraquíes y la ineptitud corrupta de las empresas contratantes hicieron que el avance fuera imposible. Las compañías petroleras internacionales siguieron manteniéndose lejos.
En 2007, bajo la presión directa de EE.UU., el primer ministro al Maliki aprobó a regañadientes prácticamente la misma ley [20] y la remitió al Parlamento iraquí para su consideración legislativa. En lugar de aprobarla, el Parlamento se estableció como nuevo centro de resistencia al plan de EE.UU. elevando innumerables quejas ya conocidas y negándose en repetidas ocasiones a llevarla a votación. Ha permanecido latente hasta hoy.
Este estancamiento se ha mantenido sin cesar durante el primer año de la Administración Obama como demuestra la persistencia del conflicto [21] en el oleoducto que transporta petróleo de Iraq a Turquía, fuente aproximadamente del 20% de los ingresos petroleros del país. Durante la Administración de Bremer, los EE.UU. habían puesto fin a la tradición de la era de Sadam de permitir que las tribus locales desviasen una parte del petróleo que circula a través de su territorio. Los insurgentes, considerando esto como un acto de robo por parte de EE.UU., llevaron a cabo el sabotaje sistemático del oleoducto, y —a pesar feroces ofensivas militares de EE.UU.— se mantuvo cerrado excepto unos pocos días durante los cinco años siguientes.
El oleoducto fue reabierto en el otoño de 2009 cuando el gobierno iraquí restauró la costumbre de la era de Sadam a cambio de poner fin al sabotaje. Ha sido sólo parcialmente exitoso. Los envíos se han interrumpido por nuevos ataques a los oleoductos [22], evidentemente organizados por los insurgentes que creen que los ingresos del petróleo están financiando ilegalmente la mantenida ocupación de EE.UU. La fragilidad del servicio del oleoducto, incluso hoy, es una pequeña señal de la resistencia continua que podría ser un obstáculo para un aumento significativo de la producción de petróleo hasta que la presencia militar de EE.UU. haya terminado.
La saga completa de los seis años de sueños, políticas y presiones energéticas estadounidenses en Iraq ha producido poco hasta ahora: un aumento poco significativo en la producción de petróleo iraquí, ningún incremento de su capacidad futura para producir y ningún aumento en sus exportaciones energéticas. La gran ambición de transferir el control real de la industria petrolera a manos de las compañías petroleras internacionales se ha demostrado no menos malograda.
Durante los años transcurridos desde que EE.UU. iniciase su campaña de la energía, la producción ha languidecido de hecho, cayendo a veces hasta en un 40% por debajo de los niveles anteriores a la invasión en una industria que ya se mantiene por los pelos y gracias al ingenio. En las últimas estadísticas de la Institución Brookings de diciembre de 2009, la producción se situó en 2,4 millones de barriles por día, un total de 100.000 barriles menos que la media diaria anterior a la guerra.
Para empeorar las cosas, el precio del petróleo, que había alcanzado los máximos históricos a principios de 2008, comenzó a disminuir. En 2009, con la economía mundial hecha jirones, los precios del petróleo se hundieron radicalmente y el gobierno iraquí carecía de ingresos para sostener sus gastos actuales y mucho menos para reparar su devastada infraestructura.
Como resultado, a principios de 2009, el gobierno de al Maliki comenzó activamente, incluso con desesperación, a buscar la forma de aumentar la producción petrolera aun sin existir una ley del petróleo. Ello, después de todo, era el único camino posible para que un país por otro lado indigente, con una agricultura fracasada en medio de una sequía de extrema severidad [23] aumentase los fondos disponibles para proyectos públicos —o, por supuesto, incluso para más corrupción privada.
Las compañías petroleras mueven ficha
En enero de 2009 el gobierno abrió un nuevo capítulo en la historia de la producción de petróleo en Iraq cuando anunció su intención de permitir que una lista de varias decenas de empresas petroleras internacionales [24] pujasen por los contratos de desarrollo de ocho campos de petróleo existentes.
Los contratos propuestos no les ofrecían de hecho el tipo de control sobre el desarrollo y la producción que el equipo de trabajo de Cheney había previsto en 2001. En su lugar, serían contratadas para financiar, planificar y poner en práctica una gran expansión de la capacidad de producción del país. Tras la amortización de su inversión inicial, el gobierno les recompensaría a un cambio de no más de dos dólares por cada barril adicional de petróleo extraído de los campos que trabajen. Con la previsión de que los precios del petróleo deberán mantenerse por encima de 70 dólares por barril [25], ello significa que una vez que los costes iniciales sean reembolsados, el gobierno iraquí podría esperar recibir más de 60 dólares por barril, lo que prometía una solución a la crisis financiera actual del país.
