Condenados al éxito

Más allá de que se concrete acuerdo entre privados por la deuda externa, parece difícil que los mercados dejen caer al país en default. Los intereses de los fondos especulativos choca con las grandes corporaciones que tienen en la mira al yacimiento de Vaca Muerta. Si se hace bien en no pagar, una política de fondo implica salir de un modelo de economía extranjerizada y dependiente. 

Por Eduardo Soler
Al parecer, las últimas noticias que llegan desde Nueva York indican que fracasó el intento del Ministro de Economía, Axel Kicillof, por llegar a un acuerdo con los fondos especulativos. Todavía queda una rendija por la cual puede haber un “acuerdo entre privados” protagonizado por los bancos argentinos. ¿Por qué este interés demostrado en el último momento de las negociaciones?

A pesar de cierto tremendismo que opera ahora en los medios masivos, la situación ocasionada con la deuda externa es relevante según el punto de vista donde se lo observe. Para un modelo económico extranjerizado, en donde prima el modelo agro-minero-petrolero exportador, se trata de un hecho preocupante. Sobre todo en el sector hidrocarburífero, porque para explotar el yacimiento de reservas no convencionales Vaca Muerta se necesitan las famosas “inversiones extranjeras directas”.

Ya se había observado que la necesidad urgente a principio de año por cerrar la disputa con el Club de París había surgido por este interés del gobierno argentino en encontrar inversores. Cuando parecía que el panorama era óptimo, la noticia del fallo contrario de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos fue la peor. Desde entonces, empezaron una serie de especulaciones contrapuestas.
Por un lado, no se puede pagar la deuda a los fondos especulativos (“fondos buitres”) porque esto significaría activar la cláusula RUFO con la mayoría de los bonistas acreedores de la deuda externa. Por otra parte, también es necesario evitar que Argentina caiga en default porque esto perjudicaría las condiciones para que lleguen los deseados capitales de inversión.

Durante la Cumbre de los BRICS, la Presidente de la Nación, Cristina Fernández, había expresado que el ataque de los fondos especulativos se explica porque “Argentina es muy rica, con solo 40 millones de habitantes, que en un par de años será la segunda reserva de gas y la cuarta de petróleo del mundo y es uno de los principales productores de alimentos. Es una presa codiciada por todos”.

Paradójicamente, este factor también aparece en el discurso oficial como factor de optimismo, porque con las riquezas que tiene el país habría intereses para evitar que Argentina se “caiga del mundo”. No es un argumento extraño, de hecho fue lo que sucedió durante las negociaciones con el Club de París, por el lobby de las corporaciones. Los mismos rumores surgieron en los últimos días, y de hecho diarios poderosos de Estados Unidos se pronunciaron para no dejar al país en default.
Por otra parte, entonces, podemos coincidir con que nuestro país es una “presa codiciada”. Desde ComAmbiental hemos analizado cómo la cuestión de la deuda externa tiene que ver con los “recursos naturales” y cómo el mecanismo de la deuda externa presiona para entregar las riquezas del país. Por eso justamente, lo que no menciona el gobierno nacional es cómo las propias políticas extractivistas generan este interés y esta codicia. De hecho,  “se vende Argentina” en foros de negocio, como se hizo y se hace en el caso de Vaca Muerta.
En definitiva, como decía cierto dirigente justicialista: “Argentina está condenada al éxito”. Es una forma ingenua de remarcar lo que se señala críticamente mediante la tesis de la “maldición de la abundancia”. Los recursos naturales que posee el territorio nacional hacen justamente que el país no pueda salirse de la economía global. Por eso de ninguna manera se puede permitir priorizar el pago de la deuda externa, comprometiendo una mayor deuda social y ecológica.
Este es el juego de intereses de un país con una deuda externa en orsai, pero con capacidad para jugar con capacidades propias.