Tres razones para la desigualdad del barrio Valentina Norte

El barrio más occidental de Neuquén, que convive con la explotación petrolera, vive en una precaridad justificada por una supuesta preexistencia de los pozos, la falta de propiedad de la tierra y la negación de su condición de zona de sacrificio. La meseta, el bajo barda y las chacras muestran una imagen del municipio de Neuquén en transformación. El hipódromo, el aeropuerto, los pozos y la planta de Pluspetrol representaban parte de una periferia remota, hoy traspasada por precarias viviendas y desarrollos inmobiliarios. En las zonas periurbanas del Alto Valle se vive la fiebre petrolera en su máximo esplendor.

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Convivencia con pozos en pleno barrio Valentina Norte Rural zona Los Hornos/ Martín Barzilai (SubCoop)

Por OPSur*.-

El barrio Valentina, el más occidental y vecino a la ciudad de Plottier, está fraccionado. Mientras el aeropuerto y el ferrocarril son línea divisoria entre el Norte Rural y el Urbano, la ruta nacional 22 actúa como separación entre las regiones Norte y Sur. Al mismo tiempo, en Norte Rural zona “Los Hornos” las picadas petroleras generan nuevas particiones. Allí, unas 2 mil personas conviven con los pozos gasíferos e infraestructura asociada del yacimiento Centenario, explotado desde 1977 por la empresa Pluspetrol. En su límite Oeste, se encuentra la transitada calle Río Colorado que conecta el Parque Industrial de Neuquén con la ruta nacional 22; atajo para evitar el sobresaturado tráfico de automóviles neuquinos en el camino Centenario-Plottier.

Ante la inexistencia de centros recreativos o  deportivos, emergen en el barrio los potreros en donde niños y jóvenes forjan su templanza. La escuela lleva 18 años instalada en tráileres y es el fiel reflejo del incumplido progreso prometido. Con el crecimiento del barrio se multiplicaron las iglesias de culto evangélico, que ya van en una veintena. Hay algunos pequeños servicios como almacenes  y un sinnúmero de kioscos instalados en las casas de vecinos. En el barrio los cambios se hacen a fuerza de organización y reclamos de los vecinos que día a día conviven medianera de por medio con los pozos. No hubo un servicio que haya llegado sin que previamente los vecinos lo reclamaran por distintas vías. Las ganancias de casi 40 años de explotación hidrocarburífera en las mismas tierras parecen haber pasado por el costado, no así los impactos.

Pozo de recuperación secundaria en Valentina Norte Rural- Neuquén

Pozo de recuperación secundaria en Valentina Norte Rural- Neuquén / Martín Barzilai (SubCoop)

La convivencia con la industria petrolera es muy compleja y las miradas sobre el tema son variadas. En este artículo intentaremos dialogar con algunos de los argumentos que aparecen en los relatos de los distintos actores entrevistados, que son la base de las excusas y la poca respuesta empresarial y gubernamental con la que los vecinos se han ido encontrando al querer modificar su dura realidad social.

El primer argumento que encontramos es que “los pozos son preexistentes a los vecinos que se instalaron medianera de por medio”, para desligarse del devenir riesgoso que significa convivir con un pozo petrolero. El segundo es “la tierra de Valentina Norte rural zona Los Hornos es privada, no del Estado ni de los vecinos”; de esta manera se evita tener que atender a las grandes demandas de servicios y de cuidado al ambiente. Por último, el tercer argumento es que “no existen zonas de sacrificios porque se puede convivir con la explotación hidrocarburífera”.

Primer argumento:
La preexistencia que vale y las expansiones que acontecen

Los trabajos hidrocarburíferos en Colonia Valentina comenzaron en 1961 con la estatal YPF. Si bien los pozos exploratorios fueron exitosos, la empresa priorizó la explotación futura por lo que no hubo mayores cambios en la zona en ese período. Para 1977 la situación cambió. El área, traspasada a la flamante Pluspetrol, entró en la vigente etapa de explotación. La compañía tenía en ese momento como principales dueños a Franco Macri y Luis Rey; éste último fue quien finalmente conservó la firma. Durante años los pozos fueron pocos y principalmente de recuperación secundaria, dice el Ingeniero Daniel Folmer, quien trabajo muchos años en la zona para dicha compañía.

