En un plazo no mayor a dos años, Petróleos Mexicanos (Pemex) dejará de ser una paraestatal para convertirse en empresa productiva del Estado mexicano, con autonomía presupuestaria, de gestión y de contratación, pero también con libertad de asociación y un margen mucho más amplio para elegir sus proyectos operativos y financieros, tanto en el país como en el exterior.
Es así que, como explicó el director general de Pemex, Emilio Lozoya Austin, en entrevista, la empresa se concentrará en el territorio mexicano pero no descartará oportunidades de inversión como las que recientemente ha adquirido en España, siempre y cuando reditúen en capacitación de personal y transferencia de tecnología para los proyectos en México.
“Pemex seguirá siendo la empresa más grande de México y en unos años será una de las cinco más grandes del mundo en el ramo”, dijo Lozoya, asegurando que con las restricciones que constitucionalmente se le han quitado de encima, se observará a un Pemex mucho más activo en operaciones internacionales.
ESPAÑA, PRIMERA ADQUISICIÓN
Ejemplo de ello, dijo, fue la reciente adquisición de 51% accionario del Astillero Barreras de Galicia en 5.1 millones de euros, compra con la que pretenden traer a México la experiencia y tecnología de esta empresa naviera para aumentar la construcción de equipo marítimo en México, ahora dentro del mismo Pemex.
En otro frente, Pemex se ha mantenido como socio en la petrolera ibérica Repsol con una participación de 9.4% accionario desde el 2011, misma que hasta el momento ha generado polémicas dadas las pérdidas financieras de esta empresa de la que Pemex se beneficia en términos de posicionamiento dentro de Europa al contar con un puesto en el Consejo de Administración ocupado por Arturo Henríquez.
La participación en Repsol —que inició en 1979 para luego llegar al aumento accionario actual en el 2011— ha servido a Pemex también para llevar a cabo otro tipo de negociaciones, como la interferencia que tuvo en el acuerdo de indemnización que la ibérica obtuvo por parte de la argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) para obtener 5,000 millones de dólares tras un año y siete meses de pleito, luego de que la española pedía el doble.
Tras descartar a Repsol, argumentando que no invertía lo suficiente ni mostraba el interés que se requería para la explotación de hidrocarburos en el país sudamericano, YPF firmó un acuerdo con la estadounidense Chevron para que con una inversión de 1,240 millones de dólares se estableciera una sociedad para desarrollar el megayacimiento de Vaca Muerta, ubicado en la provincia de Neuquén y con recursos prospectivos por 22,500 millones de barriles equivalentes. El interés de Pemex en estas negociaciones, según fuentes de la empresa, podría estar en una potencial participación en la explotación de este campo.
Tan sólo en el 2013, Pemex firmó seis convenios de desarrollo técnico, científico y tecnológico en México con gigantes extranjeras, que se suman la lista que la paraestatal acordó rumbo a la apertura.