Los países del mundo examinarán durante las próximas dos semanas cómo movilizar recursos para enfrentar las secuelas del calentamiento global: el derretimiento de los hielos y un aumento del nivel de los mares
A partir de hoy, 15 mil delegados gubernamentales, defensores del ambiente, dirigentes empresariales, periodistas y personas de los más diversos ámbitos confluirán en las salas de reuniones de la conferencia anual del tratado climático de ONU, en medio del tiempo cálido y húmedo de esta localidad turística caribeña.
La cumbre se dará en un año que podría cerrar con algunas de las temperaturas globales más elevadas que constan desde hace 131 años. Mientras se eleva el calentamiento global, las negociaciones que la ONU impulsó hace tiempo se han estancado, debido a la incapacidad para encontrar un consenso que obligue legalmente a los países ricos, y tal vez una que otra nación pobre, a frenar sus emisiones de dióxido de carbono y de otros gases provenientes de las industrias, el transporte y la agricultura, a los que también se responsabiliza del calentamiento global.
La Voz del Interior
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El clima se llevará U$S 13 mil millones
Es una estimación para 2020 si sigue el ritmo actual de emisiones mundiales. Incluye pérdidas por energía, en la salud, por servicios ambientales y por adaptación a inundaciones
Para 2020, el impacto económico del cambio climático en Argentina se calcula en cerca de 13 mil millones de dólares. Esa cifra alcanza los 262 mil millones de dólares acumulados para 2100, según el reciente estudio de la Fundación Bariloche.
Los primeros datos fueron dados a conocer hace 10 días en una conferencia del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba. Es la primera vez que se calculan los costos del calentamiento global para países de América latina. El trabajo regional está a cargo de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
En Córdoba, Osvaldo Girardín aclaró que sólo se evaluaron las regiones y actividades económicas más afectadas y de las que se tenía suficiente información como para elaborar modelos de predicción.
“Hay que tomar decisiones a pesar del grado de incertidumbre. Mientras más rápido se tomen, más económicas serán y los efectos se verán más rápido”, explicó Girardín.
El economista indicó que reducir las emisiones no debe ser la meta del país ya que sólo aportamos el 0,2 por ciento de las emisiones mundiales. “El principal costo de no actuar es no adaptarse para soportar los impactos del cambio”, agregó.
Para este estudio se tomaron dos escenarios elaborados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Un escenario de muy altas emisiones que hoy por hoy es el que mejor representa la realidad (llamado A2). Y otro escenario más optimista donde las emisiones tienen tendencia a la baja hacia finales del siglo 21 (B2).
Cuyo y Comahue. Girardín explicó que en precipitaciones, va a haber una profundización de los escenarios actuales. “Seguirá lloviendo más de lo normal en la región chaqueña y pampeana y habrá menos disponibilidad de agua en Comahue y Cuyo”, comentó.
Comahue aporta el 20 por ciento de la energía del país a partir de centrales hidroeléctricas. Al haber menor caudal, producirá menos energía. Además es un oasis frutihortícola, en el cual el agua es vital. Para 2020, el impacto en la región significará una pérdida de 266 millones de dólares y de 5.457 millones para 2100, siempre en un escenario A2.
En Cuyo, ya se perciben variaciones en las lluvias y se prevé menos disponibilidad. Este cambio tendrá repercusiones en actividades como la vitivinicultura. El costo está estimado en 6,6 millones de dólares en 2020 y de 15 mil millones en 2100.
En Argentina un tercio de la energía es hidroeléctrica. También se registrarán pérdidas por esta vía hacia el final del siglo en la cuenca del Plata, producto de una mayor evaporación. Allí funcionan las centrales Salto Grande y Yaciretá. Los cálculos indican 168 millones de dólares para 2020 y cuatro mil millones a 2100.
Agricultura. “La principal actividad económica del país es clima intensivo. Entonces, todo el sistema económico es vulnerable”, puntualizó Girardín. El estudio indagó sobre los efectos en maíz, soja y trigo en la región pampeana, los cuales representan el 95 por ciento de la producción nacional.
Se registraría un aumento en los rendimientos que para 2020 significarían 894 millones de dólares más; y en 2100, 112 mil millones.
“Aumenta la cantidad de dióxido de carbono disponible que utilizan las plantas para crecer. Es sólo teoría, porque la planta puede adaptarse a una mayor presencia de carbono y no variar los rendimientos”, aclaró Girardín. Y agregó: “Puede haber un intensificación de la desertificación. Tampoco se computó lo que se perderá por biodiversidad”.
Inundaciones. Los costos de adaptación fueron calculados para posibles inundaciones en los ríos Paraná y Uruguay y en las costas del Río de Plata, donde para 2070 se espera un aumento de 40 centímetros en el nivel del mar que afectaría a la bahía de Samborombón.
El estudio calculó los costos de adaptación (construcción de terraplenes y traslado de población, entre otros) para nueve inundaciones similares del Paraná en 1998. Los valores son de 10 mil millones de dólares para 2020 y 48 mil millones en 2100.
Salud. En 2100, el 89 por ciento de la población argentina podría estar bajo riesgo de dengue. “Las condiciones climáticas indican que hasta el norte de Río Negro estará en riesgo de dengue porque el mosquito tendrá las condiciones para desarrollarse”, explicó Girardín. En 2100, cerca del 11 por ciento de la población estará bajo riesgo de malaria. Las pérdidas se calculan en 593 millones de dólares para 2020 y 42 mil millones para 2100.
Biodiversidad. Girardín aclaró que el estudio no pudo estimar los costos económicos por pérdida de biodiversidad. La flora, fauna y los suelos proveen servicios ambientales (alimentos, medicamentos, captación y retención de agua, entre otros), difíciles de ponerle un precio.
No obstante, se trabajó sobre dos ecosistemas. En el noroeste del país se prevé un pérdida de más de dos mil millones de dólares para 2020 (ocho mil millones para 2100) por eliminación de bosques nativos que inevitablemente se transformarán en áreas de cultivo.
En tanto, los daños irreparables en los esteros del Iberá, provocados por estrés hídrico generarían pérdidas de servicios ambientales calculadas en 245 mil millones de dólares para 2100.
La Voz del Interior