Para ese entonces, un centenar de personas de una veintena de familias vivían en el lugar. Algunos de ellos se dedicaban a la fabricación artesanal de ladrillos y la cría de animales para subsistencia y pequeña comercialización. Marisa González tiene 35 años, nació en el lugar. Su familia llegó a la zona tras vivir en varias ciudades del Alto Valle y se instaló para producir ladrillos. También, como se acostumbraba, criaba cerdos, gallinas y gansos para subsistencia y venta directa a vecinos. Toda su actividad económica era familiar, cada uno aportaba en las múltiples cuestiones. Recuerda que cuando era niña había unos cinco pozos en toda la zona. Era una zona rural, el agua la buscaban en el canal de riego y los fríos los afrontaban con braseros.

Pero esos tiempos ya suenan lejanos. Aunque parezca contradictorio, el avance hidrocarburífero sobre la zona es tan reciente como su masificación poblacional. El convenio marco firmado entre la empresa Pluspetrol y el municipio en 2010 (rubricado como ordenanza 12.409 en 2012) es una muestra de ello: a partir de entonces se instalaron veintidós pozos teledirigidos y, a su vez, se realizan obras que atraen una mayor cantidad de pobladores.

En julio del 2010, el gobierno municipal del radical Martín Farizano, firmó un decreto producto del acuerdo marco realizado con la empresa Pluspetrol. La compañía, a cambio del permiso de instalación de una veintena de pozos teledirigidos desde las denominadas “islas”[1], se comprometió a realizar varios proyectos bajo su programa de Responsabilidad Social Empresarial (RSE). La lista incluye trabajos para llevar agua (mientras tanto abastecía con camiones), mantenimiento vial, el tapado y remediación de piletas de oxidación que se encontraban sobre la meseta, la construcción de una nueva planta de tratamiento cloacal e industrial, obras de riego y, por último, un estudio de impacto ambiental.

Todas estas obras se dieron en el mismo momento y en función de la expansión de Pluspetrol con los nuevos sus pozos. El decreto municipal 1080/10, en sus considerando, dice que “la empresa está dispuesta, en este caso, a efectuar una contribución destinada a compensar el natural impacto al ambiente, en el sentido amplio que pudiera resultar del proyecto y del curso normal de sus actividades”. Sin embargo, esta política de RSE está bajo garantías de paz social. Una de las clausulas establece que “la empresa podrá en cualquier momento suspender los pagos estipulados si sufriera interrupciones, dilaciones, demoras o de cualquier manera, se detuvieran total o parcialmente las actividades por causas ajenas a la empresa”.

Pozo en una de las islas en Valentina Norte zona Los Hornos II

Pozo de Pluspetrol en una de las islas en Valentina Norte zona Los Hornos  / Alexis Vichich

Este nuevo contexto produjo dos avances además del extractivo: el de la población en busca de una vivienda propia y el de un negocio inmobiliario en ciernes. Por el compromiso asumido en la ordenanza, la empresa llevó adelante las obras para la red de agua que benefició tanto a los vecinos de las tomas como a aquellos que hicieron loteos privados. Lo mismo ocurrió con el tendido eléctrico. El presidente de la Vecinal[2], Armando López, relata que, además de las obras de infraestructura, la llegada del transporte público mediante el ramal 12 de colectivo, repercutió de inmediato en el crecimiento de la zona. Como veremos más adelante, esta “paradoja” tiene como principal razón la falta de loteos sociales y una política de acceso a la vivienda sólida que pueda contrarrestar los embates de una economía de enclave. Por ejemplo, un alquiler modesto representa la mitad del salario de un empleado estatal, ocupación del 50% de los trabajadores neuquinos. Pero, aun así, un empleo estable es un privilegio al que la gran mayoría de los vecinos de Valentina no accede.

