Con su clásico sentido del humor, la revista británica “The Economist” sacó una alusiva tapa donde muestra un jeque árabe enfrentado a duelo con un trabajador del shale. El artículo en cuestión habla de la supuesta guerra que Arabia Saudita, el principal productor de petróleo del mundo, lanzó en contra del boom no convencional en Estados Unidos. Esta hipótesis explica en términos geopolíticos por qué el barril de crudo se desplomó de los 115 dólares en junio a menos de 70 esta semana. Con estos números, sólo los barones petroleros de Oriente Medio pueden seguir capturando rentas jugosas: para el resto de los proyectos, será apenas una ganancia marginal.
Enseguida comenzaron los análisis sobre quiénes son los ganadores y perdedores. La cuenta es sencilla: países esencialmente importadores como Japón o los miembros de la Unión Europea, seguramente se verán beneficiados porque la energía les saldrá más barata. Por el contrario, los Estados petróleo-centristas como Venezuela, Irán, Nigeria o Rusia, deberán afrontar el cimbronazo que implica perder una multimillonaria renta en dólares. El país africano, por caso, debió devaluar su moneda para ser más competitivo.
Según “The Economist”, la baja de 40 dólares en el barril de petróleo implicará una magnífica transferencia de renta del sector privado a los consumidores de 1,3 billones de dólares, es decir esa cifra seguida de 11 ceros. Equivale a dos PBI de Argentina.
Ésta debería ser una buena noticia. Pero también puede convertirse en una catástrofe: aquellos países como Estados Unidos o Argentina que quieren desarrollar su mercado shale pueden ver frustrados sus sueños. Un proyecto a más de 30 años es difícil de pagar con un barril a 70 dólares.
Para Vaca Muerta, un estudio de Morgan Stanley asegura que se necesita un barril de 83 dólares. Para Eagle Ford, la estrella texana, el número baja a unos 60. ¿Podrán ajustar el cinturón estos proyectos para conseguir márgenes más atractivos? Es la gran duda del momento.
Por lo pronto, la agencia Reuters pronostica que hay proyectos por 150.000 millones de dólares que se paralizarán el año que viene si los precios no cambian.
EL FUTURO PRECIO
La otra duda es qué pasará con el barril en el mediano plazo. Los gurúes suelen predecir cómo se moverán los mercados a futuro a partir de ciertas variables. Pero las causas de esta baja parecen ser más políticas que económicas y esto tiene nerviosos a los economistas. Las consultoras privadas predicen un barril a 80 dólares para el 2015. Pero no parece haber demasiados fundamentos para esgrimir ese número.
Para el experto en energía de la UNRN, Roberto Kozulj, el tema es completamente coyuntural. Consultado por “Río Negro Energía”, se mostró renuente a abonar la teoría de la guerra contra el shale. Indicó que lo que se ve es una retracción económica de algunas potencias, sumada a un stock creciente de petróleo temporal. El especialista indicó que Asia seguirá creciendo y demandando hidrocarburos, por lo que todo indica que el precio tenderá a la suba en un plazo razonable.
Por otro lado, relativizó el peso petrolero de Estados Unidos. Donde sí se siente el impacto es en el mercado del gas, que permitió hacer mucho más competitiva la industria de ese país gracias a la baja de precios.
Kozulj recuerda una anécdota que sirve para graficar lo relativo de los pronósticos: cuando el crudo tocó los 50 dólares en el 2003, todos afirmaban: “Se acabó el petróleo barato”. Ahora, con el oro negro a 70, todos se lamentan. Peripecias de un mercado complejo donde a menudo importa más un número en una pizarra de Wall Street que la producción efectiva que consiga un pozo en cualquier parte del mundo.
Río Negro
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No se olviden del shale gas
¿Y si el camino de Vaca Muerta fuera el gas y no el petróleo? Hay apenas una decena de pozos de shale gas conectados en la cuenca. Todos coinciden en que el fluido es complicado de manejar por las altas presiones. Pero la verdadera razón por la cual se apuntó primero al petróleo fue justamente su precio, que otorgaba márgenes muy atractivos y la posibilidad de ajustar los retornos en un menor plazo.
Ahora que el crudo bajó, ¿por qué no apostar al gas? Con un precio de 7,5 el millón de BTU para las moléculas nuevas –gracias a un subsidio de la Secretaría de Energía–, Argentina paga más que Estados Unidos, donde el Hery Hub –tipo de referencia– ordena el mercado y se ubica en menos de 4 dólares.
Por ahora, sólo YPF y Total apostaron al shale gas en dos pilotos, El Orejano y Aguada Pichana. La medialuna rica de Vaca Muerta, donde hay gas húmedo, permite además obtener condensado y otras variedades de líquidos como butano o propano que tienen un buen precio en el mercado internacional.
El tight gas también podría ser una apuesta interesante en épocas de crudos flacos. Así lo entendió Petrobras, para citar un caso, que lanzó un ambicioso piloto en Río Neuquén, donde explotará la formación Punta Rosada-Lajas. Lo propio hizo YPF en Sierra Barrosa, donde hay casi tanta actividad como en Vaca Muerta pero con menos prensa.
Río Negro