La decisión de YPF de vender concesiones convencionales en yacimientos maduros plantea el interrogante sobre quién remediará los daños y pasivos ambientales acumulados en esas áreas. En Comodoro Rivadavia la decisión de la petrolera de bandera reactivó un tema crucial, dado que la ciudad sigue creciendo sobre pozos abandonados. Mientras que en la provincia de Neuquén la reestructuración de la compañía es una oportunidad para comenzar un retiro ordenado de la actividad petrolera en el Área Natural Protegida Auca Mahuida, aunque ni en el gobierno provincial ni en la empresa contemplen esa posibilidad.
Por Hernán Scandizzo.-
En abril YPF presentó el Proyecto Andes por el que pone en venta de 55 concesiones de áreas convencionales maduras. El objetivo de la compañía es concentrarse en la actividad no convencional, es decir, en el fracking. No le es rentable la explotación de estos yacimientos, distribuidos por las provincias de Mendoza, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Los volúmenes de producción son bajos y mantener esas áreas le resta recursos destinables a desarrollos no convencionales, actividad que está en crecimiento y donde YPF lidera la producción.
Con esta medida se impulsa una reconfiguración del segmento upstream: que empresas pequeñas tomen la explotación de yacimientos maduros, actividad que en su escala le resulta rentable, y las grandes jugadoras se concentren en proyectos que demandan mayores inversiones. La liga de las grandes jugadoras serán las energías extremas.
Esta transformación plantea interrogantes sobre el futuro de la actividad convencional y no convencional. Las áreas maduras, como las que puso a la venta YPF, son aquellas que llevan décadas de explotación. Allí, para sostener la decreciente extracción de petróleo, se realizan diferentes procesos de ‘estimulación’ en los pozos – inyección de agua, polímeros, etc.-. La aplicación de diferentes técnicas de recuperación buscan prolongar la vida productiva de pozos que más temprano que tarde deberán ser abandonados, es decir, cerrados definitivamente. En realidad no solo los pozos, también la infraestructura asociada a la extracción de hidrocarburos: cañerías, baterías, plantas de acondicionamiento, etc., deberá ser retirada. Además, será necesaria la remediación integral de las áreas, tanto de las locaciones como de los caminos abiertos.
Llegado ese momento, ¿quién se hará cargo de remediar los daños y pasivos ambientales? ¿Las pequeñas empresas, con menor respaldo financiero? Maximiliano Westen, vicepresidente de Estrategia, Nuevos Negocios y Control de Gestión de YPF, respondió en parte a ese interrogante en un webinar organizado por MEGSA. “YPF lo que está buscando es un clean exit. Clean exit es principalmente que las compañías se hagan cargo de los abandonos y cualquier pasivo que pueda haber en estos clusters. […] Lo que nosotros pedimos es que absorban, la compañía que entra se lleva todos los derechos y las obligaciones con lo cual lo van a terminar volcando en el precio.”
Efectivamente, la intención es que las empresas con menor espalda financiera se hagan cargo de las remediaciones y cierre definitivo de la actividad. Despejado ese interrogante, surge otro: ¿Se está avanzando en el sendero de la impunidad ambiental? O planteado de otra manera: ¿Se está construyendo una ‘mamushka’ de empresas operadoras que se irán superponiendo hasta el cierre definitivo de las áreas maduras? En el Alto Valle del río Negro, hace algunas décadas, sucedió algo de eso con una empresa química. Industrias Patagónicas, más conocida por el acrónimo INDUPA, se instaló en Cinco Saltos en 1948 y su llegada fue una ‘señal de progreso’: se ponía en marcha una empresa química que producía los insumos que demandaban las actividades productivas de la región. Luego de operar durante prácticamente medio siglo, INDUPA se trasladó al polo petroquímico de Ingeniero White. En 1996 la planta fue vendida a Imextrade SA, una empresa sin antecedentes en el sector que absorbió el pasivo ambiental: enterramientos de barros mercuriados y vertido de otros residuos en las bardas aledañas. La nueva propietaria paralizó la producción en 2000 y, literalmente, se dedicó al cultivo de papas al pie de las bardas. Luego, desapareció del mapa.
Quién se hará cargo de los daños y pasivos ambientales en las áreas que YPF puso en venta, es un interrogante que trasciende a la empresa de bandera. “¿Quién se hace cargo de los pozos e infraestructura petrolera abandonada?”, es una pregunta que se extiende a la actividad hidrocarburífera en general, no solo en Argentina. En todo el mundo se acumulan pasivos ambientales que las empresas del sector no remedian, EEUU y Canadá son claros exponentes. YPF, por ser controlada por el Estado nacional, tendría que marcar un sendero de responsabilidad para el resto de las operadoras de áreas convencionales, pero también para la actividad no convencional, que por sus particularidades perfora una mayor cantidad de pozos [que tienen una vida productiva menor] y genera mayores volúmenes de residuos, entre otros impactos que sería extenso enumerar. Y no es una decisión que la empresa debe tomar de cara al futuro sino al presente, para resolver problemas actuales. En el Alto Valle, los pasivos de la actividad convencional hacen sinergia con los impactos de la no convencional; y en Comodoro Rivadavia retornan como espectros de un pasado [que se evoca] esplendoroso.
