La explotación de hidrocarburos no convencionales mediante la técnica de la fractura hidráulica provocó un intenso debate en las páginas de Cash. A favor y en contra del fracking, qué tipo de desa-rrollo, la posición de los ecologistas y las restricciones económicas a partir de la pérdida del autoabastecimiento energético son temas que se expresan en los tres textos que se suman al debate y se publican hoy como aportes a la comprensión de una de las cuestiones cruciales del corto y mediano plazo de la Argentina.
La Argentina enfrenta un desafío con categoría de epopeya: lograr el autoabastecimiento energético, con el consiguiente desarrollo de la producción de su principal componente o insumo, los hidrocarburos. En este reto no hay dudas de que en el mediano-largo plazo la solución proviene de los recursos no convencionales de las formaciones Vaca Muerta y Los Molles. Las objeciones medioambientales en relación con el fracking no tienen asidero ni fundamento, y están vinculados con la necesaria normativa nacional al respecto, según la Constitución, y con el control y regulación provincial. Por ello los esfuerzos en no convencionales, tanto los ya iniciados como los que se realicen en adelante, tienen una importancia estratégica. Sin embargo, los resultados con influencia en el abastecimiento pueden ir viéndose en dos o tres años, y la incidencia en el autoabastecimiento recién puede avizorarse de cinco años en adelante.
Es por ello que un plan con vistas a acortar el drenaje de divisas originado en la importación de combustibles, que está complicando la economía argentina, debe contemplar alternativas destinadas a suplir ese bache del corto plazo, de los próximos cinco años. De lo contrario, el incremento de importaciones puede volverse insostenible. La opción a una apuesta acotada y unidireccional hacia los no convencionales existe, y reside en aumentar la producción de gas de pozos convencionales, un plan de uso racional y razonable de eficiencia energética y la promoción estatal de la energía eólica.
Estas tres medidas no resuelven el autoabastecimiento, pero permiten llegar con aire, con resto, a la producción plena de no convencionales. Con la ventaja y la particularidad de que exigen una inversión sustancialmente menor que aquellos yacimientos de shale, sin competir por lo tanto con su desarrollo actual.
En YPF y otras empresas existe una cantidad varias veces centenaria de pozos de gas convencional en áreas productivas que por diversas razones no están en explotación. Su desarrollo puede incrementar rápidamente el gas necesario para ir reemplazando parcialmente el importado, con un costo muy bajo respecto de las magnitudes que se ven en la alternativa principal. Una medida de este tipo sumada a técnicas de intensificación en pozos en declinación es de capital importancia para el corto plazo y no se perciben objeciones a una solución de este tipo para esta etapa crucial.
De la misma manera, una campaña nacional de alcance, de importancia, en el uso racional de energía, significa un ahorro en importación de combustibles sustancialmente mayor al esfuerzo realizado. La promoción de energía eólica en magnitudes importantes, con asistencia financiera realista, asiste también a esta etapa, aparte de desarrollar industria nacional. Estas tres medidas son impostergables para cerrar esa brecha analizada, sin perjuicio de otras que se consideren apropiadas y de la inversión en centrales hidráulicas y nucleares para el mediano plazo.
Una opción de estas características permite asimismo quitar dramatismo a la explotación de los yacimientos no convencionales, que son tan necesarios en el mediano plazo, al mismo tiempo que ayuda a evaluar y sopesar la evolución de la inversión de empresas multinacionales en el shale y sus características. En ese sentido, una apuesta a todo o nada, sin alternativas, en el camino al autoabastecimiento, no parece conveniente a los intereses nacionales
* Especialista en energía.