Los investigadores creen que son más frecuentes que en el pasado
Por Sebastián A. Ríos | LA NACION
El tornado que, con vientos de hasta 250 km/h, arrasó con parte del conurbano bonaerense y la Capital el 5 de abril pasado, las tormentas de gran magnitud como la del 1° de febrero, los recordados episodios de granizo de 2006 y 2010, y ahora las extensas inundaciones en el campo bonaerense luego de la fuerte sequía del verano plantean el interrogante de si de aquí en más tendremos que acostumbrarnos a este tipo de eventos climáticos extremos.
“No hay registros que permitan determinar si los episodios de granizo o de vientos severos son realmente cada vez más frecuentes, pero indirectamente uno podría pensar que sí, ya que hay una tendencia positiva en el centro y el este de la Argentina a que aumenten las tormentas severas, que pueden acompañarse de eventos intensos de viento y granizo”, comentó a LA NACION Carolina Vera, directora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Las evidencias proceden de la tesis doctoral de uno de los investigadores del CIMA, Federico Robledo, que analizó la variación de las lluvias más severas que se registraron en la Argentina en los últimos 50 años. “Evaluamos lo que se denomina acumulado de lluvia diaria extrema, que son 24 horas en las que llueve por encima de los 50 milímetros, y lo que observamos es que efectivamente está creciendo la intensidad de las lluvias”, comentó Robledo.
Hace 50 años, 50 milímetros de agua en 24 horas era el promedio de una lluvia “extrema”; hoy el promedio está en 60 milímetros. “Pero no sólo está creciendo la intensidad, sino también la frecuencia de los eventos extremos”, agregó Robledo. “Y aunque no tenemos registros de viento o granizo de tantos años, sabemos que un evento de precipitación extrema acumulada puede generar tormentas severas como las de principios de abril, con ráfagas de viento o granizo.” “Es una hipótesis a confirmar: si, como hemos observado, se incrementa el acumulado diario de lluvia extrema, podría también evidenciarse un incremento del granizo y las ráfagas”, agregó Robledo, investigador del Conicet y docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la UBA.
Ciudades más vulnerables
“El desastre que puede generar un evento extremo no sólo depende de la naturaleza, sino también de factores como la vulnerabilidad y la exposición”, señaló Carolina Vera, que participó de la elaboración del informe Managing the Risks of Extreme Events and Disasters to Advance Climate Change Adaptation, del Panel Intergubernamental de Cambio Climático.
“En general, el desarrollo urbano se viene dando sin una planificación del manejo de desastres -agregó Vera-. Cuando uno construye una obra de magnitud como un puente o un dique lo hace sobre estimaciones de cuál es la tormenta máxima probable, pero eso no suele tenerse en cuenta en el desarrollo de las ciudades, lo que deriva en asentamientos en lugares inundables, por ejemplo, aumentando la vulnerabilidad.”
De verificarse la tendencia, ¿podría el aumento en la frecuencia de temporales como el del 5 de abril impactar en la forma en que se construye? “Es probable que si esto es una tendencia que se verifique haya alguna modificación, pero sólo alcanzará a las construcciones que ya hoy se realizan cumpliendo con todos los requerimientos, que no son las que se destruyeron el día del temporal”, respondió Raúl Husni, director del Departamento de Construcciones y Estructuras de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
La irrupción de eventos climáticos no usuales en la Capital y el GBA está teniendo un impacto en las compañías aseguradoras, que en episodios como el granizo de 2006 y 2010 debieron enfrentar pagos millonarios por los daños ocasionados a vehículos y hogares. Esto probablemente se traduzca en el corto plazo en una adecuación de las pólizas a valores “más reales”.
“Antes de 2006, las coberturas por granizo se daban en forma gratuita o directamente no se ofrecían. Pero después las tormentas generaron la necesidad de cubrir los daños ocasionados por el granizo, y hoy incluso hay publicidades de seguros relacionadas”, comentó Hernán Aschendorf, gerente de líneas personales de Liberty Seguros.
“El impacto del cambio climático desafía a la industria a desarrollar o ampliar sus coberturas”, comentó un vocero de la compañía Zurich, que agregó que “el seguro de hogar actualmente incluye la cobertura de huracán, vendaval, ciclón y tornado para cubrir los daños edilicios frente a un evento de tales características.”
La Nación