En un nuevo capítulo de la crisis energética, el gobierno nacional decretó el martes la intervención de Edesur. La trama de denuncias, decretos, dueños fugándose del país y grupos empresariales amigos del gobierno asomando en el horizonte, oculta la base del problema: millones de personas viviendo mal. Así lo considera en esta entrevista un trabajador de la empresa, que califica la medida como “electoralmente inteligente, pero poco efectiva desde nuestra perspectiva como usuarios”.
Por Rosaura Barletta y Felipe Gutiérrez / OPSur .- Luego de semanas de crisis del servicio eléctrico, el gobierno nacional anunció este martes la intervención por 180 días de Edesur, una empresa que se venía cayendo a pedazos durante los últimos años. Más atenuada que la estatización, la medida no interrumpe la concesión -que tiene vigencia hasta ¡2092!- y le impide a la empresa denunciar al gobierno en tribunales internacionales.
Edesur es la resultante de la división en tres partes de Segba, la histórica empresa estatal eléctrica de Buenos Aires y La Plata, privatizada en 1992. Desde 2008 está controlada por ENEL, empresa semipública de origen italiano. ENEL se encuentra de retirada y ya anunció que en abril venderá la concesión, así como sus activos en el sector de generación eléctrica.
“Ese es el trasfondo de este conflicto”, cuenta Eliseo Arena. “ENEL es una empresa claramente en retirada, con los activos puestos en venta, ya desligándose de la generación y la distribución. Pero además, no es una empresa que esté preparada para estos momentos, tiene un plan de negocios que funciona casi once meses al año, pero que no se sostiene en los picos de calor”. Arena es un trabajador del sector de media tensión de Edesur. Por precaución ante posibles repercusiones, preferimos cambiar su nombre en esta nota; “estamos en una situación complicada los y las trabajadoras de Edesur. Hay un nivel importante de estrés, hay mucha presión patronal pero también social, los usuarios están muy molestos y te interpelan de manera directa. La presión, el cansancio, la acumulación de días, es una bomba de tiempo”, sostiene.
-¿Por qué decís que Edesur no está preparada para estas situaciones?
Desde 2013 hasta acá siempre venimos diciendo ‘qué suerte que tiene la empresa, que hay dos o tres días de mucho calor, baja la temperatura y vuelve a haber luz’. La baja de la temperatura no te soluciona absolutamente nada, pero sí te da un fenómeno físico que no es menor: se enfrían los cables. Lo que vivimos ahora fueron 15, 20 días terribles, yo nunca viví un verano así en la empresa durante marzo.
El otro factor que habilitó este problema es el principal: la falta de inversión en estos 31 años, que se nota. No es una empresa preparada para estos momentos, para una gran tormenta por ejemplo, que puede destruir la red de distribución de la provincia de Buenos Aires, que es aérea. No está preparada ni para una gran lluvia, ni para grandes calores. En definitiva, Edesur es una empresa privatizada, de capitales trasnacionales, monopólica, brindando un servicio público. Es todo lo que no debería hacerse.
-La empresa dice que los problemas de operación son porque las tarifas están muy bajas y que van a pérdida
Con respecto a lo que es el nivel de precios en Argentina, puede parecer que la electricidad es barata. No digo que lo podamos pagar todos, para nada, sino que es barata la mano de obra, son baratos nuestros sueldos. Eso, para la empresa, no es una gran pérdida con respecto a todos los subsidios que tiene. Viendo el equilibrio general del negocio de ENEL en Argentina es mentira que da pérdida, si se considera también el sector de generación, que les ha dado grandes ganancias con un plantel de trabajadores muy chico. La tarifa va para abajo, como los salarios, y la inversión está atada a la tarifa. ENEL es un negocio grande en el cual la distribución es sólo una parte. Entonces, ¿la tarifa es baja con respecto a qué? A los salarios y a los costos operativos, no.
-Todos los veranos hay problemas por los cortes de luz, ¿qué pasó este verano que tuvo mucha más repercusión?
Creo que este año hubo mayor desgano de la empresa para cubrirse mediáticamente y hay una intencionalidad política que se ve por todos lados, según quién te lo cuenta. No es menor que la empresa esté en venta, se rompió el blindaje mediático que tenía. Nuestras protestas y las de usuarios, antes no salían en ningún lado, y ahora sí, se amplifica en todas partes. Massa anunciando la intervención fue entre un acto de campaña y un gesto para los amigos, los dueños de Edenor.
Y por otra parte es un hecho que la gente sale rápidamente a cortar la calle, los medios lo cubren y eso puede ser una caja de resonancia. Yo reivindico esa dinámica. Si la comparo con años anteriores, por ejemplo con el verano del 2014, hoy se siente menor combatividad, supongo que por los años de pandemia, pero mayor hartazgo social.
-¿Cómo les impacta a ustedes como trabajadores ese hartazgo cuando van a trabajar a la calle?
Llegar a la zona de laburo en un corte es complicado para un trabajador si tiene poca consciencia. Quizás se siente atacado, es una posición incómoda. En mi caso, somos una cuadrilla de tres que muchas veces terminamos siendo cara de la empresa, que no nos representa, ni nos identifica. Nosotros odiamos a la empresa como cualquier usuario. Pero esta vez creo que estamos tomando un poco más de consciencia las y los trabajadores, de que cuando volvemos a nuestra casa estamos sin luz de la misma manera que cualquiera, que sufrimos doblemente a esta empresa como usuarios y como trabajadores. Creo que la percepción de la gente cambió hacia el trabajador, identificando como culpable a la empresa, a veces también al gobierno.
