Por María Ángeles Fernández.- Perú, Bolivia y Guatemala se plantean replicar la reciente iniciativa ecuatoriana de no explotar parte de sus reservas de crudo a cambio de que los países occidentales financien la protección de lugares con alto valor ecológico.
Yasunizar. Este verbo no está, de momento, en el diccionario de la Real Academia Española, pero su uso ya se ha extendido por Ecuador, y lucha por llegar a otros países como Perú, Bolivia o Guatemala. El Gobierno ecuatoriano ha mostrado su interés para que esta palabra se convierta en habitual y sirva para expresar “el esfuerzo para mantener virginal esta maravillosa naturaleza”, en palabras del vicepresidente del país, Lenin Moreno. De momento, yasunización aparece en la Wikipedia como “un término de la nueva geopolítica ambiental para describir el acto de protección de sitios con especial valor ecológico y cultural”.
El Gobierno ecuatoriano ha decidido recientemente no explotar el 20% de las reservas de petróleo de Ecuador a cambio de una aportación económica de la comunidad internacional. El verbo yasunizar hace referencia al Parque Nacional de Yasuní , en la Amazonia ecuatoriana, y la iniciativa de no sacar el crudo de los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini, en ese parque, crea un nuevo mecanismo internacional para el problema del cambio climático, ya que apuesta por dejar bajo tierra 846 millones de barriles de petróleo y 407 millones de toneladas de dióxido de carbono, que es lo que emiten países como Brasil en un año.
Además, mantiene limpia la zona de mayor biodiversidad del planeta: en una hectárea de terreno hay tantas especies de árboles como en todo el territorio de Canadá y Estados Unidos juntos.
“El fideicomiso que acabamos de establecer es histórico no sólo para Ecuador sino para el mundo entero” , afirmó la directora regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para América Latina y el Caribe, Rebeca Grynspan, tras suscribir con el Gobierno de Rafael Correa el acuerdo. Según declaró Grynspan, este fideicomiso rompe el paradigma de las relaciones Norte-Sur porque, más allá de la aportación económica de los países industrializados, los ecuatorianos renuncian a explotar sus recursos petroleros en beneficio de un nuevo modelo de desarrollo.
De este modo, se habla de corresponsabilidad como justificación para la llegada de 3.600 millones de euros a Ecuador, la mitad de lo que conseguiría con la explotación, proveniente de fondos internacionales. Esperanza Martínez, de las ONG Acción Ecológica y OilWatch y una de las mayores impulsoras de la iniciativa ecuatoriana, apuntó: “El paso que está dando Ecuador es muy importante . Yasunizar ya es una nueva palabra que le da carácter, memoria y objetividad a una propuesta de vida en armonía con la naturaleza”.
Mientras el Gobierno ecuatoriano trabaja para concretar la llegada del dinero que suponga la confirmación de la iniciativa, los defensores de la misma tratan de extenderla más allá de sus fronteras. De momento, ya existen voces que solicitan ampliar el compromiso hacia Perú, país limítrofe con la zona, y que está explotando yacimientos de hidrocarburos en la Amazonia.
Alán García, presidente de Perú, lo ha dicho muy claro: “Apoyamos el punto de vista yasuní, y creo que merece una discusión seria en relación a la importancia que este nuevo concepto tiene para la conservación de la naturaleza”.
Alberto Acosta, ex ministro de Energías y Minas con Correa, es uno de los más fervientes partidarios de la iniciativa. Acosta, que alienta “la yasunización en el Perú” desde su perfil en Facebook, explica a este diario que es necesario “conseguir el compromiso de los peruanos” para “ampliar espacios” en el país.
El político considera que hay que establecer límites físicos de la explotación “para avanzar hacia un economía pospetrolera”, y aboga por dejar de buscar hidrocarburos en lugares de particular “fragilidad ambiental y social” como el Yasuní, el delta del Níger, el Madidi en Bolivia o el Parque Nacional Laguna del Tigre en Guatemala.
Acosta recuerda un artículo del profesor Martí Orta, de la Universitat Autònoma de Barcelona, en el que expone que los lotes petroleros 67, 121 y 39 de la peruana región de Loreto (explotados por Perenco y la española Repsol, que también explota el Bloque 36 del Yasuní ecuatoriano) se superponen a una de las áreas donde habitan pueblos indígenas en aislamiento voluntario. Orta considera que la ubicación de dichos lotes, contiguos a los protegidos ahora en el Ecuador, resalta su idoneidad para replicar la iniciativa Yasuní en el Perú.
Plan boliviano
En Bolivia, esa réplica se centra en el Parque Nacional Madidi, una zona de 19.000 kilómetros cuadrados que alberga la mayor riqueza biológica de Bolivia y en la que Evo Morales aseguró ver el petróleo “chorreando”. La Asociación Prodefensa de la Naturaleza (Prodena) ha planteado la iniciativa Madidi sin petróleo, hecha pública en abril y que busca que no se exploten los yacimientos del parque para mitigar la emisiones de gases y proteger la biodiversidad.
Por ahora, no se conoce el volumen ni la calidad de las reservas petroleras de esta zona, ya que las compañías Total y Petrobrás hicieron una exploración del área y “se retiraron porque seguramente no había una cantidad de petróleo que justifique sus inversiones”, dice Prodena. Pero la asociación insiste en que el Gobierno de Morales ha mostrado su decisión de explotarlo.
En el Parque Nacional Laguna del Tigre, en Guatemala, se acaba de ampliar su explotación petrolífera, que representa casi el 98 % de la producción de crudo guatemalteco . Todo ello a pesar de que un grupo de diputados del Parlamento alemán propuso al presidente del país, Álvaro Colom, la creación de un fondo de compensación económica a cambio de renunciar a la extracción de crudo en el Laguna del Tigre. La zona es Reserva de la Biosfera Maya y cuenta con el humedal más grande de Centroamérica.
Pero la yasunización también tiene detractores. René Ortiz, ex ministro ecuatoriano y ex secretario general de la OPEP, explicó a Público que el plan Yasuní no tendrá éxito porque depende del altruismo internacional en una época de crisis y, además, “no encaja en las reglas del juego”.
Para otros, esa es, precisamente, su fortaleza: “Esto va más allá del Protocolo de Kioto, porque nosotros no estamos planteando la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero sino su eliminación”, insiste Acosta desde su despacho de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Otros, como el profesor de esta misma entidad Teodoro Bustamente, sólo creen que todo es una maniobra gubernamental para crear “una buena imagen internacional”.
Público