Ayer el gobierno nacional anunció una baja en el subsidio al gas y al agua del orden del 20 por ciento. Si bien la medida en general se puede entender como una suba de las tarifas al consumido, también es cierto que rebajar el subsidio a los hidrocarburos es una medida necesaria. Sin embargo, no basta con aplicar premios a quienes ahorren para que pueda considerarse una medida ambiental sino que hace falta una política integral. En tal sentido, la Fundación Vida Silvestre propone discutir la “Ley del Calefón” para propiciar una mayor eficiencia energética. También está en debate una Ley de Energías Renovables, que permita superar la gran dependencia del país de las reservas fósiles y evitar la explotación no convencional.
¿La suba de las tarifas puede inducir un ahorro energético? Imagen: Min. de Planif. |
Se anunció primero por una conferencia brindada por los Ministros de Economía, Axel Kicillof, y de Planificación, Julio De Vido. Desde los medios oficialistas, se remarcó que el anuncio de una “reducción de subsidios del 20 por ciento en agua y gas” y que habrá un “redireccionamiento de los subsidios”. Por su parte, los medios opositores resaltaron el “fuerte aumento en las tarifas”, precisando que el gas aumentará entre 100 y 284 y el agua entre 70 y 400 por ciento. Por la tarde, la Presidente Cristina Fernández por cadena nacional argumentó que no se trata de un “tarifazo” y que se mantendrán los subsidios a los industriales, a quienes les pidió ayuda para “mantener el modelo de país”.
Desde el Ministerio de Planificación, un comunicado expresó que “la reducción del 20 por ciento en los subsidios al gas y agua se hará en abril, junio y agosto; no obstante los usuarios que alcancen una reducción del consumo del 20% no serán alcanzados por esta medida”. El ministro Kiciloff explicó que esto se medirá comparando el bimestre de la boleta con el mismo periodo del año anterior. La medida es favorable pero se aplica sólo a quienes empiezan a ahorrar este año, no a los que ya vienen haciéndolo desde antes. También habrá excepciones para los beneficiarios de planes sociales, los excentos del pago de ABL o tienen certificado de discapacidad.
Por su parte, también la Presidente expresó: “Nos importa más ahorrar un 1 por ciento de energía, que cobrar 1 por ciento de energía”. Sin embargo, durante el mismo discurso expresó como parte de los logros que su madre pudo comprar dos aires acondicionados. La frase remite directamente a la discusión sucedida durante la ola de calor y la crisis energética de diciembre del año pasado, cuando el propio De Vido mencionó a dicho aparato como símbolo del derroche. Más en general, el gobierno nacional se guía por la pauta de que un mayor consumo implica linealmente una mejor calidad de vida. Si bien esto puede ser así, la cuestión es más compleja en tiempos de crisis ambiental.
Se me prendió la llamita. La medida anunciada ayer coincide con una reciente campaña impulsada por la Fundación Vida Silvestre Argentina para impulsar lo que denominan la “Ley del Calefón”. Se trata de una de las medidas de eficiencia energética que había sido anunciada dentro de su informe sobre escenarios energéticos. Según remarcó la organización: “Solo los pilotos de los artefactos a gas consumen, en su modo pasivo, 0.5 metros cúbicos por día”. Como en Argentina hay cerca de 6 millones de calefones” se trata de una cifra de 3 millones diarios. El valor de este gas importado es de 1.5 millones de dólares diarios o unos 500 millones por año.
Para Vida Silvestre, la solución en principio es sencilla: “Dada la posibilidad de usar dispositivos electrónicos (muy comunes en otras regiones) que cumplen esta función, este volumen de gas podría ahorrarse en su totalidad”. Aún quedaría por discutir, cómo puede establecerse esa innovación tecnológica, si es que justamente se puede dirigir el subsidio al reemplazo tecnológico. Esto sería importante, según remarca la ONG, porque “la cantidad de gas ahorrado por esta medida equivale a: 1) la energía que genera la central de Embalse Río Tercero; 2) el gas que se consume en 800.000 hogares argentinos en un año; 3) el 20% del gas que importamos de Bolivia”.
Por supuesto también se pueden explorar otras alternativas, en un debate demorado a nivel de políticas públicas, que en el seno de la sociedad civil por ejemplo se daba en el año 2006. Otra de las medidas posibles es la promoción de la energía solar pero no fotovoltaica, es decir, para transformarla en energía eléctrica. Sino la energía solar térmica, con un proceso tecnológico mucho más sencillo, que puede aplicarse más directamente a calefaccionar el agua para uso doméstico. De hecho, el Taller Ecologista la promueve en Rosario, donde logró impulsar una ordenanza. Y el INTI también demostró que es posible proveer de calefones solares a las viviendas sociales.
La energía social. Ya sea por la eficiencia energética o por la energía solar, el instrumento tecnológico es un medio. El cambio más radical llegará cuando el debate se dinamice con la suficiente potencia para aprovechar la “energía social” presente en movimientos sociales, organizaciones civiles y organismos públicos. Cuando las medidas no se piensen en forma coyuntural para atender una necesidad económica de corto plazo, sino una planificación integral que integre la política ambiental como uno de los ejes estructurales. Será en ese momento y no antes cuando se pueda empezar hablar de un país sustentable.
El debate de una Ley de Energías Renovables puede ser un paso en este camino, sobre todo para diferenciarnos de la aventura de la explotación de petróleo y gas no convencionales, en Vaca Muerta y otros yacimientos. Sin embargo, tampoco el único para impulsar las transformaciones necesarias. Otra alternativa, como siempre debe aclararse, es pensar para qué se necesita la energía, con el gran ejemplo de las mega-mineras energívoras. Si el ahorro es un imperativo, también es una decisión política a quién se le exige ese esfuerzo y a quién no. Esto también es una definición del modelo de país que se quiere.
Ver también:
Al Calor del Consumismo Energético (diciembre 2013)
Renovables, la verdadera salida a la crisis energética (2006)
ComAmbiental