La selva amazónica aún tiene poblaciones en aislamiento extremadamente vulnerables a cualquier tipo de contacto con foráneos. Fotografía: Gleison Miranda / FUNAI / EPA
– La compañía pretende operar en una región habitada por pueblos indígenas extremadamente vulnerables a cualquier contacto con foráneos.
Por David Hill*.- El Ministerio de Energía y Minas (MEM) ha dado el visto bueno a Repsol para la exploración de petróleo en un área “protegida” y una reserva propuesta en el norte del país, en la remota selva amazónica de la frontera con Ecuador.
De acuerdo al estudio de impacto ambiental (EIA) del proyecto, inicialmente presentado al MEM en 2011 y aprobado el mes pasado, la exploración incluirá pruebas de exploración sísmica 3D a través de un área 680 kilómetros cuadrados y la perforación de al menos veintiún pozos.
Aunque Repsol no lo reconoce, todas las pruebas y veinte de los veintiún pozos caen dentro de un área que fue propuesta como reserva para los pueblos indígenas que viven en lo que la ley peruana llama “aislamiento voluntario” y que son extremadamente vulnerables a cualquier tipo de contacto con gente del exterior.
La creación de esta reserva fue propuesta por la organización regional indígena ORAI en 2003, con el fin de proteger la región y prohibir que madereros, mineros y las empresas petroleras y de gas – como Repsol – operen ahí.
En diciembre del año pasado, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acordó dar 1 millón de dólares al Perú con el objetivo declarado de proteger a los pueblos indígenas “aislados” del país – algo de lo cual estaba programado para ser gastado en hacer realidad esta reserva propuesta-.
En 2007 la organización nacional indígena AIDESEP hizo una solicitud de medidas cautelares a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para ayudar a detener a Repsol, pero el Ministerio de Justicia de Perú está poniendo en duda la existencia de los pueblos “aislados” y está instando a la CIDH para archivar el pedido.
En una carta dirigida a la CIDH, en abril del año pasado, reenviada a AIDESEP en enero de este año, el Ministerio afirmó:
“El transcurrir del tiempo (más de cuatro años) supone la ausencia de una situación de gravedad y urgencia o desaparición de la misma (en el hipotético caso que ésta hubiera existido). De otro lado, es preciso resaltar que incluso no se tiene certeza de la existencia real de dichos pueblos…”
Según el EIA – preparado por Repsol y una consultora llamada Gema – las pruebas sísmicas requerirán la detonación de explosivos subterráneos, 42 campamentos, 75 helipuertos, más de 1.300 trabajadores, 3.800 zonas de descarga, y 3.770 kilómetros de trochas de 1,5 metros de ancho.
Estas pruebas se deben llevar a cabo en el corazón de la reserva propuesta, muy cerca de una zona donde, según un mapa enviado por la organización regional indígena ORPIO a la CIDH el año pasado, unos”aislados” fueron vistos en 2008.
Seis de los pozos – cada uno de ellos requiere 247 trabajadores – estarán ubicados en el interior de la Reserva Nacional Pucacuro, un área supuestamente “protegida” de 637.953 hectáreas creada hace tres años. Si se estableciera la reserva para los aislados una parte ubicada más al sur se superpondría parcialmente a la reserva Pucacuro.
El objetivo declarado de la Reserva Pucacuro es proteger “una de las áreas más importantes para la conservación de la biodiversidad a nivel mundial” y “excepcional” riqueza de especies.”
David Freitas, de ORPIO, condena los planes de Repsol para operar en esta región:
“Las consecuencias para los indígenas aislados de la zona Napo Tigre podrían ser fatales. Es una forma brutal e inconsciente de procurar su desaparición tan solo por intereses económicos foráneos y que ellos seguramente no entienden…. Diez años han pasado y hasta ahora no hay nada concreto”.
Repsol dice que es “consciente de la riqueza biológica del área” y que no hará nada sin el permiso del gobierno, afirmando que después de operar en la región “durante los últimos 10 años” y realizar “varios estudios”, no ha encontrado ninguna prueba de que los pueblos “aislados” existan.
