Entre octubre del 2016 y abril del 2018 el precio del gas en boca de pozo subió más del 200% en dólares. Con esta decisión el gobierno pretende llegar a un precio del gas de 6,40 / 6, 80 dólares por millón de BTU. Precios que no toman en cuenta los costos reales de explotación de los yacimientos y que además establecen valores de paridad con la importación cuando en la práctica el 75 % del gas que hoy se consume en la Argentina proviene de nuestros yacimientos y solo el 25% es gas importado.
Por Instituto del Pensamiento y Políticas Públicas.– Esta estrategia le impide a la Argentina aprovechar para su propio desarrollo la ventaja de la que dispone al ser un país productor de gas y define que esa ventaja se transforme de manera absoluta y completa en ganancia privada de las empresas del sector.
Entre fines del 2015 y abril del 2018, para los usuarios de Gas Natural Ban o Metrogas, en nuestra región metropolitana, el aumento del precio del gas en metro cúbico ha aumentado entre 400% y 1000%. Y los aumentos globales promedio en todo el país oscilan entre 400 y 600%.
Como si esto fuera poco, hay que destacar que sigue en vigencia el denominado Plan Gas que entre 2013 y 2017 transfirió subsidios a las empresas por más de 7.500 millones de dólares reconociendo precios de hasta 7,5 dólares por millón de btu. Recién este año este plan fue reemplazado por un nuevo programa de subsidios destinados a la cuenca neuquina y austral con precios similares y con vigencia hasta el 2021.
Si miramos el caso de la energía eléctrica entre fines del 2015 y febrero del 2018 el precio mayorista se ajustó en un 327%, mientras el costo variable del kw/hora aumentó en valores que oscilaron entre el 300 y el 1000% (fundamentalmente en el área metropolitana).
Sin embargo en el marco de esta orgía de aumentos y mantenimiento de subsidios en el 2017 la extracción de gas se redujo en un 1% promedio, las empresas ajustaron en un 30% la inversión en yacimientos comparado con el 2016, se produjo una preocupante declinación en la extracción de crudo del 6,3% en el 2017, lo cual implica el peor retroceso desde 1999 y el menor volumen de crudo desde 1992.
Y es más, las importaciones de petróleo del 2016 y 2017, son 44% superiores a las registradas entre 2008 y 2015 y representan el 78% de todo el petróleo importado entre 2003 y 2015. Así las cosas, finalizado el 2017 se importó un 329% más que a finales del 2015.
En síntesis, los aumentos tarifarios y de combustibles que deterioran el poder adquisitivo de los hogares e incrementan los costos de las empresas (en algunos casos, pymes, decretando su absoluta inviabilidad), han redundado en la declinación de la producción de petróleo y gas, un ajuste a la baja de las inversiones y una creciente dependencia de las importaciones.
Para Claudio Lozano, uno de los autores de este informe junto a Gustavo Lahoud y el equipo de IPyPP, la política energética del actual gobierno renuncia a la necesaria visión integral que debería tener en cuenta no solo el abastecimiento perdurable y eficiente. También debería garantizarse la posibilidad de acceso de toda la comunidad , el resguardo de nuestro entorno ambiental y el objetivo de diversificar nuestra matriz de generación y consumo de energía de manera sostenible en el tiempo.
Todo lo contrario, “este balance desnuda las inconsistencias de la gestión Aranguren en tanto política centrada en la exclusiva y excluyente idea de la recomposición de la rentabilidad de las corporaciones que operan en el sector energético, vía ajustes permanentes de los bienes sectoriales, en un contexto de dolarización de los principales indicadores del sector, y de una apertura desreguladora que nos deja a expensas del mercado internacional y de la inestabilidad del tipo de cambio” , expresa Lozano.
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En la foto: Ministro de Energía, Juan José Aranguren.