“Hay que estatizar todo el petróleo y terminar con jeques provinciales como los Kirchner o los Sapag”

El ex secretario de Energía cuestiona la ley corta de Kirchner que benefició a las provincias y la nueva norma de Galuccio.

Diego Genoud.- Cuando Repsol era el dueño de la principal petrolera del país, Gustavo Calleja era el aguafiestas de las asambleas de accionistas de YPF. “Tenía 60 acciones. Las compré cuando las vendieron en 1995, a 19 dólares. Yo estudiaba los balances, iba, me sentaba en primera fila y hacía preguntas por escrito. El Estado nacional tenía el 20 por ciento del paquete hasta 1999 y después vendió todo y le quedaron mil acciones de un total de 353 millones de acciones. Las provincias vendieron casi todo porque Cavallo las apretaba”, recuerda. Ahora, con la empresa parcialmente estatizada, Calleja sigue opinando a contramano de la mayoría de los especialistas. Ex subsecretario de Combustibles de Alfonsín, presidente del Instituto de Energía de la Fundación Illia y fundador y vicepresidente del Grupo Moreno, afirma que es imprescindible recuperar el monopolio de la explotación de YPF y terminar con las provincias petroleras. Además, dice que Miguel Galuccio es neomenemista y sostiene que Argentina debe dejar de exportar combustible ya mismo.

El borrador de la nueva ley de hidrocarburos autoriza a exportar hasta el 20 por ciento de la producción sin retenciones y con libre disponibilidad de las reservas. ¿Qué opina?

La libre disponibilidad en un país que está en emergencia y no tiene el autoabastecimiento es impermitible. Acá no hay que exportar un solo metro cúbico de gas y un solo metro cúbico de petróleo.

¿Usted prefiere que siga vigente la ley actual, de la época de Onganía?

Si, la 17.319, pero que la cumplan. Yo quiero una YPF cien por ciento estatal y que el subsuelo sea estatal y no quiero más concesiones. La actual ley está hecha por un señor Walter James Levy, que era de la CIA, que las conocía todas. Lo trae Krieger Vasena. Hace una ley para Estados Unidos, que da para todo, para hacer todo estatal o todo privado o algo mixto.

¿Por qué la nueva ley enfrentó a los gobernadores, que apoyaron la expropiación parcial de YPF, con el poder central?

Porque las empresas le pagan a los gobernadores beneficios más grandes. Kirchner les regaló el subsuelo a los gobernadores con la ley corta (de hidrocarburos, en 2006). Menem ya les había regalado gran parte del impuesto a los combustibles, al crudo procesado, los fondos viales y energéticos. Ahí se para la construcción de caminos y se paran las represas. Les libera los precios y les libera la exportación y los gobernadores se dedican a recontraexplotar. Exportaron a precios lamentables sin reposición de reservas. Los yacimientos se hicieron mierda y se acabó el gas y el petróleo: no exploraron más.

¿Pero el gobierno nacional no aparece aliado con las empresas frente a los gobernadores?

Las empresas son equilibristas porque arreglan cualquier cosa para que no los controlen. Si el gobierno nacional se aviva, tiene la herramienta para controlar, que es YPF. Galuccio los puede controlar.

Pero Galuccio cree que sacar Vaca Muerta adelante es inviable sin asociarse con Chevron y otras grandes.

¡Si, pero se le asocian sin poner guita!

La nueva ley de hidrocarburos coincide con el vencimiento de las concesiones.

Las concesiones están todas vencidas, vencen ahora en 2016 y 2017 pero sobre prórrogas mal dadas. Loma de la Lata vencía en el 95. Cavallo por decreto las prorroga. Su origen se empieza a contar desde que se entrega YPF. Les regalaste 20 años.

¿Qué hay que hacer con Vaca Muerta?

 Seguir explorando pero llamando a técnicos independientes. Por ejemplo, al Instituto de Energía que tiene la Facultad de Ingeniería de la UBA y a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata. Porque Galuccio anda dando vueltas por el mundo y nadie le cree porque lleva los papeles de YPF que no son creíbles. Porque no tiene técnicos del nivel que tenía la YPF estatal.

¿Usted sostiene que hay que terminar con las provincias petroleras?

Por supuesto. Con el esquema actual se benefician ocho millones de argentinos que viven arriba de los yacimientos contra 32 millones que entregan todo. De provincias parasitarias inviables, aparecen los jeques, aparece Sobisch, Kirchner. Son los dueños de la jurisdicción. Las regalías de las provincias, que es baja, tienen que ser invertidas en lo que el petróleo y el gas destruyen. No para financiar la campaña de Sapag.