La situación a futuro apunta una mayor intervención por parte de las empresas debido a las mejores condiciones de explotación otorgadas al tight gas (actualmente en producción en área Centenario) y otras explotaciones no convencionales: los nuevos beneficios otorgados por Nación y refrendados por provincia, los hicieron más rentables. A esto debemos sumarle, en el caso del tight, los años de experiencia, menores costos operativos, menor uso de la tan cuestionada fractura hidráulica, además de un precio de gas tres veces superior al convencional. A diferencia de otras áreas neuquinas, en la zona de Confluencia el contexto es más próspero para todas las empresas, como evidencia el compromiso de nuevas inversiones anunciado por Pluspetrol, Capex y Petrobras en la zona de Confluencia.

Segundo argumento
El Estado, la familia y la propiedad privada: un viejo problema

La expansión del Estado en la región a través del genocidio indígena, el avance de la planificación productiva del Valle,  el sistema de irrigación por canales y el ferrocarril, son parte del impulso económico de la naciente región norpatagónica de fines de siglo XIX y principios del XX. La historia de Colonia Valentina es como la de las demás colonias de la región; zonas semi-rurales productoras en las inmediaciones de las ciudades.

En una entrevista concedida a un medio local, la Doctora en Historia Orietta Favaro cuenta que las tierras de Colonia Valentina pertenecían al agrimensor Jorge Duclout quien, ella intuye, seguramente las obtuvo como forma de pago por sus trabajos al Estado nacional en la zona (Rio Negro, 13/05/2005). Por ese entonces, el administrador de las tierras era el empresario José Fava, dueño de un sinnúmero de hectáreas tanto en el barrio Villa María como en el interior de la provincia. Tras la muerte de Duclout, su esposa, Valentina Brun de Duclout, hereda las propiedades y es quien gestiona, entre otras cosas, el sistema de riego ante Nación[3]. Años después, las tierras pasan a manos de Fava quien conserva una parte y lotea el resto.

Vista de Neuquén desde Valentina Norte Rural zona Los Hornos

Vista de Neuquén desde Valentina Norte Rural zona Los Hornos / Alexis Vichich

Ángel Edelmán, en su libro “Primera historia de Neuquén. Recuerdos Territorianos” (1991), cuenta que el empresario José Fava veía a las tierras de Colonia Valentina como un “sueño”, un llamado a crear una Colonia agrícola en la zona. Pero en 1952 José Fava fallece y ese anhelo nunca termina de concretarse. Desde entonces, las tierras de la zona están en un complicado e irresuelto proceso de sucesión lo que conduce al tradicional argumento que “la tierra de Valentina Norte rural zona Los Hornos es privada, no del Estado ni de los vecinos”.

Armando López, enumera los esfuerzos y estrategias que se encaran continuamente en pos de la expropiación de las tierras. Con el gobierno de Jorge Sobisch, en  2005, los vecinos presentaron un petitorio de más de 200 firmas que pedían la expropiación y regularización de las tierras. Sin ellas no se podía acceder a servicios básicos como luz, agua, cloacas y  gas. Una vez que el pedido ingresó en la asesoría legal de gobernación, en ese entonces a cargo de Jorge Brillo, se hicieron los estudios de impacto ambiental, se trajeron consultoras, se midió la cuenca aluvional, el riesgo de derrumbes, las características de la población y se trabajó con las instituciones del barrio. Finalmente, el informe técnico dictaminó que las tierras debían ser expropiadas por el gobierno provincial debido a la cantidad de población que habitaba la zona. Ante la inacción del gobierno, a pesar de la resolución del informe, los vecinos tuvieron que presentar una nueva nota al Ministerio de Desarrollo Territorial en 2009, a cargo de Leandro Bertoya, reclamando la expropiación. En ambos casos, la decisión es del gobernador y de la Legislatura provincial pero nunca hubo voluntad política de avanzar en la medida. Esta latencia y falta de claridad de parte del Estado crea infinitos problemas para los vecinos.

Claudia Monteagudo es la directora de la Escuela 356, presente en el barrio hace 18 años. Desde que se instaló en pequeños tráileres petroleros adaptados, la lucha de la comunidad educativa por un establecimiento propio no cesó. Con la matrícula en ascenso, en la actualidad asisten 230 niños y niñas durante el ciclo lectivo. La directora aclara que esto tiene vaivenes; las frágiles condiciones socio económicas y las impericias climática provocan un ausentismo importante en época invernal.

