El tanque de agua de Neuquén y Centenario está en riesgo. Con la mira puesta en duplicar su producción en Vaca Muerta, YPF recibió cuatro nuevas concesiones para perforar 700 pozos horizontales en los próximos años. El plan, aprobado por el gobierno neuquino, incluye áreas atravesadas por reclamos territoriales mapuche y cuerpos de agua estratégicos, generando preocupación por la falta de consulta y los riesgos ambientales.
Por Yamila Del Palacio / OPsur
Las concesiones fueron otorgadas mediante el Decreto Provincial Nº 276/2025, firmado en marzo de este año. Se trata de La Angostura Sur I y II, Narambuena y Aguada de la Arena, que en conjunto abarcan una superficie de 675 kilómetros cuadrados y fueron adjudicadas por un período de 35 años para explotarse mediante fracking. Según se anunció oficialmente, el plan contempla una inversión superior a 13.000 millones de dólares. De las cuatro concesiones, la ubicación de La Angostura Sur II genera especial tensión. El área se encuentra en territorio mapuche y el proyecto de YPF es perforar tres pozos piloto en el istmo que conecta los embalses Mari Menuco y Los Barreales, dos fuentes de agua esenciales para miles de personas. Se trata de una etapa inicial que contempla pozos horizontales con ramas laterales de 2.000 metros y 28 etapas de fractura cada uno. El plan completo prevé desarrollar 87 pozos más dentro de la misma área.
El proyecto avanza sobre el territorio que reclama la comunidad mapuche Kaxipayiñ, la cual exige que se respete el derecho a la Consulta Previa, Libre e Informada que establece la ley provincial 3401 y el Convenio 169 de la OIT. “Nos enteramos del proyecto porque tuvimos que parar un par de máquinas de YPF que ya estaban dentro del territorio reconocido de la comunidad”, declaró el werken Gabriel Rolando Cherqui. La situación se suma a una larga serie de tensiones entre las comunidades mapuches y las operaciones hidrocarburíferas en Vaca Muerta, muchas veces intervenidas con las fuerzas policiales mediante ingresos sin autorización.
Una zona de riesgo ambiental
El área en la que se ubica La Angostura Sur II se desprende de la histórica concesión Loma La Lata, uno de los principales polos gasíferos del país desde fines de los setenta. Durante décadas, la zona fue explotada mediante técnicas convencionales, dejando como huella una extensa red de infraestructura envejecida: cañerías, ductos, separadores y pozos, muchos de los cuales permanecen enterrados, abandonados o en desuso. En los noventa, la construcción de los embalses Mari Menuco y Los Barreales dejó incluso algunos de esos pozos convencionales sumergidos bajo el agua.
A diferencia de la explotación convencional, el fracking implica inyectar agua, arena y químicos a altísima presión, lo que genera una mayor carga sobre los suelos y sobre las estructuras subterráneas. Aplicar esta técnica en una zona con infraestructura antigua, corroída y sin mantenimiento multiplica la posibilidad de que se produzcan fisuras, filtraciones y derrames. El proyecto de YPF en La Angostura Sur II pone seriamente en juego el agua que alimenta la región. Si con el desarrollo de Vaca Muerta Mari Menuco y Los Barreales ya estaban expuestos a un alto riesgo, con el avance de las fracturas sobre sus orillas el peligro de contaminación es indiscutible.

El istmo donde proyectan ubicar los los pozos piloto de YPF es una franja angosta de tierra entre los dos embalses, un punto estratégico en el sistema hídrico que abastece la ciudad de Neuquén, la ciudad de Centenario y los canales de riego del Alto Valle. Cualquier incidente —una fisura, una pérdida, un error operativo— puede tener consecuencias directas sobre la calidad del agua y el equilibrio del ecosistema.
Mari Menuco: un embalse clave
El embalse Mari Menuco no sólo abastece de agua potable el 75% de la ciudad de Neuquén y toda la localidad de Centenario, sino que también alimenta el sistema de riego del Alto Valle. El agua que no se consume retorna al río Neuquén a través del dique compensador El Chañar y luego continúa hacia el dique Ballester, desde donde se derivan caudales para regar una de las regiones frutícolas más importantes del país. Frente a esta realidad, resulta alarmante que proyecten instalar pozos de fracking a escasos metros del sistema interconectado sin siquiera haber realizado estudios públicos actualizados ni presentar garantías efectivas para la protección del agua.
Mientras el discurso oficial apela a la transición energética y la sostenibilidad, la aprobación de proyectos en territorios mapuche y zonas ambientalmente sensibles, sin consulta previa ni licencia social, revela una desconexión preocupante entre la política energética y los derechos fundamentales.
La Confederación Mapuche de Neuquén está impulsando una Multisectorial regional para exigirle al gobierno el cese inmediato de las acciones de la empresa en el territorio.