Por Amy Goodman.- Mike Markham de Colorado tiene un problema explosivo: el agua corriente de su casa se prende fuego. Markham muestra esto en un nuevo documental, “Gasland”, que acaba de ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Sundance. En la película, el director, Josh Fox, filma a Markham abriendo el grifo de su cocina y acercando la llama de un encendedor al agua corriente. Luego de algunos segundos, sale una bola de fuego de la pileta, que prácticamente envuelve la cabeza de Markham.
La causa del agua inflamable, y el tema de “Gasland”, es el proceso de perforación denominado fracturamiento hidráulico, o “fracking”.
El “fracking” es utilizado para acceder a reservas de gas natural y petróleo que se encuentran a miles de metros bajo tierra. Empresas como Halliburton perforan en forma vertical y luego envían la barrena perforadora en forma horizontal, logrando así pasar a través de muchísimas pequeñas vetas de gas y petróleo atrapadas en las napas subterráneas. Las cargas explosivas son luego dispuestas y activadas en varios puntos del conducto, provocando lo que Fox denomina “mini terremotos”. Estas fracturas se expanden debajo de la tierra, permitiendo que el gas vuelva a fluir hacia el pozo para luego ser extraído. Para abrir las fracturas se inyectan millones de galones de líquido de fractura en el pozo a una presión muy alta.
Los líquidos de fractura son una combinación de agua, arena y una mezcla secreta de químicos. Cada pozo necesita de uno a siete millones de galones de fluido cada vez que se extrae el gas. Las empresas perforadoras no tienen que revelar el cóctel químico, gracias a muchas exenciones otorgadas a la industria, en particular en la Ley Estadounidense de Política Energética aprobada en 2005, que de hecho le otorgó a la industria de fracturamiento hidráulico una exención específica dentro de la Ley de Agua Potable Segura. El congresista de California, Henry Waxman, presidente del Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes, acaba de anunciar que se hará una investigación de la composición de los químicos utilizados en el fracturamiento. En una carta del 18 de febrero, Waxman comentó acerca de la exención de la Ley de Agua Potable Segura: “Muchos denominaron a esta disposición ‘el vacío legal de Halliburton’ debido a los vínculos de esta empresa, que es una de las mayores proveedoras de servicios de fracturamiento hidráulico, con el entonces Vicepresidente Cheney”. Antes de ser vicepresidente, Dick Cheney era director ejecutivo de Halliburton.
En una investigación anterior, Waxman se enteró de que Halliburton incumplió las disposiciones de un acuerdo no vinculante firmado con el gobierno en 2003, en el que la empresa prometía no utilizar combustible diesel en la mezcla al extraer de determinados pozos. Halliburton bombeó al suelo cientos de miles de galones de líquidos tóxicos que contenían diesel, que potencialmente pueden haber contaminado el agua potable.
Según el Departamento de Energía, había más de 418.000 pozos de gas en Estados Unidos en 2006. Debido a que la Agencia de Protección Ambiental no tiene la autoridad para investigar y regular el fracturamiento hidráulico, se desconoce el grado de contaminación. Sin embargo, cuando Josh Fox viajaba por el país, y a medida que se fue interesando más en la inmensidad de la industria de perforación petrolífera y de los problemas que provoca, documentó cómo la gente que vive cerca de los pozos de gas sufre de contaminación del agua y del aire y padece una serie de problemas de salud que surgieron luego de que se usó la técnica de fracturación en los pozos cercanos a sus hogares: “Salí a la carretera y viajé a alrededor de treinta estados diferentes –la película se centra en cerca de diez de ellos; es una película de carretera- y fui de un lugar a otro y descubrí la misma historia, que las empresas perforadoras de gas decían una cosa y que la gente estaba obteniendo algo totalmente diferente, y develé esta pesadilla orwelliana de gente a la que se le prometía mucho dinero y luego terminaban viviendo en pueblos que estaban en ruinas”.
Es un tema personal para Fox: vive en Pennsylvania, cerca de un arroyo que desemboca en el Río Delaware, sobre el “Esquisto de Marcellus”, una región subterránea que se extiende de Nueva York a Tennessee con grandes reservas de gas natural. El fracturamiento hidráulico en el Esquisto de Marcellus podría contaminar el suministro de agua potable de la Ciudad de Nueva York y de Filadelfia. A Fox le ofrecieron casi 100.000 dólares por los derechos del gas de sus 7 hectáreas de tierra, lo que lo llevó a investigar a la industria y, finalmente, a realizar su documental premiado.
No hay prácticamente ningún tipo de supervisión federal del ‘fracking’, lo que hace que la responsabilidad de esta tarea quede librada a los estados, muchos de los cuales tienen un presupuesto ajustado, por lo que hay una serie de regulaciones dispares. Estas regulaciones no están a la altura de las prácticas de las grandes empresas multinacionales de perforación y energía que están explotando al máximo la meta política de lograr la “independencia energética”. El sitio web de noticias sin fines de lucro, ProPublica.org, descubrió que de 31 estados examinados, 21 no tienen regulaciones específicas para el fracturamiento hidráulico, y ninguno exige a las empresas que informen sobre la cantidad de fluido tóxico que queda bajo tierra.
Hay informes que señalan que alrededor de 600 químicos diferentes son utilizados en el ‘fracking’, entre ellos combustible diesel y los químicos “BTEX”: benceno, tolueno, etilbenceno y xileno, que contienen sustancias cancerígenas conocidas.
La Dra. Theo Colborn, zoóloga y experta en contaminación química causada por el ‘fracking’, es una de las personas entrevistadas en la película “Gasland”. Allí dice: “Cada ley ambiental que redactamos para proteger a la salud pública no es tenida en cuenta y luego de que el público se entera de la historia, todos se preguntan por qué no estamos ahí monitoreando. No podemos monitorear hasta que sepamos qué están utilizando”.
Fox cierra “Gasland” con un fragmento de una audiencia del Congreso. La diputada Diana DeGette, demócrata de Colorado, y el diputado Maurice Hinchey, demócrata de Nueva York, interrogan en forma agresiva a ejecutivos de la industria del gas acerca de la contaminación del agua. Ambos presentaron un proyecto de ley, la llamada Ley FRAC, que, de aprobarse, eliminará el “vacío legal de Halliburton” y obligará a los perforadores a revelar los componentes químicos utilizados en la fracturación hidraúlica. Es hora de poner fin a la política energética de Cheney y tomar medidas de inmediato para proteger el agua limpia.
*Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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