Propuesta de un nuevo paradigma analítico para el sector energético nacional

Ante el lanzamiento del OETEC, la opinión de Beatriz Muñoz Delgado, especialista de la Universidad Autónoma de Madrid.
Por Federico Bernal.- Mañana, en el Salón Azul del Senado de la Nación, se llevará a cabo el lanzamiento oficial del Observatorio de la Energía, la Tecnología y la Infraestructura para el Desarrollo (OETEC – www.oetec.org). Quienes lo fundamos y conformamos nos proponemos un análisis responsable y maduro de los grandes temas nacionales como son la energía y la tecnología. En este sentido, y por tratarse de nuestro principal tópico de estudio, consideramos inaceptable dejar librado el primero a los veredictos sesgados y falaces de los ocho ex secretarios de Energía, por otra parte, máximos responsables del desmantelamiento del sector energético nacional ocurrido entre comienzos de la década del ’80 y mayo de 2003.
El proyecto político iniciado once años atrás merece un cambio de paradigma en la forma de razonar y diagnosticar al sector energético nacional. La trágica herencia del cuarto de siglo infame que siguió a 1976 es hoy cultural más que económica. El grupo de los ocho ex secretarios basan sus críticas desde parámetros y concepciones de cuño mercadista, por lo general –y esto es lo más grave–, aceptados como normales e irrebatibles por la inmensa mayoría de la población. Es por ello que OETEC, desde su nacimiento en diciembre del año pasado, viene convocando a especialistas locales y extranjeros a trabajar en la reelaboración de conceptos, términos e indicadores que permitan medir la salud del sector energético argentino en función de la seguridad jurídica popular y de los intereses de una nación que aspira ser otra cosa que granero del mundo. ¿Hay “crisis energética” en la Argentina? ¿Cuáles son los síntomas de una “crisis energética” real? ¿Déficit comercial energético es siempre indicador de crisis o riesgo energético? ¿Importar energía implica un mal o peligro per se? Lo más avanzado del campo científico internacional en esta materia viene desarrollando desde hace tiempo el concepto de “seguridad energética” como parámetro estándar y a escala planetaria a la hora de diagnosticar la situación energética de determinada economía. Es así pues que un país se define como energéticamente inseguro cuando por ejemplo los flujos de energía no son suficientes para garantizar su propio desarrollo económico y bienestar social de su población, bien por una interrupción en dichos flujos o por un incremento en los niveles de precios que impide cubrir la demanda. ¡Qué diferencia de criterios con los postulados neoliberales!
Ahora bien, ¿existe algún índice adoptado por la comunidad científica mundial que estime la seguridad energética? De existir, ¿qué valor registraría la Argentina? A propósito de todo esto, sírvase el lector de la opinión de la doctora Beatriz Muñoz Delgado, profesora y economista del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid. Muñoz ha trabajado en los proyectos de investigación “Risk of Energy Availability: Common Corridors for Europe Supply Security” (VII Programa Marco de la Comisión Europea) y “Política energética en el ámbito de la UE y su proyección en España” (premio extraordinario del Consejo Económico y Social). Ella y su equipo han elaborado el primer índice de seguridad energética en ser aplicado exitosamente a más de 150 países. Importa recordar que sus opiniones aquí vertidas serán parte de su ponencia en el acto de lanzamiento de OETEC, como se dijo, a realizarse mañana jueves en el Senado Nacional.
QUÉ ES LA “SEGURIDAD ENERGÉTICA”. Preguntamos a la especialista qué entiende por dicho concepto. “La seguridad energética consiste en la estabilidad del sistema energético en términos de unos flujos constantes y suficientes de energía tales que garanticen el desarrollo económico y el bienestar social de todos los actores implicados en el sistema. Este término engloba la seguridad ‘de demanda’ y ‘de abastecimiento’ energéticos, desde el punto de vista del país productor y del consumidor. En el primer caso, la seguridad de demanda energética consiste en asegurar las transacciones y el transporte de la energía y, en consecuencia, los beneficios derivados de la actividad. En el segundo caso, la seguridad de abastecimiento energético consiste en la disponibilidad de suministros energéticos de forma continua, en las cantidades necesarias y a unos precios asequibles tales que un país pueda desarrollar su actividad económica de forma ordinaria y mantener el bienestar de sus ciudadanos”.
“SEGURIDAD ENERGÉTICA” VERSUS “CRISIS ENERGÉTICA”. “Crisis energética”, aquí el explotado y falaz argumento esgrimido por el neoliberalismo argentino a la hora de describir al sector energético nacional. ¿En qué índices se basan para afirmar aquello? ¿Cuáles son los síntomas de una “crisis energética”? Muñoz nos explica que “seguridad y crisis son dos conceptos antagónicos. Aunque no hay un consenso generalizado sobre el concepto de ‘crisis energética’ y se utiliza en muy diversos contextos. A mi entender la crisis energética surge cuando se materializan los riesgos que amenazan a la seguridad energética, y esto ocurre cuando hay algún tipo de interrupción o insuficiencia de los flujos físicos de energía y/o un cambio importante en los precios de la energía, que limita la disponibilidad o el acceso a fuentes de energía asequibles. Además, para poder hablar de crisis energética, se tiene que dar la circunstancia de que los eventos acaecidos en los mercados impliquen una reducción del bienestar social a nivel nacional y/o global. De tal forma, mientras podemos hablar de ‘seguridad energética’ en el corto y en el largo plazo, la ‘crisis’ tiene lugar en el corto plazo, es decir, atiende a cuestiones coyunturales. Si se mantiene en el tiempo, no podemos hablar de crisis, sino de un problema (desequilibrio) estructural en la economía.”
