Es en el Po, a causa de un sabotaje en una refinería ubicada al norte de Milán. El episodio puso en peligro a toda la región.
Calendasco (AFP-NA) > Una catástrofe ecológica sin precedentes amenaza el río Po, el mayor de Italia, que fluye desde los Alpes al mar Adriático, a causa de la capa de petróleo derramada en uno de sus afluentes por un sabotaje a una ex refinería del norte de Milán.
“Vamos a solicitar el estado de calamidad natural y definir un plan para limitar los daños al medio ambiente ante una situación tan grave, que pone en peligro toda la región y sus aguas”, anunció el responsable de asuntos territoriales de la Región Lombardía, Davide Boni.
Pese a las barreras instaladas para intentar encauzar la capa de petróleo, que alcanza ya varios kilómetros de longitud, la mancha descendió el Lambro, un afluente del río, y contaminó el Po cerca de la ciudad de Plasencia.
En Calendasco, una pequeña ciudad no muy lejos de la desembocadura, se percibía un olor agrio y fétido, mientras militares y miembros de la protección civil inspeccionaban las orillas.
La prefectura de Milán formó una unidad de crisis ante la magnitud de la catástrofe que afecta a uno de ríos más importantes de la península y que podría perjudicar el llamado “delta del Po”, una zona de gran valor ambiental, declarada en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Cientos de animales, sobre todo pájaros y patos, han sido hallados muertos a lo largo del Lambro, embadurnados de petróleo negro.
Un acto deliberado habría provocado esta catástrofe ecológica: hacia las cuatro de la madrugada, cuando las válvulas del depósito de la ex refinería Lombardi Petroli en Villasanta, cerca de Monza, fueron abiertas.
“Un crimen contra el cual hay que rebelarse”, clamó el presidente de la región Lombardía, Roberto Formigoni, quien prometió “identificar a los culpables y castigarlos con severidad”.
Equipos de bomberos, voluntarios de la Protección Civil y de la Agencia Regional para la Protección del Ambiente (ARPA) se han desplegado a lo largo del curso de agua con aparatos para absorber el petróleo.
“Hemos montado una barrera y vamos a poner diques flotantes realizados con un material especial que absorbe los hidrocarburos”, explicó a la AFP Enzo Buttasava, de la Protección Civil.
“Buscamos el lugar más angosto”, dijo.
“Cuatro barreras serán montadas en la zona de Plasencia”, precisó por su parte Alfio Rabeschi, representante de las autoridades locales. “En esta parte el río es caudaloso, la capa se ha diluido y el problema es que el petróleo se podría acumular en los recodos”, comentó.
“La capa de petróleo partió de Monza y atravesó la región de Milán” para luego afluir en el Po, explicó un portavoz de ARPA.
“La cantidad de petróleo derramada es de al menos 1.000 m3, pero es posible que sea mayor”, precisó.
“Fue un acto criminal”
De madrugada, a las 4.00 horas (local) desconocidos abrieron las válvulas. Millones de litros de gasóleo se derramaron de tres gigantescos tanques de la refinería que en realidad está cerrada al norte de Milán.
No es hasta el amanecer, horas después, cuando se descubre la envergadura de la catástrofe ecológica: Sobre el Lambro, un afluente del Po de unos 130 kilómetros de largo, flotaba una pegajosa y venenosa capa de aceite. Y esa “ola negra”, cada vez más grande, amenazaba con contaminar el propio Po, de importancia vital para la región.
Que no fue un accidente quedó claro en poco tiempo. Parecía evidente que se trataba de un acto de sabotaje, un acto delictivo, que ocasionará daños millonarios. ¿Fueron especuladores de la construcción los que dieron la orden de cometer este crimen medioambiental?
Los bomberos, los servicios de protección civil, las autoridades medioambientales, todos se pusieron manos a la obra a contrarreloj para para frenar esa marea negra y evitar en la medida de lo posible que la sustancia venenosa llegase al Po. Por eso el comité de crisis constituido a toda prisa tuvo que intervenir primero entre Monza y la metrópoli noritaliana, y después protección civil colocó barreras flotantes frente a la desembocadura del río Lambro en el Po en San Zenone al Lambro.
“El Lambro está muerto”, protestaron los vecinos. El aire maloliente irritaba sus vías respiratorias, mientras que el aceite arrebataba la vida a sus primeras víctimas: patos y otras aves.
Nadie cree que se trate de una broma pesada, cometida por alguien para lograr notoriedad en los medios. “Fue un acto criminal”, dijo Francesco Leonetti de la oficina medioambiental Arpa. Y encima los responsables de la antigua refinería se mostraron vacilantes a la hora de comunicar la verdad, con lo que empeoraron la situación, ya que pasaron horas antes de que se descubriera la dimensión y la procedencia de la marea negra.
Los italianos, que estos días están siendo más sacudidos de lo habitual por noticias de casos de corrupción y blanqueo de dinero a gran escala, tuvieron que digerir primero la nueva mala noticia. ¿Se trata en esta ocasión de nuevo de negocios?
“La región del Lambro pertenece a las más contaminadas de Italia, aunque cerca de esa antigua refinería debía construirse una zona verde urbana”, señaló el diario turinés “La Stampa” como posible motivo del delito medioambiental.
La Mañana Neuquén