A finales de junio tuvo lugar en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo en Buenos Aires el ¨Primer Seminario sobre Extractivismo Urbano¨, organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo y el Centro de Estudios y Acción por la Igualdad (CEAPI). Referentes populares, intelectuales, activistas y funcionarios comprometidos con los desafíos que supone la construcción de ciudades igualitarias, realizaron valiosos aportes para comprensión la problemática urbana y la caracterización del impacto de las dinámicas propias del modelo extractivo en las ciudades.
La invitación al debate sobre el concepto de extractivismo urbano puede resultar sugerente, incluso polémica. Así parecen haber pensado los cientos de participantes que se sintieron convocados/as a pensar los impactos que ha tenido el extractivismo en las dinámicas urbanas.
El inicio del seminario contó con la participación de referentes intelectuales comprometidos, desde la geografía y el urbanismo, con las problemáticas urbanas contemporáneas. Así, Pablo Ciccolella describió el proceso de restructuración capitalista neoliberal que supuso cambios en el modo de regulación del Estado, y del paradigma del desarrollo, y estuvo acompañado por profundas transformaciones tecnológicas. El carácter distintivo de este proceso es su inestabilidad –como efecto de la financiarización- y la acelerada reconfiguración territorial depredatoria, en un contexto inédito a nivel planetario de cambio climático, redefinición de la matriz energética y crisis alimentaria.
El impacto directo que esta dinámica tiene sobre las ciudades se evidencia en el proceso creciente de especulación inmobiliaria, sobreexplotación de suelo urbano, fragmentación de morfologías urbanas y estilos de vida, colapso de infraestructura y crecimiento del hábitat precario, la pérdida de calidad de vida urbana, y en una mayor exposición a desastres ambientales.
Eduardo Reese (CELS) retomó esta caracterización y graficó su impacto en la Ciudad de Buenos Aires a partir de la proliferación de nuevos productos del mercado inmobiliario, signada por un proceso de sobredimensificación y la sobreexpansión urbana que marcan las dinámicas de valorización excluyente en la región. Es decir, cuando se logra cambiar usos del suelo “estirando la ciudad” a través de la expansión de urbanizaciones privadas y semi privadas, o cuando se transforman las densidades de áreas urbanas, a partir de la construcción de desarrollos inmobiliarios de largo alcance –mega torres de más de 30 pisos con comodidades- se corren también las curvas de precio de suelo, y los precios internos de la ciudad.
Reese realizó además una caracterización de la “Ley de acceso justo al hábitat” de la Provincia de Buenos Aires, hito fundamental respecto de la visión del hábitat y la vivienda, en tanto plantea que la construcción del territorio es una construcción colectiva, y pone límites al mercado que debe estar disciplinado en términos de lo que la política pública defina hacer. Los profundos condicionamientos impuestos por los desarrolladores inmobiliarios preocupados por los principios jurídicos que asume la ley no se hicieron esperar.
Por último, Patricia Pintos describió los impactos del urbanismo privado en los humedales de la región metropolitana de Buenos Aires. La gentrificación de la periferia popular, la destrucción, modificación y banalización del paisaje natural, histórico y cultural, son algunas de sus consecuencias, que dan lugar, palabras de Pintos, a “un urbanismo escenográfico que busca reproducir otras geografías. Los ecosistemas originarios son destruidos, por el mismo proceso que son elegidos (espacios con agua)”.
El avance de estas urbanizaciones (más de 60 urbanizaciones que ocupan 9.200 hectáreas de humedales) ha generado desastres socioambientales, ya que los humedales contienen las inundaciones y su desaparición produce graves inundaciones. Los barrios colindantes son los más perjudicados y también quienes iniciaron la resistencia y judicialización de los perjuicios colectivos, contando esta semana con una buena noticia, un fallo judicial a favor de los humedales.
La geógrafa destacó también la tensión entre el enfoque patrimonialista de la propiedad, que busca generar una oferta paisajística segmentada alterando el suelo, y la perspectiva comunitaria de defensa de los bienes comunes, que generan beneficios para el conjunto de la población.
El panel de la tarde tuvo como objetivo debatir el concepto de Extractivismo urbano a la luz de la construcción del derecho a la ciudad y a la vivienda y sus “traducciones” en la ciudad de Buenos Aires
La arquitecta e investigadora Guadalupe Granero Realini comenzó citando a Henri Lefevbre, pionero en la referencia al concepto de derecho a la ciudad, no solo como derecho al espacio físico, sino como concepto guía frente a la necesidad de repensar a todo el conjunto social. Desde esta perspectiva, para Lefevbre el derecho a la ciudad es una idea revolucionaria.
