Cathy García | NUESTRA AMÉRICA
La crisis económica en los países imperialistas, principalmente en Estados Unidos, y el incremento mundial de la población, buscan como válvula de escape el asalto a las tierras de los pueblos nativos y la desaparición de culturas ancestrales en el mundo.
En el caso especifico del Perú, los pueblos andinos y amazónicos son victimas del saqueo de sus recursos energéticos y mineros que va ligado a la destrucción irreversible del ecosistema (aguas, aire, suelos, plantas y animales). Este es el modelo de desarrollo impulsado por el Banco Mundial y la USAID que esta siendo implementado a sangre y fuego por el gobierno neoliberal de García Pérez.
El objetivo principal es la generación de inmensas fortunas para las trasnacionales y la gran burguesía a costa del empobrecimiento, el despoblamiento y la eventual desaparición de las comunidades nativas y campesinado andino. En la selva, la “modernización” consiste en cortar y quemar miles de árboles con el fin de que las corporaciones extranjeras (los inversionistas) exploten riquezas naturales como el petróleo, gas y las maderas finas, a cambio de algunos “beneficios” para el Estado. Estos beneficios en esencia son modestos impuestos (afectado por exoneraciones, privilegios y corrupción) y un insignificante numero de empleos para los peruanos. En efecto, “los seis departamentos que pertenecen a ellas (la selva) y que están pobladas por un 15.1% de la población, apenas generan un 6% del PBI nacional. El Departamento de Loreto bajo de 2% a 1.8%, lo que significa que los excedentes generados jamás se quedaron en la región para permitirles mejores niveles de vida… este es un crecimiento con bajo valor de retorno” (Economista Jurgen Schuldt, Universidad del Pacifico 18/06/2009). Los ingresos del Estado por la explotación de sus recursos naturales de la selva no pasan del 6% del ingreso total, entonces ¿dónde esta el beneficio para el Perú que justifica el saqueo trasnacional de la selva peruana?
La lucha de los pueblos amazónicos, que cuenta con el apoyo y solidaridad de los pueblos, busca la preservación de la Amazonia (el pulmón del mundo), y las culturas únicas de la nación peruana en formación. Los ecosistemas no sólo son importantes para que esas culturas sobrevivan sino para el planeta entero. La mejor manera para que esas culturas y su medio ambiente sobrevivan y se desarrollen es darles poder (control administrativo y legal de los recursos naturales), autonomía, ayuda financiera y técnica, apoyo político, para que estos pueblos sean capaces de defender sus derechos y garantizar la vida y salud de futuras generaciones, preservando y adaptando sus culturas y el uso de sus tierras a sus propias necesidades.
La subasta de la selva y el asalto a las minas de la sierra peruana están siendo impulsadas desde el inicio por el gobierno de García Pérez, generando así una explotación y abuso sin precedentes en la historia del Perú, excepto la del colonialismo español. La dictadura justifica estas medidas con una ideología extremista y arcaica que considera a los hombres andinos y amazónicos como ciudadanos de “segunda clase”, innecesarios para la inversión, bárbaros, salvajes irracionales, terroristas, chunchos e indios, conceptos racistas y discriminatorios que trajeron al Perú los invasores europeos del Siglo XVI.
Similar a la guerra contra subversiva iniciada el 80, el genocidio de Bagua fue un claro intento de iniciar en Perú la solución al “problema del indio” al estilo argentino del siglo IXX (genocidios de poblaciones quechuas en Jujuy y Salta). En los 80’s y 90’s la tríada de genocidas Belaunde, García Pérez y Fujimori trataron de “matar al pez secando el agua”. En la sierra peruana implementaron horrendos genocidios en las comunidades campesinas causando mas de 35,000 muertos que en el fondo buscaban abrir el paso al saqueo trasnacional de las minas del sur. Esta estrategia no-solo se vio en Perú, en Guatemala y El Salvador aniquilaron a mas de cien mil personas.
Desde la invasión europea, nunca en el Perú las minorías étnicas tuvieron participación y representación política, ellos siempre han sido ignorados y reprimidos a sangre y fuego. Los pueblos andinos y amazónicos tienen mucho que enseñar al mundo y en vez de respetar sus culturas ancestrales como tesoros de la nación, solo se acuerdan de ellos durante las elecciones presidenciales cuando candidatos-genocidas se disfrazan con atuendos típicos haciendo promesas que nunca cumplen. A través de la historia peruana, las clases oligárquicas y terratenientes han reprimido las justas luchas de las minorías étnicas del Perú con brutal represión manteniéndolos en la periferia de la sociedad. En este contexto, los modelos de desarrollo que imponen los gobiernos de turno a punta de bayoneta no están diseñados para fortalecer las culturas andinas y amazónicas buscando su autodeterminación y desarrollo sino buscan expulsarlos de sus tierras y exterminarlos.
