Por Coalición Ciudadana AntiIncineración Argentina .- Hace muchos años que, tanto desde la Mesa Girsu (Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos) de Tandil como desde el Municipio, se viene advirtiendo del próximo colapso [1] del llamado relleno sanitario de Tandil. GAIA y la Coalición Ciudadana Antiincineración se oponen a la incineración como respuesta.
Ahora, quienes gestionan el relleno sanitario, están diciendo que hay que buscar rápido una solución, porque no tiene más de un año de vida útil.
Manifestando tardía presión por el apuro, el presidente Matías Civale de USICOM S.A., empresa que gestiona el relleno sanitario, ante una pregunta periodística sobre si había una decisión concreta de avanzar con un proyecto que transforme los residuos en biogás para la generación de energía, respondió que estaban planteando valorizar los residuos con cualquier tecnología: biogás, gas líquido para camiones recolectores, pirólisis, arco de plasma. Más adelante se manifestó expresamente en contra de la separación en origen con recolección diferenciada [2], argumentando que aumenta los costos de modo tal, que sería inviable.
El arco de plasma, la pirólisis, la incineración con o sin lecho fluido, son diferentes formas de abordar la destrucción térmica, todas igualmente contaminantes, que las empresas promueven para vender sus equipos, seduciendo a funcionarios que, desde su ingenuidad, creen en los argumentos de los vendedores. Pero la combustión es una aparente solución de “final de tubería” ligada a problemas ambientales, sociales y de salud, que no enfrenta el problema en su origen y plantea falsas soluciones rápidas, que profundizan el problema.
La incineración es la tecnología más cara a la hora de gestionar los residuos, y genera residuos peligrosos en la forma de cenizas altamente tóxicas y emite no solo químicos tóxicos, sino también gases de efecto invernadero, por lo cual, si un municipio ha asumido compromisos para mitigar el cambio climático, al instalar un incinerador hace todo lo contrario. Estudios de la Fundación Ellen Mc Arthur indican que si nos enfocamos en cómo extraemos, usamos y desechamos las cosas se podrá disminuir la emisión total hasta un 45%.
Año a año se actualiza la información científica sobre el impacto ambiental y a la salud que generan estas fuentes de dioxinas y furanos. Numerosos estudios en países del primer mundo, revelan estos tóxicos en huevos, vegetales y vacas lecheras en las cercanías de incineradores.
Los incineradores están reconocidos como contaminantes en el Convenio de Estocolmo, del cual Argentina es signataria y está por ello obligada a no agregar fuentes de estas sustancias cancerígenas. Además, no son los únicos tóxicos emitidos en el proceso de quemar residuos: estarán también los metales pesados como plomo y mercurio, clorados como el PCB, HCB, material particulado, nanopartículas, y olores por añadidura. La comunidad va a perder el derecho a respirar aire limpio.
Las inevitables cenizas, que pueden llegar a ser el 30% del peso del material combustionado, son residuos peligrosos, de composición incierta al depender de la composición de los residuos incinerados y otros factores muy variables, que por ley deben tener una disposición final específica.
Por otro lado, gran parte de los residuos incinerados están fabricados con recursos no renovables, como el petróleo, el carbón, los metales. La incineración destruye todo eso y obliga a obtener nuevos insumos para hacer nuevos productos, repitiendo la nefasta espiral del usar, tirar y quemar y contraviniendo el espíritu de la llamada “economía circular”.
A todo ello es necesario agregar que la instalación de cualquier proceso vinculado a la denominada valoración térmica que no sea la producción anaeróbica de biogás, requiere de la quema de todos los materiales reciclables como papel, cartón y plásticos buscando el mayor rendimiento energético, lo que dejará sin recursos a los recuperadores urbanos.
El camino acertado desde todo punto de vista para la gestión municipal, es la promoción de los principios de basura cero, con especial énfasis en el compostaje domiciliario (cerca del 45% en peso de todos los residuos generados en el hogar), una fracción importante y clave sobre la que ya están trabajando muchos gobiernos locales, con gran participación de la comunidad, y resonantes éxitos. Cuando la comunidad participa, los resultados suelen ser excelentes, sostenibles en el tiempo y resultan en grandes ahorros para los gobiernos locales.
La reciente investigación de la Alianza Global por Alternativas a la Incineración, GAIA, demuestra que la gestión basura-cero no solo minimiza los daños ambientales, sino que su costo es significativamente menor que el de los sistemas que entierran o queman residuos. En este momento de crisis económica por el que atraviesa nuestro país es importante agregar que, en cuanto a empleos, el estudio señala que herramientas de basura-cero generan, en el caso de la reparación más de 200 veces más de puestos de trabajo que los rellenos sanitarios e incineradores, en el del reciclaje más de 50 veces y en el de la remanufactura casi 30 veces más de puestos de trabajo.
Hay, como se ve, numerosas razones para descartar la incineración por ser una falsa solución, y un camino negativo para la salud humana y para el ambiente.