Diez trabajadores de Industrias Secco fueron despedidos en mayo por el cierre de la central de Ensenada, que genera electricidad a través de la captura de metano en basurales. La presión del sindicato logró que tres sean reubicados pero siete continúan despedidos pese a ser trabajadores de planta permanente de la empresa. Montada sobre un discurso verde, Secco creció de manera exponencial durante los últimos años. Sin embargo, ahora afirma que no logra los niveles de generación necesarios para obtener las ganancias esperadas. Las y los trabajadores de la empresa, por su parte, se movilizan para la reapertura de la central. Dialogamos con Ariel Moreno, delegado sindical de Secco, sobre la situación actual, que pone en tensión el discurso de transición energética de los sectores empresariales.
Por Analía Zárate y Felipe Gutiérrez Ríos / OPSur
Industrias Juan F. Secco es una empresa con presencia en distintos lugares del país. Se especializa en el sector industrial y energético, tanto en generación eléctrica como con plantas compresoras de gas. Según presentan en su página web, en la última década invirtieron cerca de 1000 millones de dólares a través de la presencia en 120 centrales de generación. Su crecimiento estuvo vinculado a la crisis energética: a comienzos de la década de 2010 los cortes de luz obligaron al gobierno de Cristina Fernandez a lanzar un programa de emergencia para la generación móvil, lo que implicaba la instalación de equipos a gasoil en lugares donde hubiera cortes.
A partir de entonces, la empresa se expandió hacia la inversión en energías renovables. En 2017, en el marco del plan RenovAr del gobierno de Mauricio Macri, se le adjudicaron cuatro proyectos. El primero fue una central de biogás en Avellaneda (Santa Fe) que utiliza vinaza de maíz del complejo industrial de la empresa Vicentin. Los tres restantes eran plantas térmicas también para generación de biogás, pero en estos casos a partir de residuos sólidos urbanos orgánicos en basurales del CEAMSE en la provincia de Buenos Aires en San Martín, González Catán y Ensenada.
En esta última localidad, en un basural del CEAMSE que recibe los desechos de casi un millón de habitantes, Secco instaló una central de 5 MWh de potencia. Esto es el equivalente al consumo residencial de unas 40 mil personas. Sin embargo, a comienzos de mayo de este año, la empresa anunció el cierre de la central y el despido de siete trabajadores. En esta entrevista, Ariel Moreno, de la planta de González Catán y delegado del sector por ATEM (Agrupación de Trabajadores de la Energía Móvil) y la FeTERA, (Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina), profundiza en la situación actual de los despedidos y propone una reflexión sobre el contexto del sector de trabajadores en el marco de las políticas hacia una supuesta transición energética.
-¿Cuál fue el argumento que planteó la empresa para hacer los despidos?
Bueno, primero, hay un modelo de negocio armado por el gobierno y las empresas CEAMSE y Secco que entró un poco en contradicción. Armaron esta planta de generación de 5 megas en Ensenada, pero para poder llevar adelante ese objetivo se necesitaba una cierta cantidad de gas, entonces era una especie de experimento. Y ese proceso se mantuvo durante cinco años. Después empezó a mermar el gas, entonces, la empresa ya no llegaba a la generación de 5 megas. Y, como el modelito estaba armado de esa manera, empezaron a decir que no tenían las ganancias que esperaban para la inversión que habían hecho. Ahí se fueron poniendo de acuerdo la empresa Secco con el CEAMSE y de a poquito dejaron de invertir, por ejemplo, para captar el gas, hasta que apagaron la central.
Nosotros empezamos el reclamo, en primer lugar, contra el argumento que planteaban ambos de que no había más gas. De hecho, es lo que pusieron en los telegramas de despido, que por una cuestión de un faltante de gas cerraban la planta, aunque nosotros que conocíamos el proceso sabíamos que la razón no era esa. No es que faltaba gas, si no que no había la cantidad de gas para generar las ganancias que esperaban.
-¿Cuál fue su demanda como trabajadores?
La primera exigencia que levantamos fue la reincorporación de los compañeros porque trabajamos hace diez años en la empresa Secco. Sabemos que es una de las más importantes en el sector. Conocemos las ganancias que tiene y sabemos que tienen lugares de trabajo para reubicar a nuestros compañeros.
