Vaca Muerta: cinco trabajadores muertos en un año y dos derrames en un mes

En las últimas semanas se registraron dos derrames petroleros en el territorio en el cual está instalado el yacimiento de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén. También murió el quinto operario del megaemprendimiento en lo que va de 2018. En el Enredando Las Mañanas del pasado  jueves, profundizamos el tema con Martín Álvarez Mullaly del Observatorio Petrolero Sur (OPSUR).

Por RMNA

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Al comenzar la charla el investigador de OPSUR confirmó que las cinco muertes de trabajadores en Vaca Muerta se produjeron en lo que va del 2018, a lo que agregó que “recientemente Marcelo García, que es un reconocido periodista del periódico Extremo Sur, sacó el número del 2011 a la actualidad y cuenta 36 obreros petroleros muertos a nivel nacional” y recomendó el artículo “porque llega a la conclusión de que justo esta intensidad en la cuenca neuquina, en los números de accidentes fatales, se corresponden con esta segunda ola de Vaca Muerta que tiene como característica ajustes en los costos mucho más intensivos para llevarla más competitiva y exportable y eso se traduce, por ejemplo, en la adenda, que es lo que se incorporó al convenio colectivo de trabajo petrolero y que fue este acuerdo entre empresarios, sindicatos y gobierno, tanto nacional como los gobiernos provinciales”.

Sobre esta adenda, que es un modificación de los acuerdos previos, Álvarez Mullally aseguró que inauguró una nueva forma de realizar la actividad petrolera en ese territorio, dado que este “flexibiliza, intensifica, viene a institucionalizar unos nuevos ritmos para el mundo no convencional que no le eran propios a la actividad petrolera convencional, entonces hay un cambio de paradigma y ese cambio está trayendo estas consecuencias, más accidentes con impactos ambientales, pero también más accidentes con impacto sobre los trabajadores petroleros que al fin y al cabo son los primeros impactados en todo sentido”.

Luego, el entrevistado explicó que hay “dos Vaca Muerta”, por un lado “un proyecto que tenía el kirchnerismo” y “otro muy distinto que es el que tiene el gobierno actual”. En relación a esto, identificó que “el kirchnerismo, cuando comenzó a desarrollar Vaca Muerta, tenía una necesidad y una urgencia que era poder revertir la balanza comercial deficitaria que le generaba el tema de tener que comprar gas en el mercado internacional; no solamente gas a través de gasoductos como en el caso de la compra con Bolivia, sino también a través de buques con GNL que son los más caros; entonces el kirchnerismo tenía como diferentes objetivos, ese era uno, pensar en la balanza comercial deficitaria, en el otro lo que hacía era generar una política de consumo interno, es decir, la reactivación económica, el desarrollo interno iba a ir atado al consumo, para eso el Estado intervenía y trataba de subsidiar, ¿qué subsidiaba? Todo: subsidiaba a las operadoras para que extraigan y les garantizaba una buena rentabilidad, subsidiaba a las distribuidoras y subsidiaba al usuario y tenía una empresa fuerte que conducía todo este proceso que venía a dar una inversión de Estado muy importante, por todo el proceso de la curva de aprendizaje; ¿qué es la curva de aprendizaje? Cuando uno está probando, la geología y en la actividad petrolera no se puede tener previsibilidad si vos no pinchás, entonces eso lo hacía YPF, todo el conocimiento de la cuenca que después iban a utilizar todas las empresas privadas, las grandes corporaciones, vos nombraste a Chevron pero están todas, Exxon, Total, Wintershall, Equinor, están todas acá, entonces todo eso lo iban a utilizar, y YPF conducía el proceso”. Sin embargo, “todo eso cambió con la llegada del macrismo: YPF pasa a un lugar no tan protagonista, hay otros protagonistas que comienzan a jugar, Marcelo Mindlin, Paolo Rocca, es decir todos sectores empresariales locales que comienzan a tener una gran incidencia, que también comienzan a tener una gran absorción de parte de los subsidios; lo que hace el gobierno es quitar los subsidios a los usuarios y trasladar todo eso a una política de incentivos y subsidios a las empresas petroleras; hoy, por ejemplo, Fortín de Piedra, que es el área de Techint de Paolo Rocca, el 30% de su facturación es subsidios directos del Estado”.

Álvarez Mullaly explicó también que “la surgencia es un problema que se da dentro de la misma explotación, básicamente quiere decir cuando el trépano, que son las torres de perforación que ustedes ven, está yendo a subsuelo y está metiendo presión para ir a subsuelo, en este caso de Bandurria lo que se iba a hacer es tomar una muestra de testigo, que es ir hasta la roca madre, sacar un pedazo de roca madre y estudiarlo, surge una presión interna de hidrocarburos que es mayor a la presión que se está ejerciendo mecánicamente desde el taladro; eso hace que explote y vaya todo para arriba, generalmente hay válvulas que van cerrando y que evitan las surgencias, hay toda una política que se puede dar para evitarlo”. Afirma que entonces aún no se sabe qué es lo que sucedió ya que “no hay una determinación si se está trabajando con materiales económicos, las válvulas no respondieron, hay que ver, claramente es un impacto muy grave, son más de 70 hectáreas, estuvo 36 horas perdiendo hidrocarburos, no solamente hidrocarburos sino cuando se viene el subsuelo, se viene con todo, se viene con lo que se inyecta, que es químicos, aguas, arenas silíceas, pero también se viene con todo lo que es material propio del subsuelo que puede ser material natural radioactivo, metales pesados, distintas sustancias que eso lo deberá determinar la justicia, si es que investiga, cual es el nivel de impacto y que incidencia tiene”. Más tarde agregaría que muchos de estos eventos no serían conocidos si no fuera por los trabajadores de las instalaciones. En lo especifico del derrame de Bandurria, explicitó que “por suerte estaban los trabajadores que filmaron, que grabaron y sacaron fotos con sus celulares los primeros días, que lograron filtrarlo a la prensa y que hubieron organizaciones, ONG y eso que hicieron que se llegue a los medios de comunicación mal llamados nacionales, que son de Buenos Aires”.

Por último, el investigador del OPSUR detalló también que “hay una cuestión que no se tiene mucha conciencia, que tiene que ver con el fracking y con el cambio que significa el fracking: nosotros generalmente, como hay una lucha que es mucho más popular que es la lucha contra la megaminería, llevamos muchas veces a hacer un paralelismo, que eso no quiere decir que sea tal cual, pero sí que se grafica un poco el tema de las dimensiones, entonces lo que decimos es que el pase de la explotación convencional a la no convencional, es como el pase de la minería artesanal a la megaminería”. Explicó que “el fracking es un esquema de factoría, se tiene que hacer a grandes escalas, demanda mucha infraestructura, mucha mano de obra, muchos insumos: un pozo de fracking, según si es horizontal, vertical, va cambiando, en el caso de los verticales son alrededor de 11 millones de litros de agua que utiliza en cada proceso, en el caso de los horizontales se puede llegar a ser hasta 35 millones de litros de agua; en el caso de las arenas silíceas, por ejemplo, que es el agente sostén que utiliza, se calcula que es alrededor de 1500 toneladas por proceso, entonces estamos hablando de algo que realmente en términos de impacto va a ser muy fuerte, entonces hay que estar atentos, muchas veces estas zonas son zonas de sacrificio y la agenda nacional pasa mucho por Buenos Aires y es como que uno nota que no se llega con este tipo de temáticas”.