Según Monteagudo, la escuela no pudo construirse en el barrio porque las tierras son privadas, ellos también están sobre lotes de la sucesión Fava. Debido a esto, una nueva escuela se construyó y los alumnos deben recorrer un largo trecho para poder asistir. Marisa González, además de ser nacida y criada en el barrio, fue vecinalista. Ella recuerda que, durante su gestión, se presentó una heredera de la sucesión Fava que quería donar las tierras para que la escuela fuera construida. A pesar de la buena intención, la respuesta del gobierno fue que eso no puede hacerse hasta que la sucesión concluya.

González repite la historia que varios vecinos comentan. Las tierras fueron cedidas a Fava para que éste produzca animales, cosa que nunca ocurrió. Una vez fallecido, las tierras pasaron en sucesión a la familia, que tampoco produjo nada. Al igual que el resto de los vecinos, Marisa González cree que las tierras no son expropiadas por cuestiones políticas de los sucesivos gobiernos provinciales.

Tampoco los vecinos más antiguos, como es el caso de los González, han podido hacer valer el derecho de usucapión porque las tierras se encuentran en el eterno trámite de sucesión Fava. Al mismo tiempo, la inestabilidad e inseguridad en el acceso a vivienda y derechos básicos se combina con otros hechos más violentos. En 1995, según recuerda González, hubo un intento de desalojo y fue el juez Guillermo Labate quien logró frenarlo. En ese entonces ya eran unas setenta familias las que habitaban el barrio.

La falta de una solución concreta en torno a la tenencia de las tierras priva de derechos básicos como el agua, la luz y gas a los vecinos. El informe de la Comisión Especial Revisora del Plan Urbano Ambiental  (CERPUA) remarca esta situación, ya que expropiar estas tierras y regularizarlas es una posibilidad concreta y factible; “Los sucesores han propuesto al municipio de Neuquén la cesión onerosa de los derechos del juicio de prescripción, sin haber obtenido respuesta alguna por parte del Municipio” (2013: 54).

Ante la falta de garantías del Estado frente a la vida y la salubridad de la población, la organización de la Vecinal y la recientemente creada Red Valentina Norte Rural Los Hornos (articula la Vecinal, la Escuela y la sala de primeros auxilios) impulsan soluciones a demandas básicas del barrio.

Mientras tanto niños y niñas juegan en el patio de la escuela junto a las aulas tráileres mientras en el fondo bombea sin parar la cigüeña: la imagen del resultado del progreso hidrocarburífero.

Tercer argumento
Vecinos en fuga en la consolidación de Zonas de Sacrificio

Zona de sacrificios es un concepto que grafica y analiza los impactos del desarrollo de las economías extractivas. La decisión del empresariado, tanto nacional como internacional, de avanzar con la maximización de las ganancias sin medir consecuencias es una constante. El Estado en lugar de prevenir y controlar, promueve y hace ojos ciegos.

A la resistencia a la megaminería y el acelerado avance de la frontera extractiva de los agronegocios en la última década, hay que agregarle este nuevo boom hidrocarburífero de la mano de los no convencionales, centrado principalmente en la provincia de Neuquén. La idea de estar explotando en el “desierto” se potenció con esta nueva etapa extractivista. Con ella, se busca legitimar esta decisión de generar zonas de sacrificios en los ámbitos rurales, lo mismo pasa con la idea empresaria de poder realizar una explotación segura (“fracking seguro”) en lugares donde hay coexistencia con campesinos, comunidades mapuches, puesteros o pobladores.

Pero el caso de Valentina Norte es muy particular. Por un lado se avanza urbanísticamente y por otro se aumenta la producción extractiva. O sea que, de ser una zona de sacrificios, también será zona de sacrificados recién llegados. Por lo pronto, ambos avances están liquidando el carácter productivo del barrio.

Al abordar el tema del carácter productivo de los vecinos nos dicen que “mientras más avanza [la ciudad], más se van corriendo los vecinos, sobre todo los que crían animales, porque en una ciudad no podes tener chanchos, gallinas, caballos, está prohibido. Acá la gente produce para su consumo principalmente”. En los últimos años, el mundo urbano y sus reglas va imponiéndose al mundo rural, con las consecuencias que esto conlleva para quienes subsisten de esa economía.

