Ciencia Argentina y Fundamentalismos

“La diferencia entre un ecólogo y un ecologista es la misma diferencia que hay ente un enólogo y un borracho.” Ante los dichos del Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Lino Barañao, en la Asamblea del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología de la Nación, el 10 de abril en Tucumán (La Gaceta, 11-4-18).

Por Marta Maffei.

Barañao desnuda aquí con entera claridad algunas cuestiones:

1_ el rechazo profundo que tienen, él y el gobierno, por los defensores del derecho ambiental y del derecho del pueblo a vivir en un ambiente sano. La magnitud de esa rechazo visceral queda explícita en su equiparación entre “ecologistas y borrachos”. Indudablemente, el “Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Argentina Sometida a las Corporaciones” está indignado con los pueblos que defienden su derecho a vivir, y con los científicos, investigadores y militantes que hacen posible el conocimiento de los costos irreversibles que conllevan las prácticas que el Ministro promueve.

2_ Es notable también cómo rechaza lo que denomina “fundamentalismo” ambiental pero no pone en cuestión el fundamentalismo saqueador, devastador y contaminador de los grupos económicos -que son elogiados como promotores de progreso y bienestar.

3_ Indudablemente, queda también explícito el modelo de Ciencia y Tecnología que el gobierno alienta, al servicio de los intereses dominantes: una ciencia que esté dispuesta a legitimar los costos sociales y ambientales (supuestamente “inevitables”) que traen aparejados los sistemas de producción y extracción de riquezas en marcha. Ciencia y tecnología direccionadas, cuestionadas y denostadas no solo por científicos de primer nivel en todo el mundo (recordemos a nuestro Andrés Carrasco) sino por las concretas y devastadoras consecuencias sobre la salud de nuestros pueblos y de los ecosistemas que nos albergan

4_ Alienta a los científicos a seguir los lineamientos planteados por el gobierno y a no cuestionarlos. Lo único que se debe cuestionar es a los ecologistas, todo lo demás es incuestionable!

5_ Los agrotóxicos y los venenos devenidos de la minería a cielo abierto y el fracking, son mínimos en comparación con la electrocución o la siniestralidad debida al tránsito, así que no hay problema!

6_ Finalmente, para Barañao, si los réditos del desastre se repartieran mejor, los cuestionamientos descenderían. No dudamos de la veracidad de esta afirmación. Menos aún, cuando sabemos de la voracidad de algunos de nuestros representantes, pero creo que es importante que el Ministro, su gobierno y los grupos económicos del saqueo que son sus aliados sepan, es que no todos son de su calaña. Que no vamos a guardar silencio, que nuestros pueblos no merecen la indignidad ni la incompetencia de estos funcionales funcionarios.

Ecosur

El extractivismo minero, petrolero y transgénico cuenta con sectores científicos como socios y legitimadores. El Ministerio de Ciencia y el Conicet impulsan el agronegocio, el fracking y la explotación de litio.

Por Darío Aranda

Ciencia para qué. Ciencia para quién. ¿Para Bayer y Monsanto o para campesinos? ¿Ciencia para Barrick Gold o para los pequeños pueblos cordilleranos? El ministro de Ciencia, Lino Barañao, es un impulsor del agro transgénico y comparó al herbicida glifosato con “agua con sal”. El “Plan 2020”, diseñado durante el kirchnerismo y aún vigente, establece que el agronegocio es pilar fundamental del modelo científico local. Se suma la explotación petrolera y la minería de litio.

En 2009 Andrés Carrasco, director del laboratorio de embriología molecular de la UBA y ex presidente del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), difundió una investigación que confirmaba que el glifosato -el agrotóxico más utilizado del país- producía malformaciones y era letal en embriones anfibios. Su trabajo, en un contexto de creciente denuncia a las fumigaciones, provocó un quiebre en el debate sobre las consecuencias del modelo agropecuario. Nunca antes, en Argentina, un científico de su talla se había animado a denunciar las consecuencias sanitarias del agronegocio.

