A través del relato del impacto que ha tenido la instalación de la industria hidrocarburífera en comunidades Wichí de la Provincia de Salta y Mapuche de Neuquén, en Puelmapu, el Observatorio Petrolero Sur invita a reflexionar sobre el modelo de desarrollo que lleva a sostener esta matriz energética. “Me parece que la pregunta más que qué otras fuentes hay para mantener estos niveles de consumo es si estamos dispuestos a permitir que haya zonas de sacrificio en los territorios ocupados por esta industria”, dice Hernán Scandizzo, coautor del libro.
Por Felipe Gutiérrez.- “A nosotros se nos instaló la Petrolera Tecpetrol sin que nadie nos avisara”, cuenta Ramón Roca, de la Comunidad Wichí de La Corzuela. “No hubo consulta previa ni nada, intentamos dialogar con ellos, pero tampoco nos escucharon. Tuvimos que cortar la ruta para llamar la atención, mientras la industria seguía haciendo un daño enorme; por la contaminación han muerto niños y siempre aparecen enfermedades nuevas que no conocíamos”. La Corzuela es una de las comunidades que aparecen retratadas en el libro Zonas de Sacrificio, que relata los conflictos socioambientales que acarrea la instalación de la industria hidrocarburífera en Salta y Norpatagonia. Está escrito por Diego di Risio, Marc Gevaldà, Diego Pérez Roig y Hernán Scandizzo, integrantes del Observatorio Petrolero Sur.
“Las zonas de sacrificio”, dice Hernán Scandizzo, “son ese espacio que aparecen en los mapas cuando se hacen las licitaciones petroleras, en donde no se da cuenta de que en esos lugares hay pueblos que tienen su cultura y formas de relacionarse con el territorio. Y cuando se concesionan esas áreas parece que todo eso no está cosiderado, entonces toda la riqueza cultural, toda esa diversidad queda invisibilizada para priorizar un objetivo que es la explotación de hidrocarburos para sostener una matriz energética”.
Surge aquí una discusión necesaria acerca del tipo de consumo energético que está produciendo nuestra sociedad, sin embargo esa discusión no se da porque muchas veces la matriz energética no es vista como un problema. Según Diego di Risio, coautor del libro, es necesario pensar en la energía como un derecho, “esto implica una mayor democratización de las políticas públicas, una participación efectiva del pueblo en las decisiones que le competen. Para el caso de la energía, sería importante avanzar en esquemas locales de generación y consumo”.
Herán Scandizzo señala que en las actividades del Observatorio siempre les preguntan sobre qué energías alternativas pueden sostener este nivel de consumo, considerando que las fuentes primarias no tienen la densidad energética que tienen los hidrocarburos. “Me parece que la pregunta más que qué otras fuentes hay, es si estamos dispuestos a mantener zonas de sacrificio. Y no es solo interpelarnos a nosotros mismos, acá la gran demanda energética no pasa por el consumo particular sino por la industria, entonces también la pregunta es qué tipo de desarrollo queremos”.
¿De qué manera superamos , entonces, esta etapa de sobre consumo y depredación socioambiental de nuestros territorios?. En su epílogo, el texto propone una nueva manera de relacionarnos, “el buen vivir es un horizonte, un ejemplo claro de que otro camino es posible. La desmercantilización, democratización y creación de una nueva relación con la naturaleza forman elementos insoslayables a la hora de encarar la energía. Desde argentina debemos crear un proyecto de buen vivir, un proyecto que nos permita superar la situación presente en base a la justicia social y ambiental”, dice Diego di Risio.
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