Debatir las problemáticas ambientales en el contexto de esta pandemia es una tarea necesaria. Vaca Muerta es uno de los grandes proyectos contaminantes del país y los residuos de la actividad se tornaron en unos de los problemas más graves. El nuevo ministro de Ambiente, Juan Cabandié, llegó con un discurso más verde que sus predecesores e incluso reconoció la gravedad de varios problemas. En el día del Ambiente, analizamos sus palabras y nos preguntamos si su política será coherente con estas afirmaciones iniciales.
Por OPSur / Foto: Martín Álvarez Mullally – El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible Juan Cabandié expuso a fines de abril en la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados. En su intervención, que se extendió por casi tres horas, se pronunció críticamente sobre la técnica del fracking, la contaminación derivada de su aplicación y, puntualmente, los basureros petroleros. Las repercusiones llegaron semanas más tarde, cuando la prensa regional se refirió a las declaraciones del ministro, y se generó una avalancha de críticas por parte de funcionarios del gobierno neuquino y senadoras y diputadas nacionales por esa provincia. Si bien el torbellino de declaraciones se apaciguó, el problema de fondo sigue sin resolverse.
“Tenemos una contaminación cada vez más brutal mediante el fracking y toda la contaminación que va produciendo. Nosotros queremos saber qué posición tiene el Ministerio ante esas nuevas perforaciones que se siguen realizando en todo Neuquén y Río Negro”, interpeló la diputada Romina del Pla (PO-FIT). Cabandié respondió con el concepto de transición justa y ecológica, e incluso historizó sobre la Cumbre de la Tierra de Estocolmo de 1970 y la de Río de Janeiro en 1992. “Yo entiendo que eso va en contra de algunas posturas más ideológicas, pero la transición ecológica, la transición justa, nos lleva a que tenemos que poner la calidad de vida de las personas en centro. Obviamente no como superioridad sobre los bienes naturales y la fauna, pero la transición justa requiere que vayamos modificando paulatinamente para que no hayan masivas pérdidas de empleo”, sostuvo. El funcionario reconoció también los pasivos del fracking y habló de la necesidad de modificar la matriz energética.
Dos semanas después Cabandié visitó la Comisión de Ambiente del Senado y reiteró su compromiso con una transición justa. A su vez la senadora por Neuquén, Silvia Sapag (FdT) se refirió a los impactos en Vaca Muerta. “Neuquén es estepa patagónica como la mayoría de las provincias donde se explota [hidrocarburos] y su cubierta vegetal es muy vulnerable y es atroz, lo que lastima la industria petrolera a nuestra flora, fauna y nuestros recursos hídricos”, indicó. Y continuó: “Con el fracking comenzamos a tener en algunos pueblos, por ejemplo en Sauzal Bonito, un pequeño pueblo al costado del yacimiento Loma La Lata, que han comenzado a tener temblores que van rompiendo sus viviendas, es gente muy humilde”.
El ministro le respondió a la senadora: “Por primera vez en la historia de esta cartera hemos hecho una inspección en Vaca Muerta, de los residuos de la actividad, y la verdad es que son alarmantes, es increíble y se manejan con impunidad ¿Cómo con el grado de utilidades que tienen son capaces de dejar piletas de restos de hidrocarburos, pasivos ambientales sin tratamiento, maquinarias en desuso, contaminando napas freáticas, el ambiente, el aire? La verdad que es inconcebible lo que está pasando, así que esperemos que puedan tomar cartas en el asunto. Nosotros vamos a seguir, a marcar lo que está mal”.
En la misma jornada la senadora por Neuquén, Lucila Crexell (del bloque unipersonal Movimiento Neuquino) aseguró que presentó pedidos de informes en la Secretaría de Ambiente de Neuquén por el funcionamiento de basureros petroleros, que representan uno de los principales impactos ambientales del fracking. Al respecto advirtió: “Muchas veces el problema es la falta del ejercicio de poder policía y hay una cierta irresponsabilidad por parte de los gobiernos, que no cumplen con los controles que tienen que hacer, normas tenemos en materia ambiental”. La senadora conoce la actividad, su hermano Nicolás es titular de una empresa familiar de tratamientos de residuos petroleros que creció considerablemente con la aplicación del fracking. La firma transporta, acopia, trata y se encarga de la disposición final en plantas de tratamientos ubicadas en Neuquén y Río Negro, las cuales han sido cuestionadas por las poblaciones cercanas.
La reacción del gobierno de Neuquén no se hizo esperar. El cuestionado secretario de Desarrollo Territorial y Ambiente de Neuquén, Jorge Lara, desestimó los conocimientos de Cabandié. “No merece respuesta porque no creo que sepa qué es Vaca Muerta”, dijo quien está a cargo de los controles en Neuquén. Por su parte, la diputada nacional por Neuquén Alma Sapag (MPN) se mostró preocupada por los impactos económicos de los dichos del ministro: “Puedan llevar dudas a los mercados bursátiles y financieros acerca de la verosimilitud de los dichos de nuestras concesionarias como es el caso de YPF o Exxon o Shell o Chevron o Total o Pluspetrol o Vista”. Por su parte, pese a haber respaldado al funcionario en el Senado, también Lucila Crexell cuestionó en declaraciones a la prensa los dichos de Cabandié: “Es muy liviano hacer denuncias sobre las empresas sin tener un estudio profundo de cuál es el impacto ambiental”.