Carrasco sufrió una embestida de las empresas de agrotóxicos, los medios de comunicación que promueven el modelo (Clarín y La Nación, entre otros) y también del kirchnerismo, impulsor del modelo transgénico. Lino Barañao fue la espada del Gobierno. Atacó al científico desde diversos espacios, pero dos notorios fueron del congreso anual de Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa), impulsores de transgénicos, y en el programa de televisión de Héctor Huergo, director de Clarín Rural, lobista agropecuario.
Pero la mayor defensa al herbicida Barañao la realizó en la radio de Madres de Plaza de Mayo: “El glifosato es como agua con sal”. Ningún funcionario kirchnerista lo cuestionó. Ya como funcionario de Mauricio Macri, lo volvió a defender en una entrevista en Clarín: “Con los antibióticos también hay mal uso y muertes, y nadie se queja”.

Conicet S.A.

El Conicet es el mayor ámbito de ciencia del país, con más de 9 mil investigadores. “El sector productivo, con un lugar en el Conicet”, tituló la revista Fortuna (dedicada al sector empresario) en marzo de 2017. Celebró el nombramiento de Graciela Ciccia en el directorio del Conicet.

Ciccia estaba al frente del área de Innovación del Grupo Insud, empresa de Hugo Sigman, multifacético empresario que posee desde laboratorios farmacéuticos hasta la editorial Capital Intelectual, el mensuario Le Monde Diplomatique, fue productor de la película Relatos Salvajes y es accionista del laboratorio Biogénesis-Bagó, dedicada a la biotecnología. Sigman es también accionista de Bioceres, que desarrolla semillas transgénicas, donde también tiene participación accionaria Gustavo Grobocopatel, “el rey de la soja”. Desde Bioceres desarrollaron una soja transgénica resistente a la sequía, proyecto dirigido por la científica Raquel Chan (investigadora del Conicet y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral).

La llegada de Graciela Ciccia al directorio del Conicet es una muestra más del poder del agronegocio en el mayor ámbito de ciencia del país. Ciccia, al igual que Sigman, son miembros fundadores de la Cámara Argentina de Biotecnología, donde participan todas las empresas que impulsan transgénicos y agrotóxicos.

Petróleo y minería

“Modelos de desarrollo en la era de la información: globalización, tecnología y empresa red”, fue el título de la “conferencia magistral” que el sociólogo español Manuel Castells brindó junto a Barañao en marzo de 2016 en el Centro Cultural de la Ciencia de la Ciudad de Buenos Aires.
Su exposición, de 90 minutos, tuvo variados momentos de celebración al extractivismo. El más explícito fue en el minuto 67: “Dicen que Argentina es uno de los países con mayores reservas de petróleo del mundo. Tienen que hacer como Estados Unidos, darle duro al fracking y ya veremos qué pasa con los movimientos ecologistas”, propuso.
A su lado, Barañao sonreía.

En junio pasado, el Ministro brindó una extensa entrevista a la “Revista Petroquímica. Petróleo, gas, química y energía”, patrocinada por empresas extractivas. Resaltó la importancia central que el Ministerio y el Conicet le dan a la actividad petrolera y minera, con fondos, investigadores y becarios. “Tenemos una participación muy directa a través de Y-TEC, la empresa creada entre YPF y el Conicet, donde existe un número importante de investigadores y becarios que están trabajando para resolver problemas del sector, que van desde el uso de fibra óptica para el monitoreo de la producción de petróleo bajo el método de fracking hasta el desarrollo de arenas para esa misma tecnología y de sustancias hidrofóbicas para separar crudo de agua”, señaló.
Celebró el impulso a la explotación de litio y apoyó el desarrollo de la megaminería: “Estamos trabajando en lo que se ha dado en llamar minería inteligente, practicada en forma sustentable y sin los efectos ambientales asociados a la actividad. Sucede que el país no puede prescindir de la actividad minera”.

