El titular de YPF dice que las firmas extranjeras necesitan estabilidad legal y fiscal, y transparencia; defiende el aumento de los combustibles.
Pablo Fernández Blanco.- A espaldas de Miguel Galuccio está la inmensidad del Río de la Plata. En un día claro, se ve la ciudad uruguaya de Colonia. Pero la buena vista le importa mucho menos que las estadísticas al presidente de YPF.
Tiene la mirada fija sobre cuatro gráficos con curvas ascendentes muy marcadas: producción de petróleo y gas, volumen físico (de operaciones de la petrolera) e inversiones.
En su oficina del piso 32 de Puerto Madero, donde recibió a LA NACION, el conductor de la petrolera justifica una parte sustancial de su alegría en ese pedazo de papel.
Luego llegan las definiciones: afirma que el compromiso de YPF con el país no es el de cualquier otra firma y admite que para algunas empresas extranjeras las condiciones macro aún no generan confianza como para traer plata a la Argentina. “La confianza no sólo se genera con reglas sino también cumpliéndolas”, dice.
Defiende la “competitividad de los precios” de las naftas, que aumentaron 60% en el último año, para sostener la inversión, y afirma que como operadores son mejores que sus competidores.
-¿Por qué se lo ve tan contento?
-Un motivo es que Loma Campana [donde rige el acuerdo con Chevron, en Vaca Muerta] alcanzó un nivel de producción de 31.000 barriles equivalentes de petróleo [crudo más gas] diarios.
Por eso se convirtió en el segundo yacimiento del país y en el primero en recursos no convencionales fuera de los Estados Unidos. Esto sirvió para aumentar 35,4 por ciento la producción operada de gas y 12,9 por ciento la de petróleo en el segundo trimestre.
-Los números de YPF son muy buenos. ¿Por qué el resto de las compañías no están haciendo lo mismo?
-Hay un nivel de compromiso de YPF con el país que no es el de cualquier otra compañía. Eso es entendible, más para algunas empresas que para otras, que hicieron la plata acá. En segundo término, el resto no es todo lo mismo. Por ejemplo, Total movió una Jack-Up [un equipo de perforación de gran porte, especial para desarrollos off shore] para desarrollar Vega Pléyade [un yacimiento marítimo en Tierra del Fuego]. Hoy no está la producción, pero en algún momento va a entrar todo junto.
-Hay empresarios que dicen que YPF invierte más que el resto porque acepta una menor rentabilidad de los proyectos.
-De ninguna manera. Como operadores, somos mejores que muchos de nuestros competidores. Tenemos mejor gente, invertimos más, tenemos resultados más interesantes. Si a otro un pozo le sale 30 millones de dólares, y a mí, 10, no es una cuestión mía. Tampoco si otros pierden plata porque no saben cómo perforar el no convencional. Eso se hace con tecnología que conoce el equipo de YPF. De ninguna manera, acepto el argumento de que esta empresa tiene una vara más baja que las demás para los proyectos. En todo caso, somos mejores. Nosotros podemos hacer plata donde otros no pueden. Entiendo también que a algunas empresas las condiciones macro aún no les dan el confort para traer la plata. Pero tenemos que hacer las cosas necesarias para que aparezca ese confort. Por eso el proyecto de una nueva ley de hidrocarburos es tan importante. Tengo contacto, por ejemplo, con hombres como Rex Tillerson [CEO de Exxon Mobil]. Sé la importancia que tienen para ellos la estabilidad legal y fiscal, las reglas claras y la transparencia. Pero la confianza no sólo se genera con reglas, sino también cumpliéndolas. Hay que crear ese marco.
-Pero es una ley que promueve un Gobierno que termina el año que viene.
-Sí. Pero al inversor que venga no le va a importar si la ley se hizo durante el mandato de la presidenta Cristina Kirchner o de quien fuere, sino que van a leer lo que está escrito. Cuando llegue el próximo gobierno, va a tener que pensar “qué más vamos a hacer para que haya inversión petrolera”.
-Algunos critican que YPF realizó perforaciones menos convenientes para producir más rápido.
-Depende del área de la que se trate. Siempre dije lo mismo. No lo hacemos por la moda, sino por la economía del proyecto. En Loma Campana tenemos dos sweet spots [los lugares donde se encontraron los mejores rendimientos de Vaca Muerta]. Uno lo desarrollamos con pozos verticales y el otro, con horizontales, cuyo nivel de productividad va mejorando. Los últimos salen entre 14 y 15 millones de dólares cada uno, con una producción acumulada en la vida del pozo que es el doble que en los verticales. Pero en esos últimos hoy llegamos a un costo por debajo de los 7 millones de dólares.
-De todas maneras, el costo de perforación está por encima de Estados Unidos.
-Sí, muy por encima. Sobre todo en los pozos horizontales, que allá salen la mitad. La diferencia es en gran medida por la escala. Nosotros pasamos de 20 equipos a 75, porque la escala nos da fuerza y nos hace mejores. En no convencional tenemos 25, pero Estados Unidos tiene 2000.
-¿Considera que hay espacio para seguir aumentando la producción de YPF?
-Creemos que, como mínimo, tenemos que aumentar 4 por ciento en promedio nuestra oferta de crudo en los próximos dos años. En gas, superamos incluso lo que creíamos que íbamos a hacer. Mientras tengamos suficientes reservas probadas, se puede. En nuestro caso es complicado crecer porque tenemos mucho volumen que está declinando, debido a que la mayoría de nuestros yacimientos son maduros. Pero a eso le sumamos el no convencional. Lo muestra Neuquén. La producción de la provincia estuvo en caída por mucho tiempo [15 años, a partir de 1999], y el cambio lo produjo un solo yacimiento: Loma Campana. Eso es nuevo y cambia la tendencia. En 2018, debería de estar produciendo 75.000 barriles diarios [15 por ciento de la oferta actual de la empresa]. Y sólo en 300 kilómetros cuadrados. Si sabés pinchar esa roca, se puede montar una fábrica [el denominado modelo de factoría, que implica desarrollos masivos, a gran escala y menores costos]. El tema por resolver es que se necesita una inversión enorme.
-Hay quienes sostienen que YPF puede invertir tanto porque aumenta el precio de los combustibles.
-En parte es verdad. Si no aumentaran los combustibles, estaríamos fundidos. La clave de YPF es el cash flow operativo. Los resultados de la empresa dejan un margen bastante normal para la industria. Necesitamos mantener la competitividad del precio de las naftas para sostener este fuerte nivel de inversión.
-Los planes de la compañía son a largo plazo. ¿Evalúa seguir cuando cambie el Gobierno?
-Mi compromiso es con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ella es la que me aseguró estas condiciones para poder trabajar. Más allá de lo que suceda, no voy a trabajar con nadie con quien no me sienta cómodo. Y estoy seguro de que mucha gente dentro de la compañía piensa lo mismo que yo.