El gobierno de México busca legalizar, por la puerta de atrás y de forma disfrazada, la práctica de la fracturación hidráulica o “fracking” para favorecer con garantías a las empresas que pretenden invertir en proyectos de extracción de gas en la Cuenca de Burgos, denunciaron representantes de comunidades indígenas y organizaciones, activistas, especialistas e investigadores.
Integrantes de la Alianza Mexicana contra el Fracking (AMCF) acusaron que el gobierno mexicano facilitará la entrada de corporaciones petroleras a costa de los derechos de las comunidades, como a la consulta previa, libre e informada.
Hace dos años se logró que no procediera la reforma a la Ley Nacional de Aguas, en la que no sólo se pretendía privatizar el agua, sino también legalizar el fracking. Sin embargo, la fracturación hidráulica ahora está contenida en una regulación secundaria emitida por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y en revisión en la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) para su próxima publicación en el Diario Oficial de la Nación, explicaron Rogel del Rosal Valladares y Rosa Esther Peña, de la AMCF.
Por su parte, el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Miguel Ángel Montoya, aseguró que la regulación secundaria representa “un acto de absoluta ilegalidad y criminalidad” al pasar por encima de la Ley Nacional de Aguas, que prohíbe la explotación de aguas residuales si contamina los acuíferos.
La práctica del fracking lleva en México por lo menos diez años y ha provocado afectaciones en comunidades de Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla. Su ejecución consta de la perforación vertical de la tierra de 3 a 5 kilómetros y luego 16 perforaciones horizontales en todas direcciones y con extensión de 1.5 kilómetros cada uno.
Una vez cubierta el área subterránea de millones de metros cuadrados, se inyectan hasta 28 millones de litros de agua mezclada con arena y sustancias altamente tóxicas en cada pozo, cuyo periodo de vida no rebasa los 15 días, para romper las estructuras geológicas y extraer los hidrocarburos, explicó Carlos Vega, maestro en ciencias, hidrogeólogo y director del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa de la UAM.
En las sustancias utilizadas para el fracking se han encontrado hasta 64 elementos tóxicos, cancerígenos y mutagénicos que contaminan las corrientes subterráneas, ríos, lagunas y manantiales. Sin embargo, aún no se conoce el impacto de todos los compuestos que integran las sustancias para la fractura hidráulica.