Comodoro, estigma de origen
En marzo el intendente de Comodoro Rivadavia, Othar Macharashvili, impulsó la creación del Registro Municipal de Pasivos Ambientales de la Industria Hidrocarburífera. Según informó la prensa local, las empresas deberán presentar un Plan Tentativo de saneamiento, restauración y/o monitoreo, que deberá ser aprobado, observado o rechazado formalmente por la autoridad de aplicación.
En la Capital Nacional del Petróleo, donde comenzó la actividad en 1907, lafalta de información sobre los pasivos ambientales es una constante que expresa cada gestión municipal y que recobró actualidad con el Proyecto Andes. En el ejido municipal se perforaron más de 6 mil pozos. En 2012, la entonces senadora chubutense Graciela Di Pierna afirmó que en Comodoro había alrededor de 2400 pozos abandonados que no cumplían con las exigencias contempladas en la resolución 5/96 de la Secretaría de Energía de la Nación. Esa norma estableció un método de abandono y sellado de pozos en forma definitiva, con especificaciones de seguridad que no existían hasta ese momento. Según Di Pierna, 1425 pozos pertenecían a YPF.
A los problemas de integridad que pueden presentar los pozos abandonados desde el comienzo de la actividad hasta la resolución 5/96, se suma que, en muchos casos, no se conoce la ubicación precisa de esos pozos. “Después de más de un siglo de actividad y de esos abandonos, empezamos a tener problemas de surgencia de algunos de esos pozos. Entonces, probablemente algunos de los que ya están cerrados tendrán que ser re-abandonados, con la técnica de la resolución 05/96, porque hoy están generando un riesgo no solo para la salud humana, sino para los bienes públicos y privados”, sostuvo Nicolás Coluccio, subsecretario de Ambiente de Comodoro Rivadavia en declaraciones a ADN Sur. El costo del sellado definitivo oscila entre los 65 mil y los 200 mil dólares por pozo.
YPF es parte fundante de Comodoro Rivadavia, allí funcionó la sede Regional Sur hasta 2020, que fue trasladada a Las Heras, Santa Cruz. La decisión de la empresa fue vivida como un desplante. La puesta en venta de cinco áreas maduras ubicadas dentro del ejido municipal o en cercanías, alimenta el temor de la partida sin remediar los pasivos ambientales.
El retiro de YPF de áreas maduras puede ser una oportunidad para reducir la actividad hidrocarburífera en el Área Natural Protegida Auca Mahuida. En Neuquén la empresa creó dos clúster con las áreas que oferta. El Neuquén Norte, que agrupa las concesiones Señal Cerro Bayo, Volcán Auca Mahuida, Las Manadas y Don Ruiz; y el Neuquén Sur, compuesto por Al Norte del Dorsal, Octágono y Dadin.
En el caso del clúster Neuquén Norte, parte de tres de las concesiones que lo componen están dentro del Área Natural Protegida (ANP) Auca Mahuida. En la concesión Volcán Auca Mahuida perforaron 73 pozos convencionales, siete están abandonados, 43 activos, 19 inactivos y cuatro sin datos. Mientras que en Las Manadas perforaron 17 pozos convencionales, actualmente uno está abandonado, 11 activos, cuatro inactivos y uno sin datos. Y en Don Ruiz, concesión hubo menos actividad dentro de la ANP, existe un pozo convencional abandonado. Además de los pozos y de la instalación de infraestructura asociada a la explotación de hidrocarburos, en estas concesiones se realizaron campañas exploratorias en las que se abrieron picadas, que es necesario remediar para recuperar la vegetación nativa y detener procesos de desertificación.
En 2014, cuando despegaba la actividad no convencional en Argentina, la Multisectorial contra la Hidrofractura de Neuquén, junto a organizaciones nacionales e internacionales, lanzó la campaña Auca Mahuida Libre de Petróleo. El objetivo era llamar la atención sobre la situación de esta Área Natural Protegida y ponerle un freno definitivo a las actividades extractivas. Desde ese espacio demandamos al Gobierno Provincial que implementara una política de conservación a perpetuidad de las ANP y exigimos a las empresas su retiro Auca Mahuida y la remediación de los impactos causados.
En aquel momento también denunciamos que empresas extranjeras como la francesa Total, que en su país de origen tenía prohibido aplicar la fracturación hidráulica, avanzaba con la exploración no convencional en el área natural protegida. Hoy las interpeladas son la conducción de YPF, de la empresa de bandera, y, una vez más, el gobierno provincial. Desde ambas instancias pueden marcar un sendero diferente para que no haya impunidad ambiental y se cumplan los objetivos de conservación por los que se creó el Área Natural Protegida Auca Mahuida. ¿Les quedará grande la camiseta de Messi?