La urgente relación entre ecología y política

Un error común es considerar que se puede orientar la marcha de la civilización con gobiernos sordos a las ciencias o conocimientos desvinculados de la política.
La ciencia debe dar los datos de la realidad pasada, presente… y futura del planeta. La política a partir de esos conocimientos crear un proyecto general, convencer, organizar y ejecutar.
Un elemento a tener presente por los actores de ambos sectores es la situación ideológica y de poder imperante en cada momento de la sociedad junto a la necesidad paralela de modificarlas.
Ni eludir la fuerza de la realidad, ni someterse a ella.
Es un tema central porque no es suficiente saber y estar en la razón sin fuerza social organizada para llevar a la práctica lo necesario. Y no basta con gobernar apartando datos objetivos opuestos a las demandas corrientes del presente.
El hoy y el mañana son dos formas de presente y dependen de la ecuación entre los hechos visibles y previsibles.
Este problema tensa la relación de los ecologistas y el gobierno de Ecuador. En palabras de Rafael Correa:
“Esas posiciones extremas, no a la minería, no al petróleo… sacan 3% de votos… para tratar de desestabilizar al gobierno los medios de comunicación dan amplia cabida a estos grupos extremos que no representan a nadie, y usted sabe cuánto le interesan a los medios capitalistas y mercantilistas los indígenas.
La única oportunidad que tiene América Latina para desarrollarse soberanamente sin tener que someterse a la explotación a la que se sometieron ciertos países del sudeste asiático, explotación laboral, de sus recursos, etcétera, es gracias a sus recursos naturales no renovables y la ingenuidad y responsabilidad de cierta izquierda pretende que abandonemos esa oportunidad. Es un suicidio”. [Entrevista de Telesur].
Es cierto lo que advierten para hoy o a futuro los ecologistas y también lo es el poco interés mayoritario por asumir medidas que significan cambiar de estilo de consumo real o deseado en que se basan los políticos.
Lo importante es reconocer que muchos ambientalistas proponen medidas a contracorriente y que los políticos casi nunca miran y actúan según el mundo que viene, en crisis de recursos, clima, y su resultado de preparación de guerras.
La solución es forzar sin descanso el debate de ambos lados, difundir información, presentar propuestas. Aceptar que la fuerza para decidir depende de tener una mayoría democrática que se debe ir formando.
El hecho es que habrá que llevar una vida de consumo racional para ser sustentable y que su concreción global depende de la planificación de los gobiernos.
Hay que presionar, no combatir, para impulsar un proceso porque es una invitación desde los menos a los más que tardará tiempo en ser aceptada. El diálogo principal es con la sociedad no con los gobernantes.
Es factible para la humanidad explotar los recursos no renovables como dice Correa como también establecer el orden del buen vivir. La diferencia está en qué adhesión tienen ambas civilizaciones en la actualidad.
Ir en defensa de la naturaleza amenazada es vital. Tratar de imponerla no es viable. Intentar negar la crisis sistémica es avanzar a un abismo.
Es tiempo de ir a la base y explicar dentro de la realidad desfavorable actual.
Como dice Correa, ¿alguien imagina a los venezolanos votando por la no explotación del petróleo?
Como sabe la ciencia, ¿alguien piensa que los recursos de la Tierra son infinitos?

Argenpress