LUIS P. ARECHEDERRA.- Argentina es un país que no deja de hablar consigo mismo. Sus calles están plagadas de lemas, políticos y publicitarios. Nada más salir delaeropuerto de Neuquén, una ciudad al suroeste del país, hay una pared negra en la que se lee: «No al fracking». Es un aviso: estamos en una de las provincias petroleras del país, en la que se encuentra gran parte del famoso yacimiento de Vaca Muerta.
¿Vaca Muerta? Vaca Muerta es una superficie inmensa (30.000 kilómetros cuadrados) de matorral cubierto de polvo, en las provincias de Nequén, Río Negro y Mendoza, donde se alcanzan 45º grados en verano y menos 10º en invierno.
Vaca Muerta es un yacimiento rico en petróleo y gas no convencional, accesible a través de fractura hidráulica, que podría tener más de 22.000 millones de barriles en el subsuelo.
Vaca Muerta es el arma de Argentina para resolver su déficit energético. Este desequilibrio es la causa fundamental de una inflación del 20% en el país, que dispara los precios y restringe el cambio de divisas.
Vaca Muerta es la principal razón por la que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner expropió a la empresa española Repsol su filial en el país, YPF, hoy un símbolo nacional. Su potencial era demasiado apetitoso.
¿Vaca Muerta? Es la esperanza de (la) Argentina; y su descubrimiento fue la tumba de Repsol en el país.
A pesar de sus grandes recursos naturales, Argentina pasó en 2011 a ser importador neto de energía. Ese año hubo un déficit energético de 2.145 millones de euros, similar al de 2012, de 2.070 millones de euros. Este desequilibrio ha seguido creciendo en 2013, a pesar de que YPF presume de haber aumentado mucho su actividad. Según la empresa estatalizada por Kirchner, que tiene la concesión de 12.000 kilómetros cuadrados del yacimiento, solo con el desarrollo del 15% de Vaca Muerta se podría acabar con el déficit.
Pero YPF no tiene ni medios tecnológicos ni capacidad de inversión para sacarle el jugo. Ni siquiera para empezar. Pablo Iuliano, el ingeniero gerente del principal proyecto en marcha, admite que necesitan socios externos. Por ahora, seguramente por la inseguridad generada, solo han conseguido dos socios: las petroleras norteamericanas Chevron y Dow. Ambas han sido tímidas y han firmado acuerdos más financieros que operativos.
Mientras tanto, Repsol espera que se resuelva el proceso de indemnización. La compañía de Antonio Brufau exige el pago de un justiprecio de 8.000 millones de euros, una petición razonable según los activos expropiados, el 51% de las acciones de la empresa. Entre tales activos está esa jugosa concesión de Vaca Muerta, ahora en manos argentinas. El presidente de YPF, Miguel Galuccio, expresó ante periodistas españoles que ahora mismo las negociaciones están paralizadas. Pero insistió en que el conflicto es entre el Gobierno de Kirchner y Repsol, que mantiene una participación del 12% en su antigua filial.
Acuerdo con Chevron
La realidad es que, un año y medio después de la expropiación, la empresa argentina se ha lanzado a la carrera por explorar el lugar. Numerosos camiones circulan por sus infinitas carreteras. Transportan agua, arena y productos químicos. Todo lo necesario para abrir los pozos con la polémica técnica que está revolucionando el mundo energético: el «fracking».
El acuerdo más importante se ha firmado con la petrolera Chevron, con la que YPF ha lanzado un proyecto piloto de 20 kilómetros en la superficie de Loma Campana. Por ahora, la empresa norteamericana invertirá 920 millones de euros para poner en marcha 130 pozos. YPF operaría sobre el terreno, pero no pondría dinero. Si el proyecto tiene éxito, el acuerdo se ampliaría a una extensión de 395 kilómetros (1.500 pozos) y exigiría una inversión de 11.120 millones de euros, compartida al 50%. Esto sólo llegaría a suponer un 3,3% de la superficie de Vaca Muerta. Un grano en el desierto.
Intenso ritmo de trabajo
Los trabajadores de los pozos viven en las poblaciones de los alrededores, como Añelo. Los turnos de trabajo incluyen una o dos semanas en faena y el mismo periodo de descanso. En el tiempo laboral, muchos empleados conviven en « trailers» aparcados en torno al pozo, unas casitas portátiles con pinta de pisos de estudiantes.
El ritmo de trabajo es intenso. Como muestra el cansancio de Roberto Mercado, geólogo de uno de los pozos, que analiza muestras de la roca perforada. Comenzó a las tres de la madrugada y todavía tenía que aguantar hasta las doce de la noche.
Esta actividad ha convertido la región en una especie de lejano Oeste.YPF reconoce contar con 175 empleados, pero estima haber generado hasta 4.000 puestos de trabajo. Entre ellos hay muchos extranjeros, ya que Argentina no tiene profesionales suficientes para esta actividad. Uno de ellos es Daniel Lizarazo, colombiano de 32 años, segundo jefe de un pozo.
Lizarazo lleva dos años en Loma Campana, pero aterrizó en la empresa en 2009. El grupo Repsol le fichó en Colombia y le formó como ingeniero metalúrgico en la Universidad de Buenos Aires. Cuando acudió a trabajar el 16 de abril de 2012, el día de la expropiación, su tarjeta de acceso no funcionó. Después, YPF le reincorporó a su plantilla. Parece entusiasmado con la actividad en Vaca Muerta, pero está también muy agradecido a Repsol.