Y por otro lado tenemos una dirección sindical ausente, que no ha sacado ni un comunicado, nota de prensa, nota radial, trascendidos, señales de humo, nada. Ninguna declaración interpelando a la sociedad, diciendo ‘acá los responsables son la empresa, el gobierno, el ENRE y no los trabajadores’. No han salido porque son socios políticos de este gobierno, sobre todo del ministro de Economía, porque tienen una relación fraternal con la empresa y no hay ningún camino independiente. Nosotros quedamos muy indefensos y somos los grandes ausentes. En cada nota que hubo, el gran ausente somos las y los trabajadores.
-¿Cómo evalúas la intervención de Edesur por parte del gobierno?
Creo que, como casi todo lo que ha hecho este gobierno, es una puesta en escena. La intervención de Edesur es un maquillaje que no resuelve nada estructural, el gobierno toma nota tardíamente de la bronca que hay, y la desidia de la empresa. Habrá que ver cómo evoluciona, pero de momento no creo que la intervención sea más que poner a una persona en los distintos sectores para ver cómo marcha el trabajo. Si vos empezas a rascar el tema de la intervención, han pasado varias en Edesur en estos años y no ha sido más que eso, pero no se resuelve nada estructural. Evidentemente van a disminuir los cortes de servicios porque con o sin intervención, bajó la ola de calor, lo peor ya pasó y de ahora en adelante se va a ir recuperando.
-Entonces, ¿por qué hace esta intervención ahora?
Capaz que todo tiene que ver con que es año electoral: el gobierno interviene una empresa que funciona mal, como Edesur. Massa es moderado y no habla de estatización, pero toma cartas en el asunto, y un tipo del riñón del kirchnerismo como es Ferraresi, interviene. Puede ser una medida electoralmente inteligente, pero poco efectiva desde nuestra perspectiva como usuarios.
También tiene que ver con que desde el gobierno saben que ENEL está en retirada, la concesión puede quedar de manos de un sector empresarial cercano, como el grupo Vila Manzano que hoy controla Edenor. No se puede dejar de ver una ligazón muy concreta entre la medida que toma Massa y los posibles nuevos dueños. Eso podría dejarnos ante el problema de que un solo sector empresarial se quede con la operación eléctrica en todo el AMBA. Distinto sería si quedara bajo la órbita del estado.
-¿Crees que la estatización hubiera sido una mejor medida?
Depende. Lo que necesitamos, es resolver de manera estructural esto, y para eso hay que tener tiempo y plata. En ese sentido una estatización significa hacerse cargo de ese tiempo y esa plata. Pero cuando uno ve los límites que tiene un gobierno de estas características o con el que venga que puede llegar a tener características muy similares, no tiene mucho sentido una estatización. Tampoco la cúpula sindical está preparada ni dispuesta a ese proceso.
Una estatización que tendría sentido es una que considere a trabajadores y usuarios dentro de toda la gestión. Esto quiere decir participación en los sectores del control operativo, de inversiones, de las obras y las tarifas que son las patas que tendrían que mejorarse. A partir de ahí se podría desarrollar una orientación de determinados tipos de subsidios a los sectores populares y que la energía la paguen quienes la están usando en cantidad. Cuando se habla de estatización bajo el control de trabajadores y usuarios, siempre recordamos que en Argentina en nuestro ámbito, existió una experiencia concreta que fue el proceso de autogestión que se dio en Segba entre los años 1974 y 1976.
-¿Cómo fue esa experiencia?
Segba era la empresa pública de electricidad de Buenos Aires. Durante esos años tuvo un proceso de autogestión en donde el sindicato, trabajadores y usuarios, participaban en comités de autogestión, tanto a nivel de dirección, como hacia abajo. Entonces, cada zona tenía su comité de autogestión integrado por la empresa estatal, el sindicato y los trabajadores, además de los usuarios. Esta última era la pata más floja porque no era común en ese tiempo una organización de usuarios. Pero creo que hoy por hoy sería otra la experiencia.
Todo esto ocurrió más allá de las críticas que se le pueden hacer a un proceso. Fue en un contexto capitalista, con una central sindical burocratizada, durante un gobierno que cada vez se iba más a la derecha. Ese es nuestro ejemplo no por lindo, ni por efectivo, sino por posible. Cualquier trabajador o trabajadora sabe que la posibilidad del control de la empresa no es algo extraterrestre, es algo normal porque, de hecho, intervenimos mucho en algunas cuestiones operativas. Tenemos esa característica que capaz no se tiene en otros ámbitos, acá hay un grado de intervención u opinión, un saber hacer obrero muy particular. En ese sentido la posibilidad de una empresa estatal o bajo la gestión de trabajadores, no es alocada ni histórica ni políticamente.
-¿Considerás que existen las condiciones para hacer algo así?
Creo que no es una consigna, sino algo posible. Los y las trabajadoras estamos preparados. Creo que quien no está preparado es el gobierno nacional, por las muchas tensiones que surgirían. ¿Quién administraría esta empresa estatal? ¿La Ciudad de Buenos Aires? ¿La Provincia? ¿El gobierno nacional? Esto último me parecería incorrecto, por ejemplo, EPEC es de Córdoba. O podemos pensar otras formas de gestión, ¿es posible una cooperativa? ¿O por la dimensión ya lo negamos? Esas son preguntas, discusiones, que tienen que formar parte del debate, se tienen que poder desarrollar. También Argentina tiene otro componente que es el territorial. Tenemos que pensar la intervención de organizaciones barriales, juntas de vecinos, movimientos sociales que tengan un trabajo barrial, que son quienes mejor conocen la demanda y la problemática. Este es un debate urgente, que tenemos que plantearnos desde esos sectores pero durante todo el año, no puede ser que hablemos de esto sólo en momentos de crisis.