Hace un año, Cristina Fernández de Kirchner cortaba el nudo gordiano con la expropiación del 51 % de las acciones de Repsol en YPF. Con esta drástica decisión, las relaciones con España quedaron enturbiadas, pero Argentina pasaba a controlar su petróleo. Kirchner argumentó que la situación argentina era una rareza, ya que hasta ese momento era el único país del subcontinente que no manejaba sus reservas de crudo.
Lo cierto es que los estados latinoamericanos que cuentan con recursos de hidrocarburos poseen una empresa estatal que, en algunos casos, es la compañía con mayores ganancias del país. Y es que las potencias emergentes de la región no olvidan su pasado colonial y están dispuestas a todo para que los ingentes beneficios que produce el oro negro no acaben en bolsillos extranjeros.
América Latina ha levantado una barrera política alrededor de sus yacimientos de crudo. Y lo han hecho, en gran parte, por mandato de la sociedad civil: los pueblos del continente saben que el petróleo significa dinero y quieren ver cómo los beneficios de su explotación se traducen en desarrollo y bienestar para la mayoría.
Según la Organización de Países Productores de Petróleo, las existencias conocidas de este recurso en América Latina rondan el 23 % de las reservas mundiales, y en los últimos años no dejan de descubrirse importantes yacimientos. El subsuelo de la región alberga, por tanto, un verdadero tesoro codiciado por los grandes grupos empresariales del sector. El crudo es el queso y las grandes multinacionales, el ratón.
La expropiación de YPF por parte del Gobierno Kirchner en Argentina es solo un ejemplo del paso adelante que ha dado el subcontinente latinoamericano a la hora de proteger sus recursos de hidrocarburos.
El ejemplo más claro es Venezuela. El 87 % del petróleo de Latinoamérica está bajo suelo venezolano, con lo que la economía de ese país depende en gran medida de este recurso, que supone el 90 % de todas las exportaciones. En 2001, Hugo Chávez determinó que el Estado debía controlar la empresa Petróleos de Venezuela, y decidió que una parte de los beneficios del oro negro pasase a financiar programas de desarrollo social.
Algo parecido sucedió en Brasil. Con el hallazgo en los últimos cinco años de ingentes yacimientos en el litoral sur del país, Brasil cuenta hoy con el 4,1 % de las reservas de la región, y la estatal Petrobras se ha convertido en una pieza clave para el desarrollo de la nación.
Otros países con menores reservas, como México o Bolivia, también han cerrado la puerta a la inversión extranjera en este recurso.
Hispan tv