Asimismo, nos agregó la siguiente y contundente definición, absolutamente contraria a los argumentos esgrimidos por el grupo de los ocho ex secretarios: “Habría que matizar también que un déficit comercial de productos energéticos no se puede considerar per se una crisis o un riesgo. Las importaciones de energía no son en sí mismas ningún ‘mal’ o peligro. La preocupación sólo está justificada por el nivel de dependencia exterior (si es realmente elevada) y por la inseguridad de los países proveedores y de tránsito de energía.”
LA RACIONALIDAD Y SU IMPACTO SOBRE EL IRES. Consultamos a la experta española si el IRES se vio beneficiado o perjudicado con la renacionalización de YPF. “El IRES se calculó con anterioridad a este hecho, por lo tanto, no está cuantificado este efecto. Por otro lado, para tener una imagen de conjunto, no debemos ceñirnos al componente intrínsecamente energético, ya que las dimensiones económica, social y política están interrelacionadas y también deberían ser consideradas. Ahora bien y a la luz de los datos que he podido consultar, el indicador específico de riesgo energético de la Argentina se reduciría, con lo cual, este factor parcial del riesgo contribuiría a mejorar la seguridad energética. No obstante, no puedo vaticinar cuál sería el efecto neto sobre la seguridad energética del país, si tenemos en cuenta todos los componentes que inciden en el riesgo, a parte de las especificaciones propias del sector.”
La siguiente consulta se refirió a que en función En función del IRES, el factor de riesgo energético, ¿qué opinión le merece la política energética argentina? La especialista respondió: “A la vista del crecimiento económico del país y de la demanda de energía en los últimos años, y en contexto de fuerte politización del sector, creo que la Argentina se encuentra frente a un reto importante: garantizar el suministro suficiente y constante tanto para consumo industrial como doméstico a largo plazo, combinando el intervencionismo con la racionalidad económica. La posición de la Argentina con respecto a su nivel de riesgo energético de origen socioeconómico es buena en términos relativos. Sin embargo, existe margen para mejorar su situación, y esto debe venir de la mano de una política energética que conjugue los intereses sociales con los económicos del país. Estoy de acuerdo con la estrategia de reducir la dependencia de las importaciones, siempre y cuando no genere mayores costes sociales, y siempre bajo el paraguas del Estado de Derecho y la preservación de la seguridad jurídica. Esto no se ha cumplido. Además, hay que tener presente que alcanzar la independencia energética no siempre es viable ni deseable. Creo que convendría desmitificar este extremo.
Finalmente y a modo de síntesis le preguntamos si existe crisis energética en la Argentina. “No se puede hablar de crisis energética en la Argentina. En este tipo de casos, sí se podría hablar de algunas ineficiencias, desequilibrios o problemas, pero no de crisis. Además, no encuentro viable aplicar el concepto de ‘crisis energética’ en términos cuantitativos, ya que se trata de un término difuso sobre el que no existen indicadores generalmente aceptados para su medición.”
índice de riesgo energético
La especialista española integró el denominado Grupo de Investigación en Economía Política Internacional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Dicho grupo, en el marco de la Comisión Europea, creó el índice IRES y que resulta de extrema utilidad a la hora de conocer el estado del sector energético de un país. Preguntamos a la doctora Beatriz Muñoz Delgado al respecto. “El IRES estima el riesgo energético global de origen socioeconómico para un país, como la combinación de cuatro componentes que se corresponden con cuatro grupos de factores de riesgo: 1) económico (demanda interna de energía, ingresos de la energía, inversiones, competencia); 2) político (riesgo país, pertenencia a la OPEP, titularidad de las empresas energéticas del país, reputación energética, indicadores de democracia, calidad institucional, seguridad jurídica, violencia política); 3) social (proximidad cultural, equidad social, conflicto social, conflicto laboral); y 4) específico del sector energético (reservas energéticas, concentración y dependencia de las importaciones de energía)”. En cuanto a la utilidad y ventajas de este indicador en oposición al de “crisis energética”, nos señaló que “los indicadores compuestos de riesgo energético, como el IRES, son idóneos para medir la salud energética de un país, presentando una clara ventaja comparativa frente a otro tipo de mediciones”.
POSICIÓN DE LA ARGENTINA EN EL IRES. Si nos dejáramos llevar por las opiniones de Daniel Montamat y compañía, de seguro atribuiríamos a la Argentina uno de los peores IRES de la región y del mundo. ¿Es realmente así? Veamos. Nuestro país ostenta la tercera mejor ubicación para un país latinoamericano (detrás de Trinidad y Tobago, y México) y la quinta mejor ubicación continental (detrás de EEUU, Canadá, Trinidad y Tobago, y México). A propósito, preguntamos a Beatriz Muñoz el por qué de esta posición: “Efectivamente, de un total de 158 países para los cuales se calculó el IRES, Argentina ocupa la posición 32º. Esto significa que Argentina está en el primer cuartil de los países con menor riesgo energético de origen socioeconómico, con lo cual podemos deducir que se trata de un país relativamente seguro, tanto en términos mundiales, como en términos regionales”. Asimismo, nos agrega que “esa posición ventajosa de Argentina se explica por la dotación de recursos, que permite desarrollar una producción propia y tener un menor nivel de dependencia del exterior, la perspectiva de agotamiento de las reservas del país y la concentración de las fuentes de importación”.
Tiempo Argentino