Las principales compañías petroleras internacionales rechazaron inicialmente [26] los términos sin más exigiendo en cambio el control total sobre la producción y pagos de aproximadamente 25 dólares por barril. Esta resistencia inicial comenzó a erosionarse, sin embargo, cuando la Corporación nacional de Petróleo China (CNPC, en sus siglas en inglés), empresa estatal, indujo [27] a su socia BP, la enorme compañía petrolera británica, a aceptar las condiciones del gobierno para ampliar el campo de Rumaila, cerca de Basora, en el sur de Iraq, a un millón de barriles al día.
La empresa china, según creen los expertos, podría darse el lujo de aceptar esta baja rentabilidad debido al deseo de Pekín de crear una relación energética a largo plazo [28] con Iraq. Lo que los dirigentes chinos esperaban obviamente con este contrato de meter el pie es que llevase a más contratos para explorar las vastas, no explotadas (y, posiblemente, aún no descubiertas) reservas de petróleo de Iraq.
Quizá ante la amenaza de que las empresas chinas puedan acumular la mayor parte de los contratos de los campos petroleros más ricos de Iraq dejando a otras firmas internacionales fuera, antes de diciembre se produjo una verdadera estampida [29] que comenzó a presentar ofertas para contratos. Al final, los grandes ganadores fueron las empresas estatales de Rusia, Japón, Noruega, Turquía, Corea del Sur, Angola y, por supuesto, China. La compañía nacional de Malasia, Petronas, estableció un récord de participantes con seis socios diferentes en cuatro de los siete nuevos contratos que el gobierno de al Maliki distribuyó. Shell y Exxon fueron las únicas grandes compañías petroleras que participaron y ganaron licitaciones; las otras fueron superadas en la puja por consorcios liderados por empresas estatales. Estos resultados sugieren que las compañías petroleras nacionales, a diferencia de sus competidores privados que persiguen la maximización de los beneficios, estaban más dispuestos a renunciar a las ganancias inmediatas a cambio del acceso a largo plazo al petróleo iraquí.
Sobre el papel, estos contratos tienen el potencial para satisfacer uno de los aspectos del hambre de petróleo de Washington y frustrar otro. Si se cumplen plenamente, en conjunto podrían aumentar la producción iraquí de 2,5 millones a 8 millones de barriles por día en sólo unos pocos años. Sin embargo, no entregarán el control de la producción (o la mayor parte de los ingresos) a empresas extranjeras a fin de que Iraq y la OPEP puedan continuar, si lo desean, limitando la producción, manteniendo los precios altos y ejerciendo poder en el escenario mundial.
Sin embargo, los centros de resistencia [30] a la política petrolera inicial de EE.UU. han expresado su oposición a estos nuevos contratos. Los miembros del Parlamento exigieron inmediatamente [31] que se presentaran todos los contratos para su aprobación declarando que sería retenida a menos que se incluyera la protección rigurosa de los trabajadores, técnicos y gestores iraquíes. Las compañías estatales de petróleo iraquíes exigieron garantías [32] de que sus técnicos, ingenieros y administradores fueran adiestrados en las nuevas tecnologías que las empresas extranjeras traigan con ellas y, según vayan desarrollándose sus capacidades, aumente su control operacional sobre los yacimientos.
El poderoso sindicato petrolero iraquí se opuso [33] a los contratos a menos que se incluyesen garantías de que todos los trabajadores serían contratados de Iraq. Los líderes tribales locales mostraron su oposición si no se garantizaba un complemento de los trabajadores locales y la subcontratación de empresas de base local durante la fase de desarrollo. Luego estaba la insurgencia que sigue oponiéndose a las exportaciones de petróleo hasta que EE.UU. no se retire totalmente del país, y ha expresado su oposición mediante los 26 ataques que ha lanzado contra los oleoductos e instalaciones de petróleo desde septiembre de 2009 [34].
Algunos de estos mismos grupos han bloqueado con éxito las iniciativas anteriores relativas al petróleo. A menos que se les satisfaga, pueden frustrar el último intento del gobierno para hacer que mane el petróleo iraquí. Una señal de alerta puede apreciarse en el destino de un contrato firmado con la CNPC a principios de 2009 que exigía el desarrollo del relativamente pequeño yacimiento de Ahdab (mil millones de barriles) [35] cerca de la frontera iraní. El texto del contrato original cumplía las condiciones exigidas por los líderes locales y los trabajadores pero el trabajo, una vez iniciado, generó pocos puestos de trabajo locales y aún menos oportunidades para las empresas locales. Los chinos trajeron en su lugar trabajadores extranjeros siguiendo el patrón establecido por las empresas estadounidenses que participan en la reconstrucción iraquí. Finalmente, el equipamiento fue saboteado, se minó el trabajo y la viabilidad del proyecto sigue estando amenazada.