El fracking y los basureros petroleros
Miguel Galuccio es un hombre del fracking. Antes de su llegada a la YPF parcialmente estatizada fue director en la empresa Schlumberger, una de las grandes de servicios, cuya principal actividad hoy es la de hacer fracking. Antes de pisar Vaca Muerta, Galuccio tuvo a cargo fracturas en India, México, Estados Unidos, Polonia y China. Un conocedor de la materia que en 2013 reconoció ante Adrián Paenza -entonces divulgador y promotor de YPF- que los residuos eran el gran problema. “Si yo fuera dedicado completamente al ambientalismo, me focalizaría en qué se va a hacer con el gerenciamiento de los residuos”, dijo. Y explicó: “El hecho de que la intensidad del trabajo cambie hace que tengamos que prepararnos para el manejo de un montón de residuos que vamos a ir generando en esa fábrica”.
Los basureros petroleros son un grave problema desde el primer desarrollo masivo en Loma Campana, área del acuerdo YPF-Chevron, donde se realizaron más de 470 pozos en dos años. En 2014 la entonces Multisectorial contra la hidrofractura de Neuquén realizó un informe donde denunciaba el crecimiento exponencial de las empresas tratadoras de residuos petroleros en las afueras de la ciudad de Neuquén. La revisión de imágenes satelitales demostró que el crecimiento brusco de la planta de la empresa Comarsa se dio entre marzo de 2013 y agosto de 2014, cuando duplicó su superficie de acopio. En ese mismo período Indarsa, otra de las empresas asentadas en la capital neuquina, quedó expuesta tras el derrame de residuos líquidos provenientes de una pileta clandestina, más de 100 m³ de crudo mezclado con químicos, combustibles y agua recorrieron las calles del Parque Industrial Neuquén. Tras años de luchas de pobladores de barrios neuquinos lograron en 2015 que Comarsa se tenga que trasladar a una zona más cercana de la generación de los residuos. Si bien la planta dejó de funcionar, los cuantiosos residuos todavía alojados en el predio siguen generando reclamos.
Varias de las empresas se trasladaron al llamado Ecoparque de Añelo, que están también a pocos metros de la población y sobre el valle dónde se ubica la localidad, los problemas que se denunciaban en Neuquén se repiten. Allí se instaló Treater una nueva compañía que cosechó denuncias por el acopio irregular de los residuos por parte de Greenpeace, la Confederación Mapuce y la Asociación de Abogados Ambientalistas de Argentina. A su vez tanto en Río Negro como en Neuquén se han probado varios proyectos de tratamiento y disposición final. Cabe destacar que los residuos líquidos tanto del retorno de la fractura como el agua de producción no se está tratando, sino depositando en el subsuelo mediante pozos sumideros, estos son señalados en Estados Unidos y Canadá como responsables de los movimientos sísmicos, cosa que en Neuquén comenzó a ocurrir en 2018.
Más allá de los basureros
Las injusticias ambientales en Vaca Muerta no se reducen a las generadas por la instalación de plantas de tratamiento de residuos. La degradación ambiental se confirma sobre el clima, la tierra, el agua y el aire, lo que implica consiguientes consecuencias sobre la salud pública.
Otro de los grandes problemas del fracking es la utilización de agua, un detalle no menor en la meseta neuquina, donde la disponibilidad de este bien común es dispar y mayormente escasa. Un informe periodístico indicaba que para 2023, la demanda de agua en Vaca Muerta se duplicará y alcanzará casi los 30 millones de metros cúbicos anuales. Según datos de 2018, en Neuquén se produjeron un promedio de dos derrames por día. Asimismo, entre marzo de 2014 y enero de 2018 hubo al menos catorce accidentes de envergadura en la localidad de Allen. Otro de los impactos es la utilización intensiva del territorio lo que acentuó la disputa con las comunidades mapuche y con los chacareros. Finalmente, entre los impactos palpables está el aumento de la sismicidad, que desde 2018 aumentó considerablemente y en estos días volvió a ser noticia.
Por otra parte, en un contexto de calentamiento global, Vaca Muerta es considerada una potencial bomba de carbono. Las emisiones de gas metano contribuyen de modo muy potente al efecto invernadero. No es casual que en 2018 el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas dejó en claro que, de avanzar en Vaca Muerta, “consumiría un porcentaje significativo del presupuesto mundial de carbono para alcanzar el objetivo de un calentamiento (no mayor) de 1,5 grados Celsius, estipulado en el Acuerdo de París”, y que por ello recomendó al Estado argentino reconsiderar su explotación, a la luz de los compromisos adoptados.
Las palabras y las cosas
Juan Cabandié debutó como ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible en la convulsionada COP 25, que se realizó en Madrid tras la suspensión en su sede original, Santiago de Chile, producto de las movilizaciones populares que sacudían el país. En aquella oportunidad dio un discurso corto y nervioso en el que enumeró compromisos de gestión y aprovechó el auditorio internacional para esbozar narrativas que hasta entonces no eran propias de su fuerza política. Por primera vez se hizo referencia de manera oficial a la “transición justa” como horizonte político.
Luego, en diferentes intervenciones, se pronunció en defensa del agua y habló críticamente sobre el fracking y actividades como la megaminería y el agronegocio, también sobre los desmontes y el uso de agrotóxicos, a los que calificó como “veneno”. El ministro propone una nueva narrativa ambiental oficial que se contrapone a las de las gestiones anteriores, que superaron apenas lo decorativo. Las declaraciones de Cabandié pusieron a Vaca Muerta otra vez en el ojo de la tormenta, más allá de la avalancha de críticas que se le hicieron, queda planteado el interrogante sobre si sus palabras se traducirán en políticas públicas.