Gonzalo Velasco Perez, de Repsol dice:
“A pesar de que no tenemos evidencias de la existencia de personas en aislamiento voluntario, la compañía ha implementado un Plan de Contingencia Antropológico que garantiza que, en la remota e improbable eventualidad del avistamiento de un no contactado, nuestro equipo técnico y contratista siempre actuará siempre adecuadamente a fin de evitar el contacto y pondrá el hecho en conocimiento de las autoridades correspondientes”.
Apenas dos días antes de la aprobación del EIA de Repsol, el Ministerio de Cultura celebró una reunión en Lima sobre los pueblos indígenas “aislados” – con el apoyo de USAID y la participación de representantes gubernamentales y de la sociedad civil de otros países de América del Sur.
“Me quedé asombrado de tanta hipocresía de los ponentes de cada uno de los países, donde hacen de ver que todo está bien, que todo funciona de maravillas con los indígenas aislados “, dice Freitas. “Cuando se hicieron preguntas acerca de las reservas propuestas, el representante de Perú dijo: ‘Seguimos haciendo estudios para verificar de qué pueblos son, cuántos son, dónde están ubicados exactamente y muchas boberías más”
Ambos, AIDESEP y ORPIO ya han escrito informes que enumeran considerable evidencia de pueblos indígenas “aislados” en la región donde operan Repsol, y otras empresas, numerosas instituciones del Estado, organizaciones no gubernamentales y personas han reconocido su existencia.
Incluso la propia Repsol ha reconocido anteriormente que hay indígenas “aislados” en esta región, celebrando una reunión pública en el 2003, titulada “Los No Contactados” en un pueblo llamado Santa Clotilde, ubicado en el río Napo, más abajo de sus operaciones.
La concesión de Repsol, conocida como “Lote 39″, es un área de 886.820 hectáreas, entre el río Napo y el río Tigre, en el departamento peruano de Loreto, donde el MEM estima que las “probables” reservas de petróleo son más grandes que las de cualquier otra concesión en el país.
Según un innovador artículo publicado en mayo de 2013 acerca de las operaciones de gas y petróleo en Loreto, Repsol podría reducir su impacto en el “Lote 39″ si adoptara las mejores prácticas de la industria y si utilizara una técnica de perforación diferente que requiera un menor número de pozos.
“En la base de las mejores prácticas está la Perforación de Alcance Extendido (ERD por sus siglas en inglés) cuando el alcance horizontal es al menos dos veces mayor que la profundidad vertical”, afirma el artículo. “[Esto] significa que una sola plataforma de perforación puede alcanzar varios objetivos distantes en un yacimiento de petróleo o gas”.
Matt Finer, uno de los autores del artículo y científico del Centro de Derecho Ambiental Internacional, califica de “preocupantes” a los planes de Repsol por razones ecológicas, sociales y técnicas:
“El hecho de que los proyectos planeados por Repsol se sobrepongan a un área nacional protegida y a una reserva propuesta para grupos indígenas no contactados en una de las esquinas más intactas y biodiversas de la Amazonía es muy preocupante. También es preocupante, por razones técnicas, debido a la falta de consideración de la ERD. Nuestro estudio encontró que en lugar de 21 plataformas estas mismas áreas podrían ser cubiertas con sólo seis, mediante el uso de la ERD, lo que reduciría considerablemente la huella del proyecto”.
Pero Velasco Pérez, de Repsol, dice que la ERD no es aplicable en esta etapa de sus operaciones, es decir, en la fase exploratoria, y que “sólo es aplicable a la ‘perforación de desarrollo’, en ciertas condiciones geológicas y para ciertos tipos de pozos.”
Repsol ha mantenido la licencia para operar el “Lote 39″ desde 1999 y ya ha realizado algunas pruebas sísmicas y pozos exploratorios, descubriendo yacimientos de crudo pesado, según la compañía, en 2005, 2006 y 2008.
—
* David Hill es un periodista independiente y actualmente es consultor del Forest Peoples Programme (FPP), una organización internacional de derechos humanos que apoya a las organizaciones indígenas de Perú preocupados por los impactos de la expansión del proyecto de gas de Camisea en los pueblos indígenas aislados.