En el primero de tres encuentros para pensar alternativas de cara a la transición, desde OPSur invitamos a analizar las características de esta fuente energética, sus aportes a la diversificación de la matriz y su inserción en diferentes (antagónicos) modelos productivos.
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Por OPSur .- La biodigestión es un proceso de generación energética que transforma la materia orgánica (con frecuencia desechos de la actividad agrícola y ganadera) en gas. Se debatieron los alcances de su incorporación en el modelo agroindustrial, vinculados a la promoción hecha desde programas como el RenovAr, enmarcado en la economía verde; y su implementación en la producción agroecológica. En esta primera convocatoria participaron el productor agroecológico Remo Vénica, de la granja Naturaleza Viva; el ingeniero agrónomo Jorge Hilbert, del INTA y la Digital Global Biogas Cooperation; y Gabriel Arisnabarreta, también ingeniero agrónomo, de la asamblea socioambiental Ecos de Saladillo.
El caso de Naturaleza Viva
“En una granja como la nuestra, tener el biodigestor nos resolvió un grave problema. Producir gas sin él sería altamente contaminante”, dado que sería de origen fósil, explicó Vénica.
En la granja, el biodigestor representó una solución económica en 2001, pero también permitió transformar a un elemento complejo -los desechos que se producen- en una solución energética. Además, el biofertilizante representa un aporte nutricional para los suelos. Actualmente, con este proceso, la granja obtiene hasta 20 garrafas al mes, realizó un convenio con el municipio para aprovechar las hojas y podas y presentó una propuesta para producir gas y biofertilizante para la población. En el mismo sentido, Vénica destacó la importancia de agruparse con productores agroecológicos de la agricultura familiar para reducir costos y pedir que se desarrolle la tecnología necesaria, “el INTA tiene tecnología de sobra para proyectar eso”, aseguró.
La gestión de Naturaleza Viva se piensa en la integralidad: los residuos que se producen en una etapa son reutilizados como insumos en otra. Y en esa misma integralidad se propone pensar políticas públicas de fomento a la implementación de biodigestores en pequeños y medianos productores, estudiando todos los problemas actuales del desarrollo agropecuario y planificando la redistribución de la tierra con criterios de armonía.
Biodigestión en el modelo agroindustrial, ¿se pueden atenuar impactos?
Desde el punto de vista de los aportes y avances estatales, intervino Jorge Hilbert, que integra el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y desde la década del ochenta se dedica a investigar la generación de biogás. Hilbert marcó la necesidad de no producirlo “desde la anteojera de producir energía solamente”, sino integrarlo en los sistemas productivos, aumentar la cobertura de los suelos y su fertilización, incrementando la estabilidad económica diversificando los productos que salen de un mismo establecimiento y la valorización de los residuos. “Hay que integrar la tecnología del biogás a los sistemas modernos. Hay ejemplos en Argentina de acercamiento a este tipo de propuestas”, aseguró.
Según Hilbert, actualmente “hay casos de plantas de etanol, de biogás, de nuevas herramientas que abren un mundo enorme que permite que capitalistas a baja escala y pequeños productores puedan involucrarse”. Para el funcionario del INTA, una producción puede generar valor y empleo de calidad con mano de obra con buenos ingresos, pero hay fuentes alimentarias de sobra y se tiran: no habría que producir de más, porque implica más impactos negativos sobre los ecosistemas. “Hay que cambiar la idea de que mayor producción es mayor seguridad alimentaria. Hay que relacionar mayor cantidad de empleos y de mayor calidad con la seguridad alimentaria”, explicó.
Hilbert dijo que hay aproximadamente 50 plantas de biodigestión a gran escala en el país y a eso hay que sumarle unos 100 o 200 biodigestores de menor escala, lo que es un crecimiento muy incipiente en comparación, por ejemplo, con Alemania, “un país del tamaño de la provincia de Buenos Aires que tiene 10 mil digestores”. Hilbert aseguró que “los países que dependen de la explotación de sus recursos naturales están destinados a la pobreza, tenemos que imaginar un país donde se agregue valor a la producción, se agregue conocimiento. Es un desafío porque todavía la mayoría de la economía del país depende de la exportación de recursos”.
Generación energética a partir de feedlots: ¿Solución o maquillaje?
La asamblea socioambiental Ecos de Saladillo que integra Gabriel Arisnabarreta surgió en 2005, en el marco de una organización vecinal contra los impactos de los feedlot (corrales de engorde de ganado): olores, desvalorización de las propiedades, invasión de moscas y ratas y contaminación de las napas de agua. “El engorde a corral genera muchísimo riesgo. Lo primero que tenemos que ver es no maquillar de verde al modelo ganadero actual, al modelo de los agrotóxicos”, advirtió Arisnabarreta en su intervención. “Perdimos entre el 30% y el 50% de la materia orgánica de nuestros suelos, 8 millones de hectáreas deforestadas, y entre el 44% y el 57% de los gases de efecto invernadero son producidos por el agronegocio”, planteó. Para Arisnabarreta, la política de fomento de biodigestores sin problematizar de dónde salen esos residuos orgánicos es “maquillaje verde”. En este sentido, aseguró, “para nosotrxs, la producción de biogás con los feedlot son falsas soluciones. Tenemos que ver el sistema en su conjunto”. Además, denunció: “El impulso estatal de los biodigestores es con crédito del Banco Mundial, o sea, deuda. Además, cada emprendimiento de feedlots tiene que tener una planta cloacal, mientras que 20 millones de argentinos no tienen cloacas y 7 millones no tienen agua”.
Para Hilbert, del INTA, la presentación de Arisnabarreta había sido “excelente en relación con las pautas que no se cumplen”, pero señaló: “también hay que tener en cuenta que los feedlots son el tramo final de la producción de los animales, y que la cría sigue siendo pastoral”. Sin embargo el integrante de Ecos de Saladillo insistió: “La ganadería tiene que rotar con la agricultura y los rumiantes tienen que aportar la materia orgánica al suelo, no tenemos que juntarla en un feedlot, eso es ineficiente”.
Sobre el final del encuentro, Vénica, de Naturaleza Viva, se refirió al modelo de engorde a corral para aludir a la concentración de la mayor parte de la población en zonas urbanas. “Hay que terminar con el principal feedlot que son las ciudades, que son inapropiadas para la vida humana en estas épocas difíciles que tenemos a partir del mal uso del planeta tierra”. Apostó, además, al agrupamiento de productores para estar mejor posicionados ante la crisis.