“En shale gas, la Argentina debe imitar a Canadá antes que a Estados Unidos”

Así lo cree el especialista Menelaos Ydreos

Con un potencial geológico enorme para explotar gas no convencional, el país aún debe trabajar mucho en términos normativos. Para Menelaos Ydreos, directivo de la Unión Internacional del Gas, la incipiente legislación local debería tomar como referencia la canadiense.

Por estos días suele destacarse el impresionante crecimiento registrado por la industria estadounidense del gas no convencional y su profundo impacto sobre la dinámica delmercado energético global. Sin embargo, a la hora de recomendar un plan de acción a seguir, Menelaos Ydreos, vicepresidente del Comité de Coordinación de la Unión Internacional del Gas (IGU, según sus siglas en inglés), considera que a la Argentina le convendría poner la mira en el modelo canadiense.
“Hay que ver qué está haciendo Canadá más que Estados Unidos. Su desarrollo de shale ha sido más lento, pero también más estratégico, con regulaciones más robustas y menos jurisdicciones extrayendo el recurso”, señaló el experto en el marco del III Congreso Internacional “YPFB Gas & Petróleo” 2013.
Consultado por este medio, aclaró que el modelo estadounidense no puede replicarse. “El canadiense es un mejor ejemplo a imitar. En la Argentina hay formaciones tres veces más espesas que las norteamericanas, lo que habla de su gran potencial. Pero el país necesita mejorar mucho en materia regulatoria”, aseveró.
En su opinión, a pesar de que en los últimos tiempos la industria hidrocarburífera tendió a la globalización, con el shale gas se ha vuelto a un entorno más regional. “Básicamente puede diferenciarse una revolución energética en Norteamérica, un creciente consumo en Asia, el desafío en Europa, realidades asombrosas en Medio Oriente y perspectivas de cambio en Sudamérica”, resumió.
Hace cinco años, explicó, el recurso cambió de manera fundamental la ecuación de oferta y demanda en Norteamérica. “El gas de esquisto pronto representará más de un 50% de la oferta gasífera norteamericana. Actualmente, la petroquímica y otras industrias de uso intensivo de la energía se están reactivando, mientras que la generación energética se aleja del carbón. Y buena parte del gas natural licuado (LNG) está siendo exportada, algo que hasta hace poco parecía imposible”, precisó.

Expansión norteamericana

A decir del directivo de la IGU, cuyos miembros representan un 95% de las ventas mundiales del fluido, la entidad es la voz global del gas natural, y su misión se basa en promover avances políticos, técnicos y económicos dentro del sector. “Y si hablamos de avances, sin duda lo primero que pasa por nuestra mente es la espectacular expansión del shale norteamericano. Hay que tener en cuenta que tomó 18 años llegar a la primera producción relevante de shale, cantidad que se duplicó dos años después y se cuadruplicó en los últimos dos años”, apuntó Ydreos.
Según sus palabras, en estos momentos en Norteamérica se está buscando más petróleo de esquisto que shale gas, pero igualmente la intensidad de la actividad es irrepetible en otra parte del mundo. “Las importaciones de Estados Unidos seguirán cayendo, lo que tendrá implicancias geopolíticas importantes”, pronosticó.
Asimismo, resaltó la captación de inversiones en el segmento de distintas partes del planeta, el acelerado incremento de la productividad de los pozos y la notoria caída de las emisiones de carbono. “Con un precio de entre u$s 4 y u$s 6 por millón de unidades térmicas británicas (BTU), el gas se encuentra en una excelente posición para competir con otras fuentes de energía en la región”, añadió.

En alza y en baja

Motorizada por China e India, la demanda de energía en Asia Pacífico parece imparable. De acuerdo con Ydreos, el bloque tiene una marcada dependencia del LNG (que representó un 89% del intercambio de gas en 2011) porque carece de una infraestructura desarrollada de ductos. “La inversión en ese rubro está creciendo, pero aún no es suficiente. La región compra más del 70% del LNG que se vende a nivel global”, sintetizó.
Desde lo regulatorio, indicó que el mercado asiático aún no es competitivo. “Debe alejarse de lo monopólico e incluir a empresas menos integradas verticalmente”, sugirió.
En Europa, en cambio, la demanda gasífera está en baja, sobre todo en generación energética, porque el carbón disponible en Estados Unidos de bajo costo está avanzando sobre el mercado. “El consumo carbonífero está aumentando un 5,9% anual. Y pensar que es el hogar de la lucha contra el cambio climático”, manifestó.
En efecto, la crisis económica y los costos se han vuelto un tema más importante en el Viejo Continente. “El sistema de intercambio de bonos verdes no está funcionando. El LNG llega, pero en pequeña escala. Se observan mecanismos políticos y mercantiles complejos y signados por la incertidumbre”, completó.

En desintegración

Pese a que hay mucho gas en Medio Oriente, Ydreos anticipó que –con excepción de Qatar y Argelia– el gas de esa región se consumirá in situ. “La producción gasífera de esa zona crece a más de 8%, pero también el consumo. Y algo similar sucede en África, donde cada vez más personas necesitan cada vez más energía”, sostuvo.
En Sudamérica se ve un mayor consumo y una producción estable, junto con un problema de suministro. “La integración regional es un desafío pendiente. Algunos países están importando gas y otros exportan LNG, por lo que en verdad el mercado se está desintegrando, mientras crece el nacionalismo de recursos”, sentenció.
Desde su óptica, la región necesita aumentar sus reservas y su producción, sobrellevar las barreras legislativas y geopolíticas, sortear la desconfianza mutua y maximizar las oportunidades existentes. “Las reservas están cayendo y el consumo viene subiendo más que la producción. Además, hay cambios políticos e institucionales que dificultan la inversión, particularmente en la Argentina”, acotó.
A su entender, hay que mejorar el tema fiscal, promover el gas convencional e imponer condiciones para poner en valor el no convencional. “Las oportunidades existen, sobre todo en Brasil”, concluyó.

Revista Petroquímica