Este 11 de agosto comenzó el juicio para determinar las responsabilidades penales por el derrame de crudo de diciembre de 2007 en Caleta Córdova. Esta semana tienen lugar las audiencias testimoniales. Este artículo también fue publicado en La Izquierda Diario.
Por Hernán Scandizzo (OPSur) / Fotos: Fundación Ecosur .- El 11 de agosto comenzó en Comodoro Rivadavia el juicio para determinar las responsabilidades penales por el derrame de crudo ocurrido en diciembre de 2007 en Caleta Córdova, un hito en la historia ambiental y petrolera argentina. Esta semana, entre el miércoles y el viernes tendrán lugar las audiencias testimoniales. ¿Por qué este juicio constituye un hito?
Comodoro Rivadavia todavía no se había recuperado de la resaca, tras la celebración de los cien años del descubrimiento de hidrocarburos que la convirtió Capital Nacional del Petróleo, cuando el mar y siete kilómetros de playa en Caleta Córdova se tiñeron de crudo. El 26 de diciembre de 2007 se produjo el derrame de petróleo durante la carga del buque tanque Arturo Illia, de la empresa Antares Naviera, en la monoboya de la empresa Termap.
Desde fines de la década de 1980 investigaciones realizadas por el Centro Nacional Patagónico del CONICET y diversas organizaciones no gubernamentales concluyen que los hidrocarburos son el principal responsable de la degradación de los ambientes costeros en el litoral marítimo patagónico. En la década siguiente, a medida que crecían las exportaciones de crudo en pleno auge de la Argentina neoliberal, se incrementaba también el hallazgo de aves empetroladas en las costas patagónicas. Al haber mayor actividad en las postas de carga de crudo, aumentaba el vertido de agua de lastre empetrolada al mar por parte de buques tanque y también se incrementaban los pequeños derrames durante la carga.
La presencia de petróleo en las playas de Comodoro y alrededores, a pesar de los pingüinos empetrolados, era parte de un paisaje centenario, pero el derrame de 2007, quizá por su magnitud, llevó a que mucha gente del lugar empiece a mirar el mar de otra manera, empiece a ver el petróleo en el mar como un problema y ya no como algo natural. Las familias de pescadores artesanales, pulperos y marisqueros de Caleta Córdova supieron inmediatamente que ese derrame condenaba a muerte su vida como gente de mar. Y ante la indiferencia con que las autoridades tomaban sus denuncias y reclamos, repetían ante cámaras y micrófonos que querían ser pingüinos, porque según afirmaban, los funcionarios solo se preocupaban por asistir a las aves empetroladas y resolver el impacto visual del derrame, y no sus demandas, sus problemas sociosanitarios y económicos.
Y los derrames siguieron sucediendo. Después de 13 años la causa penal por el vertido de crudo en Caleta Córdova llegó a juicio, una demora que da cuenta de la extendida comunidad de intereses construida en torno a la actividad hidrocarburífera en Comodoro Rivadavia. “Justicia lenta no es justicia”, dicen, y mucho de eso hay. Pero que la causa haya llegado a juicio, igual, es un hito. Es la primera vez que se debate la responsabilidad penal por un derrame de crudo en el mar no solo en Chubut sino en Argentina. El otro antecedente cercano, el derrame de crudo en el río de la Plata ocurrido frente a las costas de Magdalena en enero de 1999, fue resuelto a través de un acuerdo económico entre la Municipalidad de Magdalena y la compañía Shell. No hubo juicio.
Que la causa por el derrame en Comodoro, una ciudad que creció y crece sobre un gran pasivo ambiental, haya llegado a juicio sin duda es un hito. Y no es una exageración afirmar que Comodoro crece y creció sobre un gran pasivo ambiental, porque la traza urbana se extendió y extiende sobre antiguos campos petroleros, sobre cañerías abandonadas que no fueron levantadas, sobre pozos mal sellados y sobre pozos no sellados que de tanto en tanto se manifiestan con intempestivas surgencias.
Quizá la sentencia que en los próximos días dicte el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia no conforme a las vecinas y vecinos de Caleta Córdova, y quizá eso de lugar a otras luchas y reclamos. Sin embargo, que la causa por el derrame haya llegado a juicio es un hecho histórico; hay un mensaje implícito: el crudo en el mar es un delito ambiental que se lo puede juzgar en la esfera judicial, pero que también se lo puede (debe) condenar socialmente.