Hubo intentos de fortalecer las culturas amazónicas en los 60’s, por ejemplo, cuando el Instituto Lingüístico de Verano (un plan encubierto de la CIA) implementa programas para desarrollar los lenguajes nativos, otro es la Cooperativa Forestal Yanesha en la región del Palcazu, un plan experimental de la Agencia Internacional de Desarrollo de USA (USAID), ambos programas tienen fines encubiertos de contrainsurgencia. Hay otros proyectos aislados como HIFCO sobre educación y agricultura, como el uso y desarrollo de sus alimentos y plantas medicinales.
Otra estrategia que recomienda el Banco Mundial para el “desarrollo” de la Amazonia es el cuento de convertir a los pueblos amazónicos en “socios inversionistas” de las trasnacionales (el gobierno quiere adaptar esta estrategia en La Oroya ofreciéndoles a los trabajadores mineros convertirse en socios de la tenebrosa trasnacional Doe Run). Este fue el modelo brasileño donde cientos de miles de campesinos fueron engañados con la propaganda del gobierno de participar en el “milagro económico”. En menos de una década se dieron los resultados: la inmensa selva brasileña destruida y un mar de campesinos y nativos abandonados, enfermos y hambrientos. Toda esta demolición del ecosistema (quema de árboles, erosión de suelos, aguas envenenadas) y la concentración de extensos territorios en poder de corporaciones y unos cuantos terratenientes trajo como resultado la destrucción de culturas nativas, y debemos recordarlo, toda esa tragedia fue impulsada (con las frases favoritas que a cada rato repite el genocida vendepatria García Pérez): “desarrollo” y “modernizacion”.
Si vemos el aspecto global, la venta de la selva no solo genera la desaparición de los pueblos amazónicos (si desaparecen las áreas forestales desaparecen las culturas amazónicas), sino afecta a toda la población del planeta. La destrucción del medio ambiente contribuye negativamente a la producción mundial de alimentos, al ingreso per cápita y la calidad de vida. A cambio de preservar la Amazonia para beneficio de la humanidad, los países industrializados deben compensar a los países en desarrollo, como el Perú, el monto perdido por no explotar los recursos energéticos y mineros de la selva y sierra. Como señalamos anteriormente, el monto perdido no es grande, las trasnacionales pagan míseros impuesto al Estado (y contaminan el medio ambiente afectando la vida y salud de los pobladores), ese monto debe ser cobrado a los países ricos por medio de un tratado internacional que se debe proponer y presentar a la ONU. La ciencia ha establecido la contribución de la deforestación al calentamiento global y esta relación nos debe llevar, por principio, a la defensa de la preservación de la Amazonia que esta siendo afectada por la construcción de carreteras, colonizaciones, represas, extracción de minerales, actividades que no se harían sino fuera para el beneficio de sociedades fuera de la Amazonia. Eso no quiere decir que nuestra Amazonia no debe estar disponible para una explotación sostenida de energía exclusivamente para el consumo nacional y el desarrollo industrial del Perú, posición muy diferente a la explotación y el saqueo trasnacional.
Otra forma de preservar la Amazonia son los parques forestales, como el Parque Nacional de Manu en Madre de Dios, pero bajo la Ley de la Selva del gobierno aprista ni los parques nacionales se salvan del saqueo trasnacional porque el “subsuelo” es de la nación y la nación (de acuerdo a la ideología neoliberal trasnochada) debe estar a disposición de la “gran inversión” (a la voracidad de las trasnacionales). De igual modo, la reciente ley de aguas ofrece el control de las aguas subterráneas (las más puras para el consumo publico) a la “gran inversión”. Un claro ejemplo de como los parques nacionales pueden ser devorado “legalmente” por esta “gran inversión” nos ofrece lo que hizo el lacayo Febres Cordero en los 90’s. Febres Cordero, versión ecuatoriana de García Pérez, cedió a la trasnacional CONOCO el Parque Nacional de Yacen (uno de los más hermosos y diversos del mundo) para explotar petróleo. Conoco expulso de sus tierras a mas de 2,000 personas de la etnia Waoroni, y cuando Correa intenta recuperarlo no es mas que un vertedero inservible de sustancias toxicas y desechos químicos. Finalmente, es falso que solo una pequeña porción de la selva esta habitada por poblados amazónicos, aunque en forma dispersa por la fragilidad de la forestación y la infertilidad de las tierras que no pueden sostener poblaciones grandes, mas de la mitad de la Amazonia esta habitada y ocupada por pueblos amazónicos. La selva no esta casi vacía como propagandizan las trasnacionales. En concreto, por encima de un simple acto de justicia o la derogación táctica del gobierno de un par de decretos de La Ley de la Selva, existen razones ambientales para promover y defender los derechos de los pueblos amazónicos y andinos para que estos grupos ancestrales del Perú mantengan su riqueza cultural y ejerzan autoridad legal sobre sus tierras tradicionales. Si permitimos la venta de nuestra selva y el saqueo de nuestras minas en la sierra, la existencia de los pueblos nativos y andinos estarán en serio peligro. Esta lucha es de vida o muerte. Apoyar el paro nacional del 7-9 de julio.
Fuente: Argenpress