Cuando despidieron a los compañeros ingresamos a la central de Ensenada a resguardar nuestros puestos de trabajo. Hicimos una ocupación pacífica para cuidar la planta, para cuidar las máquinas, para que no desarmen, y no se lleven nada. Nosotros seguimos ahí resguardando la central, mientras la empresa nos envió amenazas, cartas documento, y piden desalojo con la fuerza pública. Por eso salimos también hacia afuera con toda una campaña de solidaridad con otros sectores políticos y de trabajadores.
-¿Cómo es la situación general del sector eléctrico y de ustedes como trabajadores de Secco?
Hay algunos análisis que plantean que, antes de las privatizaciones -cuando aún existía SEGBA-, había 20 mil trabajadores en distribución. Hoy, sumando la planta permanente de Edesur, Edenor y Edelap, llegás a 5 mil con toda la furia. Después, hay aproximadamente 20 mil trabajadores -o sea cuatro veces más- tercerizados o subcontratados con diferentes formas de precarización. Un montón de trabajadores a los que no se les brindan las capacitaciones necesarias. Las empresas, que buscan maximizar sus ganancias, ponen en riesgo sus vidas al negarles los elementos de protección personal mínimos.
Esto también ocurre en Secco. Comenzamos en condiciones de ultraprecarización, de contratación mensual, sin baños, sin las cosas básicas. Tuvimos una pelea de casi cinco años hasta que en el 2018 logramos el pase a planta permanente. Igual es una disputa constante, contra su intento de diezmar los planteles. Nosotros somos un obstáculo a esa política patronal y con el gobierno de Milei se envalentonaron. Ahí vinieron los despidos. Pero eso no se frenó ahí, sino que la empresa sigue amenazando a los compañeros de las distintas centrales, intentando imponer políticas de flexibilización laboral.
-¿Qué respuesta recibieron de la empresa y del gobierno provincial ante el reclamo por los despidos?
Desde la empresa Secco están negados. En todo momento plantearon que no iban a retrotraer la decisión, incluso seguían con las amenazas. En relación al CEAMSE, es una empresa estatal, los despidos fueron en Ensenada que es jurisdicción de Buenos Aires, por eso fuimos al Ministerio de Trabajo de la provincia a cargo del gobierno de Kicillof. En la cartera de Trabajo está Walter Correa y ahí tuvimos como 15 audiencias. Nos plantearon junto con el CEAMSE que nos iban a dar una salida, que nos iban a ofrecer puestos de trabajo, que podía ser una alternativa que reincorporen a nuestros compañeros despedidos, incluso dentro del CEAMSE. Estamos hace un mes esperando esa respuesta. Nuestros compañeros están hace más de cien días sin trabajo, con la familia en esta situación de crisis económica, desesperados. Incluso tuvimos que llegar a hacer un bloqueo al CEAMSE de San Martín. Obviamente, amenazados con represión, con desalojo, con despidos. Gracias a esa acción nos dieron la conciliación obligatoria que incluía la reincorporación de los compañeros. Al otro día el Gobierno y el Ministerio de Trabajo retroceden, algo que consultamos con abogados y no es muy común que te dicten una conciliación obligatoria y al otro día te la revoquen.
No vamos a parar hasta que logremos la reinstalación de nuestros compañeros, esa es la situación del conflicto. Ante la falta de respuesta, ante la línea dura de la patronal de no volver a encender la planta y no retrotraer los despidos, empezamos una campaña que ya lleva casi cien días. En ese intercambio de solidaridad, empezamos a plantearnos que una salida posible es pelear por la estatización de la planta, que pase a manos del Estado bajo control de los trabajadores y en alianza con los usuarios populares, técnicos, e investigadores de las universidades.
-¿El objetivo sería volver a poner en marcha la central?
Lo que nosotros decimos es que técnicamente es posible volver a encender la planta, volver a generar energía eléctrica, volver a aportar al interconectado y volver a capturar el gas metano y evitar que contamine la zona. Para eso estamos planteando un proyecto de ley donde la planta pase a manos del Estado, y que esté bajo control de los trabajadores. Sabemos que para eso necesitamos instalar una gran campaña, para poder mostrar que somos los trabajadores -que todos los días llevamos adelante el servicio- los que podemos manejar esas centrales. Esto es posible pero necesitamos también de la solidaridad de otros sectores: de usuarios, investigadores, y técnicos. Estamos dando los primeros pasos de esa alianza, considerando incluso que esto puede ser un ejemplo para pensar en el sentido de la transición energética o de distintas perspectivas que también están en debate.