El fin no está a la vista y el resultado todavía no está claro. ¿Se desarrollarán las vastas reservas de petróleo iraquí y se enviarán al hambriento mercado mundial en breve plazo? Si es así, ¿quién determinará la velocidad de flujo y quién ejercerá con ello el poder que confiere esta toma de decisión? Y una vez que este océano de petróleo se venda, ¿quién recibirá los ingresos potencialmente increíbles? Como con tantas otras cosas, cuando se trata del petróleo iraquí, la guerra estadounidense ha generado muchos problemas y catástrofes y muy pocas respuestas.
Michael Schwartz es profesor de sociología en la Universidad Estatal de Stony Brook. Es el autor de War Without End: The Iraqi War in Context (Haymarket Press), que explica cómo la geopolítica militarizada del petróleo llevó EE.UU. a desmantelar el Estado iraquí y su economía alimentando una guerra civil sectaria. El trabajo de Schwartz sobre Iraq ha aparecido en numerosos medios de académicos y populares. Escribe con regularidad en TomDispatch.com.
Notas:
1.- http://www.tomdispatch.com/post/175095/michael_klare_peak_oil_and_the_remaking_of_iraq
2. –http://www.tomdispatch.com/post/174869/a_basis_for_enduring_relationships_in_iraq
3.- http://www.tomdispatch.com/post/174892/michael_schwartz_the_Iraqi_brain_drain
4.- http://www.transparency.org/policy_research/surveys_indices/cpi/2009/cpi_2009_table
5.- http://www.nytimes.com/2009/09/09/world/middleeast/09bases.html?_r=1
6.- http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2006/02/03/AR2006020302994_pf.html
7.- http://obamaspeeches.com/094-A-Way-Forward-in-Iraq-Obama-Speech.htm
8.- http://www.whitehouse.gov/the-press-office/remarks-president-state-union-address
9.- http://www1.voanews.com/english/news/usa/11dec09-iraq-gates-79050007.html
10.- http://www.reuters.com/article/idUSN2611591520100126?type=marketsNews
11.- http://www.oilprice.com/article-iraq-to-challenge-saudi-arabia-for-the-position-of-worlds-largest-oil-producer-if.html
12.- http://www.tomdispatch.com/post/174779/michael_schwartz_the_prize_of_iraqi_oil
13.- http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7008
14.- http://fairuse.1accesshost.com/news1/salon12.htm
15.- http://www.nationbooks.org/book/179/Halliburton%27s%20Army
16.- http://www.tomdispatch.com/post/84463/michael_schwartz_on_dismantling_iraqi_life
17.- http://www.truthout.org/article/rebuilding-iraqi-pipeline-disaster-waiting-happen
18.- http://www.csmonitor.com/2007/1217/p17s01-wmgn.html
19.- http://www.merip.org/mero/mero120704.html
20.- http://www.tomdispatch.com/post/174779/michael_schwartz_the_prize_of_iraqi_oil
21.- http://www.iraqoilreport.com/security/energy-sector/two-days-at-least-until-north-pipeline-fix-3512/
22.- http://www.iraqoilreport.com/security/energy-sector/two-days-at-least-until-north-pipeline-fix-3512/
23.- http://www.tomdispatch.com/post/175177/tomgram:_martin_chulov,_is_iraq%27s_next_crisis_ecological/
24.- http://www.nytimes.com/2009/03/19/world/middleeast/19iraq.html
25.- http://www.reuters.com/article/idUSTRE5B30OK20100125
26.- http://www.truthout.org/1213096
27.- http://www.google.com/hostednews/afp/article/ALeqM5gYeFphi2NSZSKwXwaGMKbAN5Xt6A
28.- http://www.iraqoilreport.com/the-biz/interview-sabah-shabeeb-al-sa%e2%80%99idi-2171/
29.- http://www.iraqoilreport.com/oil/production-exports/comment-analysis-the-economics-of-iraq-oil-investment-3264/?utm_source=Email+Update+Subscribers&utm_medium=email&utm_campaign=34c744b1d9-RSS_EMAIL_CAMPAIGN
30.- http://www.iraqoilreport.com/oil/production-exports/comment-analysis-iraqs-oil-and-gas-challenges-and-opportunities-3613/?utm_source=Email%20Update%20Subscribers
31.- http://www.truthout.org/062809B?n
32.- http://english.aljazeera.net/focus/2009/06/20096288505111580.html
33.- http://www.iraqoilreport.com/the-biz/one-oil-field-awarded-many-questions-remain-1863/
34.- http://www.iraqoilreport.com/security/energy-sector/north-pipeline-security-questioned-3610/?utm_source=Email+Update+Subscribers&utm_medium=email&utm_campaign=b2c131dd83-RSS_EMAIL_CAMPAIGN
35.- http://www.iraqoilreport.com/the-biz/locals-look-for-benefits-in-oil-boom-2231/
Fuente: www.tomdispatch.com / Traducción para Rebelión de Loles Oliván