La demanda interpuesta al grupo Bridas alerta sobre el rol que han tenido los empresarios locales en la política hidrocarburífera, al mismo tiempo que arroja interrogantes sobre las pretensiones de BP y las nuevas fronteras: yacimientos no convencionales y offshore.
Por Diego di Risio.- Bulgheroni y su consolidación. Este podría ser un traspié para un grupo que ha sabido moverse hábilmente en la arena política y empresarial. Los hermanos Carlos y Alejandro Bulgheroni son las personas más ricas del país y se encuentran entre los 200 más acaudalados a nivel global. Esta privilegiada posición se logró en paralelo a la privatización y desregulación del sector hidrocarburífero en el país, donde Bridas ha tenido un crecimiento sorprendente. En los ’80 lograron evitar dos escándalos mayúsculos: denuncias por fraude fiscal de Papelera del Tucumán y la deuda de casi 80 millones de dólares con sus clientes del Banco del Interior y Buenos Aires. En la década de los ’90 la energía empresaria se concentró sobre Bridas y la flamante PAE, en ese momento fruto de la alianza con la norteamericana Amoco, hasta que se fusionó globalmente con BP. Ya iniciado el nuevo siglo obtuvieron las polémicas prórrogas de contratos hidrocarburíferos en Chubut (2007) y Santa Cruz (2008), donde se esparce el mayor yacimiento petrolero, Cerro Dragón. En ambos casos se rubricaron extensiones por 40 años sin licitación pública y diez años antes que vencieran. Según datos del Ministerio de Economía nacional, en los últimos años el petróleo crudo ha sido la principal exportación de Chubut y Santa Cruz; en 2010 un 62% y un 31,7% respectivamente.
Palos en la rueda. La fallida compra del 60% de PAE hubiera cerrado un año dorado para los Bulgheroni: la asociación con CNOOC le permitió comprar la subsidiaria de ExxonMobil (Esso) en el país, convirtiéndose en una empresa integrada, al tomar el control de una refinería y estaciones de servicio. La flamante demanda interpuesta en Nueva York por BP apunta a que se ratifique como válido el acuerdo de venta iniciado en 2010, del cual Bridas se retiró por las maniobras de la británica. Dentro del acuerdo, se incluyó la eliminación de la cláusula que restringía a las empresas a operar por fuera de PAE en el Cono Sur, por lo que Bridas recibió US$ 700 millones. Cuando la venta finalmente fracasó la chino-argentina devolvió este monto. Sin embargo, BP alega que para principios de este año Bridas demandó nuevamente la suma como compensación por la frustrada operación y mantuvo su posición de declarar nulo el proceso de venta. La británica está dispuesta a hacer el pago pero mantener la caducidad de la cláusula. De obtener un fallo favorable, BP quedaría liberada para operar en la región y, al mismo tiempo, mantendría su posición dentro de PAE. Un juego redondo para los británicos, una mala pasada para Bulgheroni y los chinos.
La frontera se expande. La región está atrayendo a grandes jugadores del sector –como Exxon, Shell y empresas chinas– frente al enorme potencial de los yacimientos no convencionales y el antecedente del Presal en Brasil –que augura una riqueza similar en el Mar Argentino. Estas nuevas fronteras son la esperanza para la superación de la crisis energética argentina. Sin embargo, ambas son fuertemente cuestionadas a nivel global por los altos impactos ambientales que puede acarrear. Así lo indica la historia reciente en EE UU: la explosión de Deepwater Horizon, en el Golfo de México, y los estudios de la Agencia de Protección Ambiental de ese país que confirman la contaminación de agua por la fractura hidráulica, técnica usada para la extracción de yacimientos no convencionales. Al mismo tiempo, el carácter trasnacional y desregulado del sector arroja dudas sobre el destino de los hidrocarburos.
Tiempo Argentino