La segunda emisión del bono YPF terminó ayer con un nivel de demanda que superó largamente la oferta puesta a disposición de los inversores. Ocurrió lo mismo que en la colocación de diciembre, pese a que esta vez la posibilidad de comprar títulos se había multiplicado por dos.
Se colocaron 300 millones de pesos, pero los ahorristas hicieron pedidos de suscripción por casi 450 millones de pesos. Hubo una participación de 14.000 inversores minoristas, de los cuales la mitad compró un monto inferior a 10.000 pesos. El Banco Provincia fue uno de los principales intermediarios, ingresando un total de 1291 operaciones, equivalente a 35 millones de pesos.
Desde la petrolera se mostraron satisfechos por estos resultados, considerando que se cumplió con el objetivo de llegar a los pequeños y medianos ahorristas que buscan alternativas a las inversiones tradicionales, incluida la de dólares en el mercado ilegal. “Los argentinos volvieron a confiar sus ahorros a la producción”, destacaron. Ocurre que durante diciembre pasado se hizo una primera colocación, que también dejó resultados alentadores. Según pudo saber Página/12, la idea es repetir este tipo de emisiones cada tres meses. Los analistas financieros observan que es otro paso para poner en movimiento la rueda del mercado de capitales.
Entre los motivos del éxito de la Obligación Negociable, figura su rendimiento. Una de las características distintivas es que ofrece un interés de 19 por ciento en el año, lo que supera a la mayoría de los plazos fijos. Claro que el requisito para hacer esta inversión, destinada a los pequeños ahorristas, es comprar un mínimo de 1000 pesos. El máximo es de 250.000.
“El rendimiento fue una de las cosas que llamó la atención de la gente y generó la gran adhesión”, indicó a este diario Alfredo García, economista jefe del Banco Credicoop. Pero advirtió sobre otro elemento destacado: “Da toda la impresión de que los inversores se identifican con el proyecto de YPF, confiando sus ahorros”.
Existen otros factores que ayudan a entender la masividad que alcanzaron los pedidos de suscripción del bono de la petrolera. Algunos mencionan que es una herramienta que, a diferencia de otras inversiones, ofrece liquidez al ahorrista, porque tiene la posibilidad de revender sus papeles si resigna parte del interés. Muchos también creen que algo central es que es un bono pensado para un público que no cuenta con conocimientos financieros. Se necesitan pocos requisitos para operarlo: si el interesado tiene cuenta bancaria, hace la suscripción desde Internet o por teléfono.
A partir de esto, la idea que sobrevuela entre los analistas financieros es que comienza a tomar impulso una plaza poco explorada en el país. “Los bonos de YPF son un excelente puntapié para que ruede la pelota en el mercado de capitales. Permite que cada vez sean más los ahorristas que descubran y se animen a participar en inversiones distintas a los plazos fijos”, señaló a este diario Augusto Posleman, de Puente Inversiones.
Por el momento, existen versiones que indican que la estrategia de financiamiento de la petrolera podría ser imitada por otras empresas, tanto privadas como públicas, para encarar sus inversiones de envergadura. Algunos señalan que la construcción de una nueva central atómica o la recuperación del patrimonio ferroviario serían obras que tienen la posibilidad de fondearse a partir de los pequeños y medianos ahorristas.
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