Graciela Purrán es miembro de la junta vecinal del barrio, para ella “el municipio toma a la producción como un tema aparte, no como un medio de vida, sino como una circunstancia. Dicen que la gente cría para consumo propio, uno no tiene siete chanchos para consumo propio, es para vender en algún momento. Pero el gobierno se niega a esa cuestión de lo rural.”

Al mismo tiempo, Laura Heffner, trabajadora social del centro de atención primaria, describe lo que a nuestros ojos es un claro proceso de gentrificación. “Antes vos veías casillas, muchas casillas, ahora vos ves alguna casilla y al lado puede estar una casota. Hay petroleros o gente de clase media que compra porque hoy hay servicios. Entonces los que vendieron se mueven un poquito más allá, compran a menor precio y con lo que le sobra arman una casillita un poco mejor, es como que se va moviendo lo periférico. Aunque irse más allá signifique nuevamente no tener gas, no tener agua, luz, etc.”

Neuquén sigue creciendo a un vertiginoso ritmo, el suelo se ha vuelto un campo de disputa entre quienes lo necesitan para vivir y quienes viven de esas necesidades mientras la  franja entre el arriba y abajo cada vez se hace más grande como dice José Larralde.

 

*Tercera nota de la serie Alto Valle Perforado, realizado en cooperación con la Fundación Heinrich Böll Cono Sur. Ver también:
Alto Valle Perforado: postales de la desigualdad petrolera
Basureros petroleros: cuando el remedio es peor que la enfermedad
 

Fuentes consultadas

Diario Rio Negro (13/05/2005) Historias de acá. Tierras y colonias en Neuquén (parte II)

Diario Rio Negro (2005) José Fava soñó con fundar una colonia agrícola en Neuquén

Ángel Edelman (1991), Primera historia de Neuquén. Recuerdos Territorianos. Editorial Plus Ultra.

Diario Rio Negro (06/11/2011) Pluspetrol invierte u$s 70 millones y va por shale oil.

Revista Petroquimica (17/12/2014) Pluspetrol aumentará más de 40% sus inversiones en 2015.

Diario Rio Negro (11/11/2014) Petrobras anticipa la perforación de quince pozos.

Diariamente Neuquén (28/03/2015) Ofensiva de Capex por el shale gas.

Petruccelli, Ariel (2005); Docentes y piqueteros, De la huelga de ATEN a la pueblada de Cutral-Có. Editorial, el Cielo por asalto.

AAVV, 20 mitos y realidades del Fracking (2014)

Diario La Mañana de Neuquén (01/08/2013) Detectaron contaminación petrolera en Valentina Norte.

Mendía Juan Manuel (mayo 2012), “Estudio de la degradación de suelos y evaluación de la sanidad edáfica con relación a la actividad industrial, petrolera y agrícola en valentina norte, provincia del Neuquén”  expte.  -4194-m-2011.

CERPUA (2013) Propuesta de ordenamiento de las áreas del periurbano de la ciudad de Neuquén Valentina Sur y Valentina Norte. Documento dos.

Programa de Desarrollo de Áreas Metropolitanas del Interior- DAMI Plan de Ejecución Metropolitana de Neuquén ( Julio 2013)

Zonas de sacrificio: impactos de la industria hidrocarburífera en Salta y Norpatagonia

Diego Di Risio ; Marc Cavaldá ; Diego Pérez Roig ; Hernán Scandizzo . América Libre, 2012.


[1] Las islas son locaciones cerradas por un cerco de cemento para garantizar que pobladores no se instalen más cerca de lo permitido. De acuerdo a la legislación vigente nacional -ley 33598/33 art. 36-, se exige 60 metros mientras que la Secretaria de Medio ambiente de Neuquén aprueba los proyectos que contemplen 200m de distancia con alguna vivienda.
[2] La ciudad de Neuquén está compuesta por 48 comisiones vecinales, reglamentadas en su carta orgánica. Las mismas cumplen funciones sociales y son un eslabón territorial en donde se cristalizan los reclamos, sugerencias e iniciativas ciudadanas
 
[3] Estamos hablando de años en donde todavía no se había provincializado el territorio y las gestiones se hacían ante Nación.