Periodismo extractivo

Diego Golombek es doctor en biología, investigador del Conicet y señalado por el establishment académico como uno de los mayores “divulgadores” de la ciencia. Director de la colección “Ciencia que ladra”, columnista del diario La Nación y autor de una decena de libros. Nunca cuestiona el extractivismo. Al contrario. Una muestra: en agosto de 2015 participó de una disertación (“La ciencia al servicio del agro”) organizada por la empresa de agrotóxicos Rizobacter.

“Al haber estudiado una carrera científica, al trabajar en un laboratorio, uno de los destinatarios principales es el área productiva. Y si en Argentina hablamos de producción es igual a campo, el campo tecnológico, no el campo tradicional y artesanal”.

Junto a Héctor Huergo (de Clarín Rural) y a Beatriz “Pilu” Giraudo (Aapresid), fue peyorativo con la agricultura campesina y celebró al agronegocio. “El campo era solo plantar y ver qué pasaba. Pero las innovaciones tecnológicas (transgénicos) produjeron una revolución en el campo. Lo que hace que el campo pueda seguir siendo la base de sustentabilidad del país. Si se hubiera quedado en el campo familiar, de peones, no hubiera durado ese modelo”.
Golombek también es funcionario. Es el responsable del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación (del Ministerio de Ciencia).

El modelo

Cristina Fernández de Kirchner anunció por cadena nacional en 2013 el “Plan Argentina Innovadora 2020” (conocido en el ámbito científico como “plan 2020”). Estaba junto a Barañao en el escenario. “El Estado desarrolla la ciencia y la tecnología para agregar valor a la producción de Argentina”, afirmó la Presidenta.
Lino Barañao explicó la política científica: “Durante años la situación de los cerebros era más vergonzosa que la del petróleo, regalábamos cerebros en pie sin obtener nada a cambio. Hoy recuperamos un capital intelectual que estaba en el exterior y que vuelve con más conocimientos. La ciencia y la tecnología son el motor del desarrollo y de la prosperidad”.

Entre los ejes principales del plan científico sobresalen la biotecnología (base del agronegocio) y la nanotecnología (manipulación de la materia en la escala de un nanómetro, la milmillonésima parte de un metro, que si bien ofrece oportunidades para la sociedad también conlleva profundos riesgos sociales y ambientales, no solo porque potencia a la biotecnológica, sino también porque incluye manipulación atómica).
“Las tecnologías se aplicarán en distintos sectores socio-productivos y en entornos territoriales determinados, a fin de generar ganancias cualitativas significativas”, precisó la gacetilla del Ministerio de Ciencia. Entre las actividades destacadas figura el agro y la energía.

Como logro de la gestión también destacaron la creación de la ya mencionada Y-TEC, alianza entre YPF y el Conicet que impulsa nuevas formas de explotación petrolera y la minería de litio (muy cuestionada por sus consecuencias sociales y ambientales, además de violar derechos indígenas en Jujuy y Salta).
El Grupo de Gestión de Políticas en Ciencia y Técnica (espacio autoconvocado conformado por una veintena de académicos) cuestionó el Plan 2020, aunque no por su perfil extractivista. “Las políticas aplicadas en los últimos años han sido, esencialmente, orientadas a apoyar al sector privado, aunque éste no ha dado las respuestas esperadas”, cuestionó en octubre de 2013.

Recordaron que desde el ministerio conducido por Barañao había prometido que, con años de ayuda estatal, la inversión privada en ciencia pasaría del 30 al 50 por ciento (entre 2006 y 2010). Pero nada de eso sucedió. El nuevo plan fijó que ese aumento estará en 2020.
“A pesar de venir tropezando con la misma piedra desde hace años, se sigue insistiendo, inexplicablemente, al sector privado para que articule con el sector público para el desarrollo de sus proyectos. Es un fracaso atribuible a que se apoyaron en un sector que no movió el amperímetro de la inversión en diez años”, sentenció el Grupo de Gestión de Políticas en Ciencia y Técnica.