Desde el punto de vista de la investigadora, este pensamiento no solo ha generado interés y acciones en ámbitos académicos, sino también ha tenido su correlato en movimientos de protesta en distintas partes del mundo, en algunos casos incluso con mucha repercusión mediática. Y, por otro lado, en algunas grandes urbes se ha avanzado en la elaboración de una carta por el derecho a la ciudad, una suerte de compromiso asumido por diferentes sectores.
Jimena Navatta (CEAPI), dialogó con estas ideas a partir de las críticas a políticas llevadas adelante y la visión del Pro durante los ocho años de gobierno de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, y los siete meses de su sucesor en el cargo, Horacio Rodríguez Larreta. En ese sentido, remarcó que ese espacio político “entiende a la construcción como una supuesta forma de desarrollo en sí misma, de la misma manera que interpreta que el aumento del valor del metro cuadrado es un indicador de bienestar”. Por esa razón —dijo, ha sido una constante la venta de tierra pública para favorecer a sectores privados.
Navatta también puso el acento en la desinversión en las áreas de vivienda del gobierno porteño, en las que paulatinamente ha ido bajando el presupuesto que se destina. Otra característica de época, apuntada por la expositora, es la desregulación y la falta de intervención estatal en los mercados del suelo e inmobiliario: una prueba de ello es que se calcula que en la ciudad de Buenos Aires el número de inmuebles vacantes u ociosos llega a 350 mil, en tanto que hay medio millón de habitante con problemas habitacionales, aun cuando la población se mantiene estable desde hace más de 50 años.
La exposición de Maximiliano Duarte se centró en su experiencia como investigador en la ciudad de Río de Janeiro, donde se ha dado el avance de las llamas policías pacificadoras, en ámbitos pobres y vulnerables, como las favelas. Duarte explicó ese proceso, desarrollado como pretendida contención —y represión, en realidad— de los sectores más afectados por el modelo extractivista urbano en esa ciudad de Brasil.
El investigador del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad de Río de Janeiro señaló que la creación y el impulso a esos grupos policiales se dan en el marco de una mirada racista y, a la vez, de un espiral armamentista. Además, precisó: “Para que estas políticas represivas se concreten, primero es necesario que se construya socialmente qué es una favela, que se consolide una visión estigmatizante para tener cierto consenso a la hora de reprimir”.
En el panel de cierre, la escritora y activista Gabriela Massuh retomó la idea del extractivismo urbano resaltando el rol que tiene en este proceso el Estado, que lejos de estar ausente, se pone a la par de las corporaciones. En la ciudad de Buenos Aires, los distritos, perímetros definidos por el gobierno local, dividen a la ciudad polos temáticos –polo audiovisual, de las artes, distrito joven, de diseño, etc– que en general implican grandes beneficios para las empresas (exención de monotributo y abl, del impuesto al sello) y profundizan esta banalización del paisaje urbano que señalara Patricia Pintos, como dispositivo fundamental de la lógica del Extractivismo.
Sergio Kiernan, periodista, planteó que en estos últimos 15 años la Ciudad de Buenos Aires tuvo un cambio de eje, y que el nuevo enfoque estuvo signado por la mercantilización y la capacidad de proyectar la ciudad como un modo de obtener capital político y económico, y observó que las tensiones por el espacio urbano aparecieron espacio urbano en el momento en que se acaban los espacios urbanos libres, antes había verde y terreno en la ciudad, hoy saturada y sin posibilidades de ampliar el espacio público.
En las palabras de Enrique Viale, miembro del CEAPI, la propuesta fue clara: “Extractivismo urbano, ¿por qué? Las problemáticas son muy similares: la especulación inmobiliaria provoca desplazamiento, daños ambientales, y desafía la naturaleza en el marco de una degradación institucional y social. Las características comunes se nutren de la misma lógica extractivista, provocando acumulación y reconfiguración negativa”. En el panel de cierre del primer día de debate, Viale comparó la actual especulación inmobiliaria y la gentrificación urbana con los commodities –que son producto de la extensión del monocultivo de soja, por ejemplo– ya que tienen dinámicas similares: convierten el valor de uso en valor de cambio, generando la proliferación de viviendas ociosas y desocupadas como modelo de planificación urbana. La contracara necesaria de este proceso se expresa en el aumento de los desalojos, la desigualdad en la concentración de la propiedad del suelo urbano y la exclusión y privatización de espacios públicos, entre otros impactos.