Volver a Estenssoro

¿Galuccio quiere volver al modelo que creó Estenssoro durante el gobierno de Menem?

Si, Galuccio es un estenssorista, es neomenemista. Estenssoro no era un petrolero, era un hombre de negocios, con gran empuje. Cavallo lo elije porque era el único que podía privatizar la empresa. Echó 50 mil tipos a la calle y metió 50 mil tipos NN que eran las consultoras, Andersen Consulting y otras, que firmaban los balances, eran los mismos que después fueron contadores de Enron. Como son los de Galuccio, Haliburton y Chevron, los de la guerra del Golfo.

Hoy nadie hace cuestionamientos de fondo a ese modelo.

No lo cuestionan porque, aunque invierte a costos desconocidos, aumenta la producción. No se conocen los costos, pero con lo que cuesta importar se supone que lo que paga Galuccio es menor. No da información, aprueban los contratos sin mirarlos aunque la ley de hidrocarburos dice que deben ser aprobados por el Poder Ejecutivo.

¿Cómo era el proyecto Estenssoro?

Venden las acciones, queda el 20 por ciento para el Estado, 10 por ciento para las provincias y el resto privado. ¿Quién compra la mayoría? Los fondos de pensión de los Estados Unidos. Estenssoro y sus amigos compran un 3 por ciento y Oscar Vicente con Pérez Companc compran otro 3 por ciento. Ese es el modelo Estenssoro: él era el dueño de todo.

Se había quedado con el managment.

El managment de Estenssoro era muy capaz, muy capaz de cosas muy buenas y muy capaz de cosas muy malas. Estenssoro perforaba, pero también vendía al exterior. Él estaba de acuerdo con los decretos desreguladores de Dromi, Aráoz y Menem que tiraron por la borda todo el concepto vigente hasta Alfonsín de que no había que exportar sino acumular reservas. Manejaba una empresa que daba grandes utilidades y el Estado cobraba el 20 por ciento. Tenía un muy buen gerente financiero, Carlos Olivieri, liberal pero muy honesto y capaz. Yo le decía a Estenssoro: “Mire yo a la empresa la quiero cuidar porque esta empresa se va a volver a estatizar, no tenga duda. Por eso, me preocupan las macanas que hacen ustedes”.

La YPF estatal

¿Por qué la nafta aumentó un 45 % en lo que va del año?

Bueno, ahí ya tendríamos que decir que queremos el precio internacional, que es más barato. El tema es que es la única forma que tiene Galuccio de recuperar renta.

¿Está bien entonces que YPF aumente la nafta?

Sí, yo preferiría subir el precio de las naftas con impuestos. A mí no me preocupa sacar autos de circulación pero necesitaría un buen transporte público y no existe.

¿Qué haría con YPF si lo convocaran mañana para conducirla?

Primero me quedo con el cien por ciento de las acciones y segundo, pido que me controlen. Es absurda la teoría de que las sociedades anónimas no tienen controles. Soy un ex Swift, audité Fiat, trabajé en Petroquímica Mosconi. Todas las empresas necesitan dos controles: un auditor interno, que en YPF dependa de Presidencia, y un auditor externo, una figura sagrada que es otro canal de información que vos necesitás. No sé porque Galuccio no quiere que lo controlen. A mí no me gusta.

¿Y después?

Creo otra vez los fondos energéticos y viales. Aumento los precios, pongo la cara y digo esta plata va a ir para una empresa del Estado que se va a dedicar a hacer gasoductos. O en este caso digo: voy a cambiar la matriz energética de la Argentina, voy a hacer represas por todos lados. Las de Santa Cruz son para los amigos, haría otras. Iría a la hidroeléctrica, con un plan contra las inundaciones, y a la energía nuclear. Somos hijos del petróleo, todavía hoy somos la civilización del petróleo.

¿Se está acabando igual o no?

No, no, hay una gran pelea. El avance alocado de los no convencionales es para mantener la estructura gigantesca de las multinacionales. Yo creo que es un asesinato a la naturaleza, es criminal. Seguro van a incluir algo en esta nueva ley de hidrocarburos. Lo más grave es lo que quieren hacer en Entre Ríos, cerca de Federación. Ahí van a perforar arruinando las termas y el lago y debajo de todo tenés el acuífero Guaraní.

Ahora pareciera que sólo quedan hidrocarburos no convencionales.