Kirchnerismo

Roberto Salvarezza llegó a la presidencia del Conicet de la mano de Lino Barañao, que se lo propuso a inicios de 2012. Acompañó todas las políticas impulsadas por el Ministro pero no continuó al asumir Macri. Dejó la dirección del Conicet y comenzó a cuestionar a Barañao, con especial eje en el ajuste que implementó el Gobierno (con más de 500 investigadores fuera de la carrera científica).

Salvarezza tuvo directa relación en la negativa de promoción de Andrés Carrasco (forma de castigo por haber denunciado las consecuencias del glifosato). “Al Presidente del Conicet (Salvarezza) le cabe toda la responsabilidad de haber firmado la resolución que niega mi promoción. Ni siquiera echó una mirada sobre cómo fue el procedimiento. Él sabe que al firmar convalidó la injusticia”, denunció Carrasco semanas antes de fallecer.
Durante su gestión al frente del Conicet, Salvarezza impulsó que la biotecnología sea política de estado, al igual que el apoyo a investigadores para fracking y minería (incluida la creación de un instituto para explotación de litio en Jujuy).

Salvarezza encabezó la lista de diputados del kirchnerismo en las últimas elecciones. Cuestiona a Barañao y al ajuste, pero acuerda con el modelo científico.

Voces

Mirta Varela es investigadora del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires. Días antes de la votación presidencial de 2015 (cuando diversos académicos llamaban votar a Daniel Scioli) escribió una dura crítica sobre el modelo científico, que le provocó advertencias en un clima polarizado. Varela, lejos de callarse, amplió en una entrevista: “Es de una enorme irresponsabilidad no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Entrás a la página del Conicet y son públicos los convenios. Son claras las políticas de muchísimos recursos para el modelo transgénico y, en los últimos años, con YPF y el fracking. Y claro que dejan de lado los grandes cuestionamientos que tienen esas actividades. Es de una enorme irresponsabilidad no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Los científicos ya no pueden negar los efectos de los agroquímicos, las enfermedades, las transformaciones en la sociedad, migraciones, la tierra en pocas manos. No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

A Varela le pareció positivo y apoyó el aumento de presupuesto durante la gestión kirchnerista, pero también reconoció que incidió en la ausencia de postura crítica. “Así se explica que el ministro Barañao diga que los agroquímicos son como antibióticos, una barbaridad, y ningún científico le salga al cruce. Eso demuestra que estamos en problemas”, afirmó. Y apuntó a las responsabilidades individuales: “Si los científicos contribuyen a producir conocimiento que permite el extractivismo, les cabe toda la responsabilidad de las consecuencias ambientales y sociales que sus dichos o prácticas puedan acarrear”.

Maristella Svampa, socióloga, investigadora y docente universitaria, es reconocida por su trabajo sobre extractivismo y acompañar a asambleas socioambientales. En noviembre de 2016 recibió el Premio Konex de Platino por su trabajo académico. Y en su discurso apuntó al modelo científico y universitario. “Vivimos un mundo cada vez más brutal, más complejo y desigual, en el cual dominan las grandes corporaciones, las que en alianza con los diferentes gobiernos han penetrado fuertemente el sistema científico, académico y tecnológico (…) Existe un persistente intento de colonización del discurso público y de apropiación de la ‘ciencia’, basado en la idea de que sólo es ‘científico’ aquello que es afín o funcional a los modelos dominantes, mientras que las visiones que cuestionan dichos modelos son marginadas o en el límite, descalificadas y acusadas de ‘falta de cientificidad’”.

Svampa cuestionó el uso de agrotóxicos, el fracking y la megaminería. Rechazó la sumisión del ámbito científico y la universidad pública a las empresas, y afirmó que el desafío es generar “un saber experto riguroso e independiente, con compromiso social, en una perspectiva de bienestar y de cuidado de las personas y los territorios, que piense en el mediano y largo plazo, y que tenga la dignidad de colocarse por encima tanto de los oficialismos de turno como de los intereses del poder económico”.

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