VALLE DEL OMO, Etiopía, 20 nov 2013 (IPS) – La construcción de una gran línea de transmisión que exportará electricidad generada por uno de los grandes proyectos hidroeléctricos de Etiopía, Gibe III, es una amenaza para cientos de miles de pastores que viven en la zona.
La represa Gibe III, que generará 1.800 megavatios (MW), se está construyendo en el sudoeste de Etiopía, sobre el río Omo, a un costo de 1.700 millones de dólares.
El Estado estima que ingresará más de 400 millones de dólares anuales con la exportación de su energía. Cuando se concluya, en 2015, será la cuarta hidroeléctrica del mundo en tamaño.
Pero la central también afectará la existencia y los medios de vida de cientos de miles de indígenas en el tramo inferior del Valle del Omo, así como de los habitantes próximos al lago Turkana, en Kenia, que también dependen del río Omo.
Las comunidades étnicas bodi, daasanach, kara, mursi, kwegu y nyangatom, que viven junto al río Omo, dependen de sus inundaciones anuales para plantar los cultivos de los que se alimentan.
La comunidad seminómada de los mursis está siendo reubicada como parte de un plan del gobierno etíope para construir nuevas aldeas e iniciar una gran plantación de azúcar, con lo que los pastores nómadas se convertirán en agricultores sedentarios.
Los cientos de kilómetros de canales de riego que se están excavando para desviar las aguas del río Omo con el fin de regar estas grandes plantaciones impedirán que las comunidades indígenas sigan viviendo como siempre lo han hecho.
“Nos dicen que nuestra tierra es propiedad privada. Estamos muy preocupados por nuestra supervivencia, ya que nos obligan a mudarnos a donde no hay agua, hierba ni cultivos “, dijo un mursi a IPS.
De acuerdo al plan gubernamental, el Valle del Omo será centro neurálgico de la agricultura comercial a gran escala, irrigada por aguas de la represa Gibe III. Hasta la fecha, 445.000 hectáreas han sido asignadas a empresas extranjeras de Malasia, India y otros países para producir azúcar, agrocombustibles, cereales y otros cultivos.
“Gibe III agravará la pobreza de los más vulnerables. El gobierno ya tiene problemas para hacer frente al hambre [de] sus ciudadanos. Al apropiarse de las tierras y el agua en el Valle del Omo está creando una nueva clase de ‘refugiados internos’, que ya no serán autosuficientes”, advirtió Lori Pottinger, de la organización ecologistaInternational Rivers, a IPS.
Organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo, han comprometido 1.200 millones de dólares para construir 1.070 kilómetros de líneas de alta tensión desde la zona de Wolaita-Sodo, en Etiopía, hasta Suswa, 100 kilómetros al noroeste de Nairobi, la capital keniata.
La línea de transmisión que transportará la energía de Gibe III, conectará la red eléctrica etíope a la de Kenia con una capacidad de 2.000 MW.
De acuerdo con el Banco Africano de Desarrollo, la represa promoverá la generación de energía renovable y la cooperación regional y garantizará el acceso a electricidad confiable y asequible a unos 870.000 hogares en 2018.
En el último Informe sobre Desarrollo Humano de la Organización de las Naciones Unidas, Etiopía ocupa el puesto 173 de 187 países.
Sin embargo, el segundo país más poblado de África es también una de las economías de más rápido crecimiento en el continente.
Según el primer ministro Hailemariam Desalegn, el producto interno bruto (PIB) crecerá 11 por ciento en 2014.
Aprovechar sus enormes recursos hídricos para generar hasta 45.000 MW y vender el excedente de electricidad a sus vecinos es un componente fundamental del quinquenal Plan de Crecimiento y Transformación de Etiopía.
Esta nación del Cuerno de África genera actualmente 2.000 MW en seis centrales hidroeléctricas e invierte en este tipo de energía un tercio de su PIB total próximo a los 77.000 millones de dólares, más que cualquier otro país africano.
Pero, según un informe del Banco Mundial publicado en 2010, solo 17 por ciento de los 84,7 millones de habitantes de Etiopía tenían electricidad en ese momento. La empresa estatal Ethiopian Electric Power Corporation (EEPCO) prevé una cobertura de 100 por ciento para 2018.
“Estamos ayudando a mitigar el riesgo climático que implica consumir combustibles fósiles, y a reducir las tasas de deforestación que es elevada en Etiopía. La energía hidroeléctrica beneficiará nuestro desarrollo”, dijo a IPS el director ejecutivo de EEPCO, Miheret Debebe.
El gobierno insiste en que el bienestar de las comunidades de pastores que están siendo desplazados es una prioridad y que se beneficiarán de los avances en el Valle de Omo.
“Estamos trabajando mucho para protegerlos y ayudarlos a adaptarse a las condiciones cambiantes”, declaró a IPS el portavoz del gobierno, Shimeles Kemal.
Sin embargo, grupos étnicos como los mursis no son consultados sobre cambios impuestos para su futuro. “Si resistimos el reasentamiento nos van a arrestar”, advirtió un anciano mursi a IPS.
“Tenemos miedo al futuro. Nuestra forma de vida está amenazada. Nos dicen que dejemos de trasladarnos con el ganado, que dejemos de usar nuestra vestimenta tradicional y que vendamos nuestro ganado. El ganado y el movimiento son todo para los mursis”, agregó.
Asegurar que los proyectos de desarrollo nacional no pongan en peligro la vida de cientos de miles de pastores es fundamental, indicó Ben Braga, presidente del Consejo Mundial del Agua.
Braga denunció a los gobiernos que no indemnizan a comunidades como los mursis, pues el desplazamiento es una consecuencia inevitable de las grandes represas, y requiere una concienzuda planificación previa para evitar estas situaciones de emergencia.
“¿Cómo podemos compensar a estas poblaciones para que la mayor parte del país se beneficie de la electricidad? Hacen falta mejores mecanismos de compensación para asegurar que los beneficios se compartan y que todos los interesados sean incluidos en las consultas previas a la construcción”, dijo Braga a IPS.
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Las comunidades indígenas que viven junto al río Omo, en Etiopía, dependen de las inundaciones anuales para sus cultivos. Crédito: Ed McKenna/IPS