En el aniversario de la Independencia Argentina, el gobierno nacional inauguró el Gasoducto Néstor Kirchner y lo presenta como un acto de soberanía y desarrollo para el país. El análisis del OPSur.
El gasoducto puede impactar positivamente en la balanza comercial energética deficitaria: por caída de la importación y aumento de la exportación. Pero está asociado al fracking en Vaca Muerta y eso es un grave problema.
Los no convencionales requieren de inversiones constantes por la rápida caída de los niveles de extracción de estos pozos. Hay que hacer muchos pozos continuamente para sostener los altos niveles de extracción.
Las petroleras se llevan del país miles de millones de dólares en pagos de servicios, patentes e intereses de deuda. Las pérdidas de este rubro son similares a las que se van en la importación de energía. Vaca Muerta no trae los dólares, se los lleva.
La centralidad de Vaca Muerta en la política energética y económica le otorga a un puñado de petroleras una desmesurada capacidad de presión. Más subsidios, transferencias, exenciones, menos regalías y retenciones, y mayores libertades para fugar divisas: lo desarrollamos en el Anuario 2023.
Las grandes obras de infraestructura para el transporte -como este gasoducto, trenes, rutas entre otras- son financiadas por el Estado, un beneficio más para las petroleras.
El fracking en Vaca Muerta implica graves afectaciones socioambientales en las cuencas de los ríos Colorado, Neuquén y Negro. Sismos, derrames, accidentes laborales, grandes emisiones y contaminación. Desfosilizar la matriz energética es urgente.
Porque ¿de dónde viene la energía? Más de la mitad de lo que se consume es gas, incluso garantiza la generación de energía eléctrica. Las corporaciones proponen el gas como combustible puente hacía la transición. Para nosotres es un puente al colapso.
Es necesario ver quiénes consumen y cómo. El sistema energético es poco equitativo y muy ineficiente.
Lejos de promover políticas de eficiencia, algunos sectores industriales, del transporte y residenciales derrochan energía, un modelo que siempre está consumiendo más.
A base de incentivos, las políticas públicas posicionaron Vaca Muerta como principal política energética. El autoabastecimiento con profundización de la matriz fósil no es soberanía. Y la exportación como salvación ante la escasez de divisas es sólo una ilusión.
A una década de VacaMuerta, es urgente promover debates profundos sobre la energía en nuestras vidas y economías. La transición energética no puede quedar en manos de las empresas, los gobiernos y el sector financiero. La energía es un derecho humano, no mercancía de lujo.