Quedan convencionales. El 80 por ciento de la energía del mundo se mueve con hidrocarburos y nosotros no tenemos una matriz diversificada como Brasil. Tenés 10 mil productos que hacen a nuestra vida cotidiana que genera la industria petroquímica.

Más liberales que Menem

¿Cómo ve la renuncia de Daniel Cameron, después de 11 años como secretario de Energía del gobierno?

Cameron fue un desastre. Es un eléctrico. Escribió la plataforma de Kirchner presidente hasta con errores de ortografía: era más liberal que Menem. Hizo líneas de alta tensión volcadas al sur. Acumuló muchos errores. Él dice que se fue porque planteó que se acababan las reservas y que iba a haber que importar cada vez más. Tendrían que haber cortado las exportaciones de gas y petróleo hace rato. La reemplazante que puso Kicillof es mejor, más racional.

Todavía las empresas siguen exportando.

Si, pero no pueden. Estás en emergencia, la ley de hidrocarburos te lo prohíbe. Hoy exportan sin declarar. Tenés que controlar con la Marina o con la Prefectura. Además, siguen dando contratos de concesión. Le dieron en el mar, del Estado nacional, en Tierra del Fuego, contratos de concesión a Pan American, Total y Wintershall. Enarsa se puede recuperar, hay que meterla adentro de YPF para bajar costos.

¿Por qué hay que pasar de las concesiones a los contratos de explotación?

La concesión en la historia argentina es un contrato de traidores. Es un contrato que se caracteriza por la libre disponibilidad, el concesionario decide cuánto saca y decide a quién le vende y cuánto le vende. En el contrato de explotación, vos trabajas para la empresa del Estado, que te compra la producción y te paga un precio determinado. Pero todo el crudo va para el Estado. En el mundo, la concesión murió hace dos décadas. Los concesionarios tendrían que cumplir la ley de hidrocarburos.

¿No la cumplen?

¡No! Por empezar, tendrían que mantener un nivel adecuado de reservas. Esto nadie lo dice, pero en Estados Unidos hay un contraalmirante en cada pozo. Vos sacaste un metro y no repusiste un metro, te matan. Acá lo manejan las provincias. Las reservas se venían cayendo y las provincias no dijeron nada. No sé sabe lo que se exportó, nadie quiso controlar nada. Ese es el fracaso rotundo de la ley corta.

¿Cuál es el modelo posible en América Latina?

El modelo imposible es este, el argentino. Un mamarracho. No sabés para qué lado van. El modelo posible es el de Evo Morales en Bolivia, el de Brasil, el de Uruguay que es el que mejor anda, son cien por cien importadores. Yo no sé si Dilma en Brasil va a licitar en un modelo de contrato que dejó vigente Cardoso –que entrega parte del petróleo- los yacimientos del presal, a 6 mil metros de profundidad. Lula había declarado que eso no era para exportar, eso es para los brasileros. Ellos tampoco modificaron la legislación de apertura de Cardoso pero no fue por supuesto una apertura alocada como la nuestra.

¿Por qué cuestiona al grupo de los ex secretarios de Energía?

Porque trabajan para las petroleras, para las privatizadas, cobran de ahí. Tienen mucho poder, tienen mucha plata y le hacen firmar cualquier cosa a los candidatos. Tres trabajan para Galuccio. El único que sabe es Montamat, un hombre honesto que no quiso hacer la prorroga de Loma de la Lata, pero muy ingenuo: cree en el mercado. Los demás no saben ni prender una estufa de gas. Ninguno de ellos quiere volver a Alfonsín, todos quieren volver a Menem, que es volver al mercado. Pero no lo dicen. Uno que trabajó a muerte para la privatización fue Redrado.

¿Y cómo ve el rol de los sindicatos en esta discusión?

El SUPE, con Juan Carlos Crespi, el de Boca, y Antonio Cassia, apoyaron la privatización. Es como dice Riquelme ¿cuántos bosteros hay ahí?. Crespi era la mano izquierda de Diego Ibañez, la mano derecha era Cassia. Los demás juegan para las privadas. A mí Guillermo Pereyra no me dejó hablar cuando se discutió el pago a Repsol. Pichetto quería que hablara y él no me dejó.

Se pagó demás a Repsol.

¡Cero había que pagar! Lo que dijo Kicillof y no cumplió. Hay que hacer la de Illia: dos decretos de nulidad y otro de juicio penal. ¡Había que meterlos presos!.

LPO