-Además de la restitución de los puestos de trabajo, ¿qué otras cuestiones están en juego con el cierre de esta planta?
Ese es un aspecto al que le damos mucho peso: se está cerrando una central que genera energía eléctrica en el marco de una crisis energética, de apagones y cortes de luz. La zona de Ensenada – La Plata es una zona con corte de luz permanente. Cuando hace un poquito de frío, un poquito de calor hay cortes de luz. Entonces, una central que aporta energía eléctrica para 40 mil personas ¿por qué la apagan cuándo tiene una capacidad todavía de aporte al interconectado?
Además de los puestos de trabajo y de la crisis energética -que hace 10 años nosotros trabajamos para paliar-, está este aspecto del gas que se genera en las montañas de basura. Ese gas que se libera directamente al ambiente es un problemón y es consecuencia del método de tratamiento de los residuos que hay en la Argentina. El CEAMSE tiene un montón de denuncias por esto, por ejemplo en González Catán hay un movimiento de vecinos alrededor para que se cierre la planta, para que se lleve fuera de los cascos urbanos. Uno investiga un poquito y estos basurales a cielo abierto son muy peligrosos. Llegaron fallos de la Justicia que hicieron que el CEAMSE tome el compromiso de hacer el mejor tratamiento posible para el gas metano y de ahí se llegó a la generación de energía eléctrica. En ese marco cierran la planta de Ensenada. El proyecto de estatización que nosotros estamos planteando va por ese lado, que es una cuestión que no solo involucra a los CEAMSE. En realidad, de todo el país, porque es el método de trabajo con la basura que se utiliza en Argentina, que sigue desde la dictadura. Mientras las empresas contaminan, el Estado -que debería regular-, mira para otro lado.
-Todo lo que nos contás se cruza directamente con el problema de los basurales
Claro, acá en Argentina hay basurales a cielo abierto que son básicamente montañas de basura. Antes, todo iba a esas montañas y de la descomposición se generan algunos problemas. Por un lado, está el líquido lixiviado que es muy contaminante para el suelo, para las napas. De hecho, tienen muchas denuncias por ese aspecto, porque es muy difícil que no haya ningún tipo de filtración durante todo el proceso.
Por otro lado, está el problema de la descomposición de basura que genera el gas metano, que es el CH4, uno de los gases más contaminantes a nivel climático. Antes ese gas directamente se liberaba al medio ambiente y en los noventa empezaron a quemarlo, o sea, convertirlo en CO2 en chimeneas. Pero después, con los años, hubo un desarrollo en los biodigestores y avanzaron en la captación de ese gas dentro de las montañas a través de trincheras. Es decir, empezaron a chuparlo, a succionarlo. Además, el último desarrollo que se tuvo en una planta del CEAMSE es sacar las partículas para enriquecer el metano y poder empezar a transformarlo en energía eléctrica. Ahí es donde trabajamos nosotros.
Pero estos basurales enormes, como el CEAMSE de San Martín que recibe toda la basura de Capital Federal, son de los lugares que más concentran gas metano en el mundo. El CEAMSE, no tiene ningún tipo de control y eso generó denuncias de todo tipo. No solo de los vecinos del lugar; hay un montón de investigaciones de la Universidad de San Martín, por ejemplo. Los predios donde están ubicados los CEAMSE están llenos de denuncias.
-¿Se contradice la empresa entre lo que dice y lo que hace en este caso?
Eso es lo que está haciendo Secco. Decían que se daba jerarquía a que ese gas que se generaba en las montañas de basura se convierta en energía eléctrica y no se libere o no se convierta en cenizas para un beneficio ambiental, cuestión que los trabajadores y usuarios de la zona vemos importante.
Ahora, al apagar la central con el argumento de no tener las ganancias esperadas, a ese gas lo empezaron a liberar al ambiente. Esto último se choca con el interés ambiental que en primer momento decían compartir la empresa y el CEAMSE. De hecho, en la inauguración, usaron un discurso greenwashing y dijeron que venían a colaborar con la transición energética, con el cuidado ambiental. Pero bueno, cuando los negocios dejan de darles o cuando pueden tener mayores ganancias, ahí se deja de lado el interés que debería tener el ambiente.